21 de octubre de 2015

Sexo en el matrimonio: la cereza del pastel

Sexo en el matrimonio: la cereza del pastel

A propósito del "Kamasutra católico"


Sexo como Dios manda, el libro que la prensa internacional ha bautizado como “El Kamasutra católico” y No le tengas miedo al sexo, ama y haz lo que quieras, del sacerdote polaco Ksawery Knotz, son libros que se han convertido de forma automática en éxito en ventas sin gran esfuerzo mercadotécnico, en una sociedad erotizada a través de muchos medios de comunicación.
En estos libros se propone el descubrimiento de un importante secreto del amor en el matrimonio, cuando realmente se está descubriendo el hilo negro en un tema en el que la doctrina católica ha marcado, desde la teología moral matrimonial, una clara postura sobre la integración de la sexualidad en el bien de la persona.
El padre Knotz es doctor en teología pastoral, sacerdote y además está apoyado por la conferencia episcopal polaca, pero… se desenvuelve con un protagonismo en el que no se atiene estrictamente a “lo doctrinal, lo pastoral o lo relacionado con la conciencia”, como corresponde a su ministerio y lo recomienda la doctrina de la Iglesia católica.
Sin serlo, ejerce como médico, psicólogo o consejero matrimonial. Además como escritor, lo hace con una libertad literaria en la que no solo sale exonerado en su forma de tratar la temática, sino que a través de sus poco novedosas precisiones aparece como autoridad en la materia.
Su argumento “pastoral” es que cuando comenzó a trabajar como asesor espiritual de matrimonios, percibió el temor con que algunas parejas católicas practicaban el sexo. Lo veían como una cosa pecaminosa, sucia, frustrante.
La doctrina católica reconoce que “es una necesidad, un bien y un valor” que se traten las relaciones sexuales del matrimonio, ya que “son muy importantes para que los esposos mejoren su trato, porque cuando falta esta intimidad pueden surgir una serie de problemas”, pues el sexo es parte “constitutiva del sacramento”, hasta el punto que, la Iglesia católica llega a declarar la nulidad de los matrimonios en los que la unión sexual no se da.
Por ello, la Iglesia anima a que cada vez más se formen laicos profesionales expertos en este tema que puedan brindar consejo, terapia, etc. Laicos comprometidos con la fe que ejercen también desde la perspectiva de su propia experiencia matrimonial, que pueden aclarar y sanar cualquier duda en favor del matrimonio y la familia.
La gran verdad moral y que no es ninguna novedad, por lo tanto, es que en el auténtico amor entre esposos, el sexo es un reducto fisiológico en el que todas las expresiones que lleven a la gozosa intimidad son válidas cuando se dan sin falsificaciones que dañan su carácter unitivo y procreativocuando promueven la dignidad de la persona en la visibilidad de su cuerpo; cuando son la “celebración” de una vida de esforzada fidelidad.
El sexo en el matrimonio forma parte del plan de Dios y es por lo tanto bueno y santo. Siendo las relaciones sexuales el lenguaje por el que los esposos pueden expresarse sentimientos, pasiones y afectos, son con todo, la cereza en el pastel.
Una cereza muy importante pues indica que la sexualidad se integra en el bien de la persona, por el que el amor libremente se extiende en una amplia y profunda relación que les exige la gozosa entrega, abnegación y hasta el sacrificio de convertirse en don de si, para la mejora del otro en medio de todas las circunstancias de la vida. Un amor que se reviste de delicadezas y atenciones hacia la persona amada en la ilusión de verla crecer y ser feliz.
Knotz pretende ofrecer respuestas y soluciones que se encuentran implícitas en la sana relación personal de quienes logran que su sexualidad se integre en ellos como un bien, liberándolos de la esclavitud del egoísmo y permitiéndole crecer en el dominio y responsabilidad de sí mismo para darse como el más noble don a la persona amada. ¡Este sí que es el verdadero secreto del amor!
Muchos matrimonios se pueden hacer preguntas como: ¿Qué podemos hacer y qué no debemos de hacer? ¿En dónde está el límite? ¿Si ambos lo permitimos y queremos, está bien? ¿Es necesario?
Buscando respuesta pensemos en esa fina y delicada preparación de la alcoba, donde el ambiente con notas de perfume, música, vino, gracejo y estímulos válidos sean compatibles con una vida en gracia. Con una verdadera comunión entre dos seres que se aman. Esta bella dimensión es algo que se debe cuidar con mucho esmero.
El riesgo es la premeditación de ese atragantamiento de desbordadas pasiones, en el que la persona queda oculta en actitudes que permitan mayores sensaciones terminando en el egoísmo de la autosatisfacción. Un egoísmo que impide esa “mi entrega para el otro” y esa la “acogida del otro”, en el que en mayor o menor grado, uno de los dos se sentirá instrumentalizado, y lo que tendría que haber sido de carácter unitivo resulta en lo contrario, explotando luego en coraje yresentimiento en la menor de las crisis matrimoniales.
Knotz va a vender muchos libros, las editoriales se frotan las manos, pero pasará el tiempo y vendrán otros más audaces, que tratarán de impregnar de supuesta racionalidad las pasiones y la sensibilidad humana, haciendo de la intimidad en el matrimonio algo cada vez más trivial al separar “doctoralmente” la sexualidad del amor, haciéndola objeto de comercio.

Se potencializa así el riesgo de reducir el matrimonio a una cuestión “erótica sexual” y eso no es matrimonio. Decía el entonces cardenal Joseph Ratzinger: la sexualidad se ha trivializado, se ha banalizado porque se ha reducido al placer, pero la sexualidad es un misterio muy grande porque es un proyecto de Dios de crear al hombre para el amor, es un modo de participar de la realidad de Dios.

Ya no soy virgen, ¿para qué esperar entonces hasta el matrimonio?


Ya no soy virgen, ¿para qué esperar entonces hasta el matrimonio?
Muchos hemos sido heridos y hemos renunciado al verdadero amor, pero el amor sí existe y sí lo merecemos





Crystalina Evert, autora de Feminidad Pura, no teme hablar desde su experiencia para ayudar a otras jóvenes a recuperar su pureza y emprender al camino del amor puro:
Nunca olvidaré el día en que se alejó de mí por última vez. Lo único en lo que podía pensar era que “ese chico se está yendo con algo que nunca le perteneció y que nunca recuperaré”.
Tenía quince años y sabía con todo mi corazón que eso era amor. Él me dijo que si lo amaba, se lo demostrara. Así lo hice. Pero al poco tiempo, ya no quería pasar más tiempo conmigo, sólo pasaba el tiempo con mi cuerpo. Después de eso, empecé a pensar: “Bueno, yo ya no soy virgen, así que ¿qué sentido tiene ya esperar hasta el matrimonio? Para mí es demasiado tarde”. Después de eso, mientras trataba de encontrar el amor perfecto, una relación vacía conducía a otra.
Toda mujer anhela el amor, pero muchas de nosotras hemos salido heridas y hemos renunciado al verdadero amor. Empezamos a decirnos a nosotras mismas que el amor no existe o que no lo merecemos. Pero el amor sí existe y sí lo merecemos.
La verdad es que ese anhelo de amor existe en ti porque es así como Dios te creó. Estás hecha para amar, Él quiere que seas amada y Él te enseñará el camino que conduce al amor si tú se lo permites.
Si has perdido la virginidad, ¡NO es demasiado tarde para ti!
Una vez que se perdió, se perdió. Eso era todo lo que corría por mi cabeza, porque sabía que nunca recuperaría mi virginidad. Una mala relación llevaba a otra, y con cada ruptura venía una desesperación más profunda. Después de unos años de estar en esto, me cansé de huir de la realidad y de esconderme de la verdad. Estaba harta de nunca estar en paz.
Dicen que cuando una oveja se aparta constantemente de la seguridad del rebaño y se pone en peligro, el pastor le rompe las piernas y la carga sobre sus hombros, cuidando personalmente de ella. Para cuando los huesos hayan soldado y la oveja pueda caminar nuevamente, habrá llegado a amar y a confiar tanto en su pastor que nunca se alejará de su lado.
Me sentía tan quebrada como esa oveja, habiendo tratado una y otra vez de escapar de Dios en busca del amor que sólo Él podía darme. Por mi propio bien,Él permitió que tocase fondo.
Sus palabras: “Separados de mí no pueden hacer nada” (San Juan 15,5), nunca pudieron ser más claras para mí. Hasta entonces había pensado que sin un chico yo no podría hacer nada. Pero me di cuenta que ningún afecto de varón puede reemplazar la seguridad que te da conocer el amor de Dios.
Una y otra vez me dije que “ya era muy tarde para mí”, pero me di cuenta de que eso era una evasión, una excusa para eludir la desafiante tarea de restaurar mi propio respeto. Mi pereza y orgullo era lo que en realidad me frenaba.
Eso también me demostraba que no me había perdonado a mí misma. Pero todos tienen cosas en su pasado que les gustaría borrar. Aquellos que viven vidas grandiosas son aquellos que aprenden de sus errores en vez de repetirlos y dejarse vencer por ellos.
Así que ten más confianza en ti misma y un poco de fe en Dios. Los remordimientos de tu pasado pueden parecer abrumadores, pero el amor de Dios es más grande.

Tomado de:

http://es.aleteia.org/2015/10/19/ya-no-soy-virgen-para-que-esperar-entonces-hasta-el-matrimonio/