13 de agosto de 2012

GRAN PEREGRINACIÓN: "CAMINANDO DESDE LA FE, HASTA EL SANTUARIO SANTO CRISTO DE LA SALUD"


GRAN PEREGRINACIÓN
CAMINANDO DESDE LA FE, HASTA EL SANTUARIO SANTO CRISTO DE LA SALUD”


A tan solo un mes de tan gran y bello acontecimiento, vayamos calentando los motores del cuerpo y del alma, para ir de peregrinos, a disponernos a caminar hasta nuestro Santuario Diocesano Santo Cristo de la Salud. Hoy existe una gran crisis de Fe, por lo que se necesita buscar espacios para formar en esta Fe. Peregrinar, hasta el santo Cristo de la Salud, puede ayudarnos alcanzar este objetivo.
Estas caminatas, que hacemos anual, son “un impulso y aliento en la fe y momento para “mirar con esperanza el futuro y fuego de caridad para hermanarnos más entre nosotros”. Ante la indiferencia de la Fe, que a veces podemos constatar, hemos de dar impulso a todas estas peregrinaciones. Peregrinar no es cualquier forma de caminar, un peregrino no es un excursionista, sino que se trata de un verdadero itinerario espiritual.
La peregrinación, “camino hacia el santuario”, es momento y parábola del camino hacia el Reino; la peregrinación ayuda a tomar conciencia de la perspectiva escatológica en la que se mueve el cristiano, homo viator: entre la oscuridad de la fe y la sed de la visión, entre el tiempo angosto y la aspiración a la vida sin fin, entre la fatiga del camino y la esperanza del reposo, entre el llanto del destierro y el anhelo del gozo de la patria, entre el afán de la actividad y el deseo de la contemplación serena. 
El peregrino sabe que “aquí abajo no tenemos una ciudad estable” (Heb 13,14), por lo cual, más allá de la meta inmediata del santuario, avanza a través del desierto de la vida, hacia el Cielo, hacia la Tierra prometida. 
La peregrinación se configura como un “camino de conversión”: al caminar hacia el santuario, el peregrino realiza un recorrido que va desde la toma de conciencia de su propio pecado y de los lazos que le atan a las cosas pasajeras e inútiles, hasta la consecución de la libertad interior y la comprensión del sentido profundo de la vida. 
Para muchos constituye una ocasión propicia, con frecuencia buscada, para acercarse al sacramento de la Penitencia, y la peregrinación misma se ha entendido y propuesto en el pasado – y también en nuestros días – como una obra de penitencia. Además, si se realiza de modo auténtico, el fiel vuelve del santuario con el propósito de “cambiar de vida”, de orientarla hacia Dios más decididamente, de darle una dimensión más trascendente. 
El gozo de la peregrinación cristiana es prolongación de la alegría del peregrino piadoso de Israel, como nos dice el salmista: “¡Qué alegría cuando me dijeron, vamos a la casa del Señor!” (Sal. 121, 1); es alivio por la ruptura de la monotonía diaria, desde la perspectiva de algo diverso; es aligeramiento del peso de la vida que para muchos, sobre todo para los pobres, es un fardo pesado; es ocasión para expresar la fraternidad cristiana, para dar lugar a momentos de convivencia y de amistad. 
El peregrino camina hacia el santuario para ir al encuentro con Dios, para estar en su presencia tributándole el culto de su adoración y para abrirle su corazón. El que peregrina realiza numerosos actos de culto, su oración adquiere formas diversas: alabanza y adoración al Señor por su bondad y santidad; acción de gracias por los dones recibidos; imploración de las gracias necesarias para la vida; de petición de perdón por los pecados cometidos. Con mucha frecuencia la oración del peregrino se dirige a la Virgen María, a los Ángeles y a los Santos, a quienes reconoce como intercesores válidos ante el Altísimo.
La imagen sagrada del santuario, particularmente la del Cristo, es un signo santo de la presencia divina y del amor providente de Dios; es testigo de la oración, que de generación en generación se ha elevado ante ella como voz suplicante del necesitado, gemido del afligido, júbilo agradecido de quien ha obtenido gracia y misericordia. 
Jesús y sus discípulos, recorrían los caminos de Palestina para anunciar el Evangelio de la salvación. Desde esta óptica, la peregrinación es un anuncio de fe y los peregrinos se convierten en “heraldos itinerantes de Cristo”. 
El peregrino que acude al santuario está en comunión de fe y de caridad, no sólo con los compañeros con quienes realiza el “santo viaje” (cfr. Sal 84,6), sino con el mismo Señor, que camina con él, como caminó al lado de los discípulos de Emaús (cfr. Lc 24,13-35); con su comunidad de origen, y a través de ella, con la Iglesia que habita en el cielo y peregrina en la tierra; con los fieles que, a lo largo de los siglos, han rezado en el santuario; con la naturaleza que rodea el santuario, cuya belleza admira y que siente movido a respetar; con la humanidad, cuyo sufrimiento y esperanza aparecen en el santuario de diversas maneras, y cuyo ingenio y arte han dejado en él numerosas huellas. 
El recorrido aproximado desde las Colinas de Mara – Morón hasta Borburata son unos 30 Km. Desde Santa Ana, Palma Sola, El Carmen, Vista Mar, la Sorpresa, se puede animar nuestros hermanos a caminar, peregrinar, a ganar gracias especiales. Para algunos, es una locura, como lo dice San Pablo: “necedad y locura… pero para nosotros es fuerza y sabiduría de Dios” (Cf.1 Cor 1,18-23), donde parece reinar sólo el dolor y la debilidad, es donde está todo el poder del Amor infinito de Dios. La Cruz es el “centro del centro” del misterio cristiano.
Puedo decir sin temor a equivocarme, como experiencia del año pasado: Salimos 38 personas caminando desde la Parroquia Cristo Rey con toda la emoción, devoción y oración, y todos llegaron. Unos con algunas dificultades, otros con menos, pero todos llegaron a la meta: hasta el santuario.
Por eso, a tan solo un mes que todos, desde nuestra cabeza Mons. Saúl Figueroa (quien el año pasado peregrinó), Sacerdotes, grupos de apostolados, Niños, Jóvenes, y adulto, nos animemos a realizar este camino de ORACIÓN, y que animemos a otros en nuestras Parroquias y grupos de amigos y familiares a ponerse en camino.
Vamos todos a nuestro Santuario Diocesano. El Señor allí siempre nos espera con los brazos abiertos en Cruz.

 Pbro. Williams Campos
Párroco de la Parroquia Cristo Rey – Morón 

PD: Algunas fotos de los peregrinos del año pasado