20 de agosto de 2013

GRAN PEREGRINACIÓN: "VAMOS ALEGRES A LA CASA DEL SEÑOR.(Sal 122,1)


CAMINA PUEBLO.


 Tradicionalmente, las motivaciones para realizar una peregrinación podían agruparse en tres:
1.     Por propia voluntad,
2.     Para cumplir un voto y
3.     Para hacer penitencia.
La motivación cultural, y la motivación cristiana, que en sí pueden separarse, habitualmente se complementan: el motivo religioso, preferente, encierra la dimensión cultural y hacer el Camino al Santo Cristo (que es en sí una huella religiosa) por dimensión cultural, puede llevar a lo religioso.
        En la actualidad, las motivaciones por las que se hace el camino hasta el Santo Cristo son muy variadas, sobre todo al comienzo del mismo:
·   Contacto con otros peregrinos de las diversas parroquias.
·   Acrecentar aún más el significado de ser peregrinos por este mundo.
·   Dejar huellas para que otras personas se animen a caminar.
·   Los recuerdos y anécdotas de otros peregrinos.
·   Renovar la fe.
·   Dar sentido de pertenencia en la vida, o de oración, súplica y ofrecimiento por necesidades diversas.
La intención o verdadera motivación es la que confiere la condición de peregrino; según las reflexiones de San Agustín: "Es la intención la que da valor a las acciones humanas".
  Preparación en grupo.
Quizás son un grupo de amigos que se han propuesto hacer la peregrinación  juntos. Leer libros espirituales, artículos, compartir experiencia de fe para emprender el caminar.

Preparación Espiritual.
Es recomendable prepararse con la reflexión y la oración días antes de la peregrinación. Comentar y hacer partícipes a amigos y religiosos/as de nuestro intento y objetivos.
La peregrinación que vamos a emprender, nos da la ocasión de hacer un alto en nuestra vida ordinaria y abrir nuestra puerta interior para que surjan en un nuevo contexto, otros aspectos de la riqueza oculta en nuestro interior. Esto surgirá, sin duda, si superamos la dimensión simplemente turística y deportiva, y nos situamos, sobre todo, en la dimensión de la fe que profesaron la fe en Jesús y tantos que le siguieron durante siglos.
En nuestro "equipaje espiritual" deberíamos incluir:
·         Fe en nosotros mismos y en cuanto nos rodea.
·         Esperanza en que todos los comportamientos son susceptibles de cambio.
·         Amor hacia nosotros, hacia los demás y hacia la naturaleza.
·         Estar fuertemente motivado hacia la realización de una verdadera peregrinación.
·   Estar dispuesto a desmontar nuestros prejuicios y mecanismos de defensa y abrirnos a los demás.
·         Estar dispuesto a entrar en nosotros mismos y reflexionar en el silencio del Camino

Preparación física.
El camino, por la distancia  unos 30 a 33 km, suele ser duro (no tanto) por lo que necesitamos prepararnos también físicamente a pesar de que se camina de noche.
Es bueno pensar en ella con una antelación. La edad y las condiciones físicas personales aconsejarán más o menos tiempo.
        El éxito de una buena preparación física está en ir cubriendo cada día distancias más largas hasta conseguir, sin grandes fatigas, recorrer media o una hora diaria o un poco más pensando en nuestra peregrinación. Nuestras metas deben ser realistas, comenzando con distancias cortas y no muy ambiciosas, o caeremos en el desánimo.
Tener zapatos ya amoldados al pie, que no sean tan nuevos pues se corre el riesgo de que salgan ampollas. Buenas medias. Es fundamental ejercitarse diariamente un poco para que llegado el día, estemos bien dispuestos.
El gozo de la peregrinación cristiana es prolongación de la alegría del peregrino piadoso de Israel: "Qué alegría cuando me dijeron: Vamos a la casa del Señor" (Sal 122,1); es alivio por la ruptura de la monotonía diaria, desde la perspectiva de algo diverso; es aligeramiento del peso de la vida que para muchos, sobre todo para los pobres, es un fardo pesado; es ocasión para expresar la fraternidad cristiana, para dar lugar a momentos de convivencia y de amistad, para mostrar la espontaneidad, que con frecuencia está reprimida.´
La peregrinación, “camino hacia el santuario”, es momento y parábola del camino hacia el Reino; la peregrinación ayuda a tomar conciencia de la perspectiva escatológica en la que se mueve el cristiano, homo viator: entre la oscuridad de la fe y la sed de la visión, entre el tiempo angosto y la aspiración a la vida sin fin, entre la fatiga del camino y la esperanza del reposo, entre el llanto del destierro y el anhelo del gozo de la patria, entre el afán de la actividad y el deseo de la contemplación serena. 
ANIMO A TODOS LO QUE SE APUNTE A ESTA AVENTURA DE FE.