2 de enero de 2014

TÍPICO...


¿IR A MISA?



 ¿IR A MISA?



Es de pena la tremenda ignorancia religiosa que hay sobre el valor de la Santa Misa. Muchos dicen que no van a Misa porque no sienten nada. Incluso pareciera entrar en uno como sacerdote, el poco aprecio a la Santa Misa, olvidando que el mayor beneficio que uno como sacerdote puede hacer por los hombres es la celebración frecuente de la Misa.
El cristianismo no es cuestión de emociones, sino de valores. Los valores están por encima de las emociones y prescinden de ellas. 
Una madre prescinde de si tiene o no ganas de cuidar a su hijo, pues su hijo es para ella un valor.  Quien sabe lo que vale una Misa, prescinde de si tiene ganas o no. Procura no perder ninguna, y va de buena voluntad. 
La voluntad no coincide siempre con el tener ganas. Tú vas al dentista voluntariamente, porque comprendes que tienes que ir; pero puede que no tengas ningunas ganas de ir.
Algunos dicen que no van a Misa porque para ellos eso no tiene sentido. ¿Cómo va a tener sentido si tienen una lamentable ignorancia religiosa
A nadie puede convencerle lo que no conoce. A quien carece de cultura, tampoco le dice nada un museo. Pero una joya no pierde valor porque haya personas que no saben apreciarla. Hay que saber descubrir el valor que tienen las cosas para poder apreciarlas.
Otros dicen que no van a Misa porque no les apetece, y para ir de mala gana, es preferible no ir.
Si la Misa fuera una diversión, sería lógico ir sólo cuando apetece. Pero las cosas obligatorias hay que hacerlas con ganas y sin ganas
No todo el mundo va a clase o al trabajo porque le apetece. A veces hay que ir sin ganas, porque tenemos obligación de ir. Que uno fume o deje de fumar, según las ganas que tenga, pase. Pero el ir a trabajar no puede depender detener o no ganas. Lo mismo pasa con la Misa.
El cumplimiento de las obligaciones no se limita a cuando se tienen ganas. Lo sensato es poner buena voluntad en hacer lo que se debe. 
Muchos cristianos no caen en la cuenta del valor incomparable de la Santa Misa.
Durante la comida, en unas misiones, un sacerdote dijo:
—Hoy les he dicho a los estudiantes una cosa que les ha hecho impacto.
—¿Qué?
—Hablando del valor de la Misa les había dicho que si le dieran un millón de Bolívares para que dejara la Misa, dejaría el millón, no la Misa. ¡Pusieron unas caras de admiración! 
Uno dijo: —¡Magnífica idea! 

TÚ ¿HARÍAS LO MISMO?

Repartiendo mil millones de bolívares podrías hacer mucho bien: pues se ayuda más a la humanidad diciendo una Misa; pues los mil millones de bolívares tienen un valor finito, y la Santa Misa es de valor infinito. Cuando sabes lo que vale una Misa, no te importan los sacrificios que tengas que hacer por no perderla.
De igual manera, la vivencia de guardar  el tiempo el ayuno eucarístico y en la que puedas decir: Me sacrifiqué un poco, pero celebré la Misa que vale mucho más.
Pues «Una sola misa glorifica a Dios más que toda la gloria que le dan todos los santos del cielo, incluida la Santísima Virgen, por toda la eternidad».