29 de octubre de 2006

JUEVES SACERDOTAL EN COLEGIO ECLESIÁSTICO INTERNACIONAL BIDASOA. 26/10/2006

LA LUCHA DIARIA
«Bendito sea Dios...que en su gran misericordia nos ha engendrado de nuevo – mediante JXTO – para una esperanza viva, a una herencia incorruptible, inmaculada y que no se marchita, reservada en los cielos para NOSOTROS... A quien el poder de Dios, por medio de la fe, protege para la salvació

Este es el contexto anterior a todo lo que hemos leído en esta vísperas, para entender lo que el Apóstol dirige a la comunidad que pasa por persecuciones; por eso le dice ALEGRAOS de ello, aunque de momento tengáis que sufrir un poco... También a nosotros no los dice ¿Por qué? Porque Dios nos ha puesto en el mundo para conocerle, servirle y amarle, y así ir al cielo. Y para alcanzar lo que tenemos en el cielo es fundamental el AMOR y la FE (creer) a pesar de las diversas pruebas y tribulaciones por la que pasemos: ES NUESTRA LUCHA DIARIA.

«Aunque de momento tengáis que sufrir un poco...» nosotros participamos de misterio pascual de Cristo (Pasión Muerte y Resurrección); porque Él para salvarnos: «Murió por nosotros dejándonos un ejemplo – rezamos en otras vísperas – para que sigamos sus huellas» Es nuestro modelo, y porque es nuestro modelo y le seguimos, tenemos que dar ejemplo, venciendo los obstáculos con ánimo y confianza en medio de las tentativas: YO HE VENCIDO AL MUNDO...

Había dicho que para alcanzar lo que tenemos en el cielo es fundamental el AMOR y la FE: y hemos leído «No habéis visto a JXTO, y lo AMÁIS; no lo veis y creéis en Él...» En unas de las estrofas del canto Jesús, vivir no puedo decimos: Oculto estás, mis ojos ¡ay! No te ven...mi dulce bien. Pero te ADORA MI ALMA, TE VE MI FE. Por eso, que hermoso sería, que en esta tarde delante de Jesús Sacramentado, el Señor pueda decirnos en nuestro interior: «Bienaventurados los que sin haber visto hayan creído» (Jn. 20, 29). Es lo que cantamos cuando se entona el Adorote Devote: Fac me tibi semper, magis crédere, in te spem habere te deligere (Haz que yo crea más y más en Ti, que en Ti Espere y que en Ti ame).

Podemos pensar, que la vida nos enseña a ser santos. Nos respondería Don Lucas: «Ni un cuerno...la vida lo que te enseña que vas poniendo más viejo, no santo. Lo que realmente nos hace santos son nuestras luchas».
Por eso, en las tentaciones, pruebas ¿Cuál es nuestra lucha? La ocasión de mostrar al Señor que le amamos, que le preferimos (a él) a cualquier otra cosas. Pero, aunque la prueba en si misma no es mala (si lo pensamos), sería un presunción (vanidad) desearla o provocarla de alguna manera. Y en este sentido contrario, sería un gran error temerla excesivamente, como si no confiáramos en las gracias que el Señor nos tiene preparadas para vencer, ¡Claro! Si acudimos a él en nuestra debilidad. TE BASTA MI GRACIA.

«Nuestra vida en este viaje de aquí abajo – dice San Agustín – no puede estar sin pruebas; nuestro progreso no se realiza más que entre pruebas... y sólo hay una recompensa para el que ha vencido, sólo hay victoria para el que ha combatido». El profesor Satanás, experto en la materia (seducir), estará siempre incitándonos al mal, queriendo aprovechar las tentaciones, pruebas y luchas, para querer ofrecernos una felicidad que él no puede dar. Por tanto, al señor Satanás se le cumple aquello: que nadie da de lo que no tiene... por eso, nuevamente podemos escuchar a San Pedro: Sed sobrios, estad alerta que vuestro enemigo el diablo como león rugiente, busca a quien devorar. Resistidle firme en la fe.

Hay que poner los medios para corresponder a quien amamos y en quien creemos – y que está aquí en medio de nosotros – con sacrifico, mortificación, rectitud de intención, sinceridad en la dirección espirutal, serviciales (ser los primeros en la disponibilidad), aprovechar los ratos de oración que siempre nos ayudan durante toda la jornada (Santo rosario, las visitas al Stmo.); evitar y apartar los malos pensamientos (que es finura en el trato con el Señor). Mirar a las almas en todo lo que hacemos ofreciéndolo a Dios nuestro Señor.

Acudimos a la Santísima Virgen María, Faro esplendente, la que, en nuestras noches oscuras mantiene viva la luz de la fe, para que sea siempre ese auxilio que nos conduce a su Hijo Jxto.