1 de diciembre de 2014

AÑO DE LA VIDA CONSAGRADA


AÑO DE LA VIDA CONSAGRADA 
30 DE NOVIEMBRE DE 2014 AL 02 DE FEBRERO DE 2016




Vida Consagrada en la Iglesia Hoy: Evangelio, Profecía y Esperanza” es el lema para este año dedicado a aquellas personas que han respondido al llamado de Dios que les ha invitado a seguirlo más de cerca para poder anunciar el Evangelio a más y más personas. 
Nuestra sociedad, nuestra Diócesis de Puerto Cabello, tiene necesidad de hombres y mujeres que den testimonio de Dios vivo ante un mundo que le niega y olvida.
Los hombres y mujeres de vida consagrada, - pienso en la Congregación del Sagrado Corazón de Jesús: RP. Miguel Barrientos (Párroco de Santa Rosa de Lima), el Hno. David Oropeza; Las Hermanas Agustinas Recoletas; las Hermanitas de los Pobres de Maiquetía; las hermanas de San José de Tarbes, los Hermanos de la Salle, la Comunidad Jesús es Señor, la Virgen Consagrada Hna. Yesenia Arellano; La Fraternidad Misionera de María (Los RP. Jesulin y Héctor), y junto a ellos tantos amigos en la vida consagrada… - son una de las señales más elocuentes de la presencia y soberanía de Dios en este mundo, en nuestra Diócesis y de la libertad de sus hijos, mundo que necesita ahora – más que nunca – estos testigos del Señor.
Por tanto, para nosotros, es una alegría por la representación de la vida consagrada que el Señor nos ha concedido en la diócesis, y alegría por poder profundizar en el carisma de la consagración y la vida virginal.
Necesitamos la vida consagrada, conocerla y darla a conocer a todos los miembros del pueblo de Dios, suscitar vocaciones para esta forma de vida, porque la necesitan siempre la Iglesia y los hombres pero sobre todo en estos momentos en que se hace necesario el testimonio de que sólo Dios basta.
En un mundo que intenta ocultar y olvidar a Dios, muchos opinan que la fe ya no tiene sentido, y hay que reconocer que existen síntomas graves que parecen indicar un cierto desplome de la fe cristiana, la conciencia cristiana se ha debilitado. En este sentido, la escasa vitalidad evangelizadora, la fe cristiana se propone tímidamente, a veces desprovista de toda su fuerza y originalidad, y eso se manifiesta en un cristianismo empobrecido en elementos que le son constitutivos, en un debilitamiento ético y la atención religiosa y moral desmantelada. Sin embargo, esta situación no nos debe llevar al pesimismo sino que debe ser un acontecimiento de gracia que nos encamina hacia la autenticidad y el vigor de la fe en Jesucristo. En consecuencia, es la hora de la oración, de la súplica a Dios llena de esperanza, y este tiempo de Adviento, que hemos comenzado, es la ocasión privilegiada para este cometido.

Que sea un año de verdadera contemplación. Que en María, cada uno de nosotros, empujado por el viento del Espíritu viva su propia vocación de caminar.