13 de diciembre de 2017

UNA SEMANA DESPUÉS

Si usted no cree que exista el diablo, entérese. Existe en el Municipio Juan José Mora.

Nuevamente nos encontramos, en la mañana de hoy miércoles 13 de diciembre, que robaron en nuestra Iglesia Cristo Rey - Colinas de Mara.

Una semana después del anterior Robo nuevamente la DELINCUENCIA DE MORON causan destrozos en nuestro templo.

No sólo el cementerio será su destino sino se CONVIERTEN. Están a tiempo.

Tomando unas palabras del papa emérito Benedicto XVI:
"El bien vencerá en el mundo [en este municipio Juan José Mora], aunque el mal [delincuencia, corrupción injusticia e impunidad] haga mucho ruido".

Esta vez se llevaron:
- 4 bombillos (tres de 110 vez y uno 220 v)
- Cables.
- 12 brekaers.
- Destruyeron una puerta.

A pesar de la oscuridad que nos rodea, a pesar de que unos DELINCUENTES dejen nuestro Templo parroquial en oscuridad, el adviento es la hermosa oportunidad de mostrar de que estamos hechos; nos preparamos a celebrar la  Navidad, llena de la luz de Cristo, reafirmando nuestra fe en el amor de Dios en la dulzura de Niño que viene a nuestras vidas.

Que el Senor tenga misericordia de los delincuentes y salga de su oscuridad.

6 de diciembre de 2017

NUEVO ROBO

Nuevanente la PORQUERIA, DESGRACIADOS, PARASITOS,  ANORMALES y DELINCUENTES, de Moron volvieron a ROBAR y DAÑAR nuestra IGLESIA CRISTO REY. Es producto de la falta de autoridad, seguridad que impera en este municipio descuidado y olvidado. No vale la pena poner ninguna denuncia, ya que ni Policía Municipal ni el CICPC, atiende a la denuncia. Porque ladron agarrado ladrón soltado.
En esta ocasion se robaron:
- 16 bombillos.
- cables (unos 100 mts)
- sillas plasticas (5).
- destruyeron una puerta.
- partieron cristales de la ventana. 

Que el Senor tenga misericordia de ellos.

Mucho acto de reparación y desagravio que hacer.






Una personalidad que se identifique con Cristo

            ¿Por qué reacciono de ese modo? ¿Por qué soy así? ¿Podré cambiar? Son algunas de las preguntas que alguna vez pueden asaltarnos. A veces, nos las planteamos respecto a los demás: ¿por qué tiene ese modo de ser?... Vamos a profundizar sobre estas cuestiones, mirando a nuestra meta: parecernos cada vez más a Jesucristo, dejándolo obrar en nuestra existencia.
Este proceso abarca todas las dimensiones de la persona, que al divinizarse conserva los rasgos de lo auténticamente humano, elevándolos según la vocación cristiana. Y es que Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre: perfectus Deus, perfectus homo. En Él contemplamos la figura realizada del ser humano,pues «Cristo Redentor (...) revela plenamente el hombre al mismo hombre. Tal es si se puede hablar así la dimensión humana del misterio de la Redención. En esta dimensión el hombre vuelve a encontrar la grandeza, la dignidad y el valor propios de su humanidad»[1].
La nueva vida que hemos recibido en el Bautismo está llamada a crecer hasta que lleguemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de la plenitud de Cristo[2].
Si bien lo divino, lo sobrenatural, es el elemento decisivo en la santidad personal, lo que une y armoniza todas las facetas del hombre, no podemos olvidar que esto incluye, como algo intrínseco y necesario, lo humano: Si aceptamos nuestra responsabilidad de hijos suyos, Dios nos quiere muy humanos. Que la cabeza toque el cielo, pero que las plantas pisen bien seguras en la tierra. El precio de vivir en cristiano no es dejar de ser hombres o abdicar del esfuerzo por adquirir esas virtudes que algunos tienen, aun sin conocer a Cristo. El precio de cada cristiano es la Sangre redentora de Nuestro Señor, que nos quiere -insisto- muy humanos y muy divinos, con el empeño diario de imitarle a Él, que es "perfectus Deus, perfectus homo"[3].

La tarea de formar el carácter
La acción de la gracia en las almas va de la mano con un crecimiento en la madurez humana, en la perfección del carácter. Por eso, al mismo tiempo que cultiva las virtudes sobrenaturales, un cristiano que busca la santidad procurará alcanzar los hábitos, modos de hacer y de pensar que caracterizan a alguien como maduro y equilibrado. Se moverá no por un simple afán de perfección, sino para reflejar la vida de Cristo; por eso, san Josemaría anima a examinarse: —Hijo: ¿dónde está el Cristo que las almas buscan en ti?: ¿en tu soberbia?, ¿en tus deseos de imponerte a los otros?, ¿en esas pequeñeces de carácter en las que no te quieres vencer?, ¿en esa tozudez?... ¿Está ahí Cristo? —¡¡No!! La respuesta nos da una clave para emprender esta tarea: —De acuerdo: debes tener personalidad, pero la tuya ha de procurar identificarse con Cristo[4]
En la propia personalidad influye tanto lo que se hereda y se manifiesta desde el nacimiento, que suele llamarse temperamento, como aquellos aspectos que se han adquirido por la educación, las decisiones personales, el trato con los demás y con Dios, y otros muchos factores, que incluso pueden ser inconscientes.
De este modo, existen distintos tipos de personalidades o caracteres extrovertidos o tímidos, fogosos o reservados, despreocupados o aprensivos, etc., que se expresan en el modo de trabajar, de relacionarse con los demás, de considerar los acontecimientos diarios.
Estos elementos influyen en la vida moral, al facilitar el desarrollo de ciertas virtudes o, si falta el empeño por moldearlos, la aparición de defectos: por ejemplo, una personalidad emprendedora puede ayudar a cultivar la laboriosidad, con tal de que al mismo tiempo se viva una disciplina que evitará el defecto de la inconstancia y del activismo.
Dios cuenta con nuestra personalidad para llevarnos por caminos de santidad. El modo de ser de cada uno es como una tierra fértil que se ha de cultivar: basta quitar con paciencia y alegría las piedras y malas hierbas que impiden la acción de la gracia, y comenzará a dar fruto, una parte el ciento, otra el sesenta y otra el treinta[5]
Cada quien puede hacer rendir los talentos que ha recibido de las manos de Dios, si se deja transformar por la acción del Espíritu Santo, forjando una personalidad que refleje el rostro de Cristo, sin que esto quite para nada los propios acentos, pues variados son los santos del cielo, que cada uno tiene sus notas personales especialísimas[6].
Si bien hemos de robustecer y pulir la propia personalidad para que se ajuste a un estilo cristiano, no podemos pensar que el ideal sería convertirse en una especie de "superhombre" En realidad, el modelo es siempre Jesucristo, que posee una naturaleza humana igual que la nuestra, pero perfecta en su normalidad y elevada por la gracia.
Desde luego, encontramos un ejemplo excelso también en la Santísima Virgen María: en Ella se da la plenitud de lo humano… y de la normalidad. La proverbial humildad y sencillez de María, quizá sus cualidades más valoradas en toda la tradición cristiana, junto a su cercanía, cariño y ternura por todos sus hijos que son virtudes de una buena madre de familia, son la mejor confirmación de ese hecho: la perfección de una criatura  ¡Más que tú sólo Dios![7], tan plenamente humana, tan encantadoramente mujer: ¡la Señora por excelencia!

Madurez humana y sobrenatural
La palabra "madurez" significa primero estar en sazón, a punto, y por extensión hace referencia a la plenitud del ser. Implica también el cumplimiento de la propia tarea. Por eso, su mejor paradigma lo podemos encontrar en la vida del Señor. Contemplarla en los Evangelios y ver cómo Cristo trata a las personas, su fortaleza ante el sufrimiento, la decisión con que acometió la misión recibida del Padre, todo esto nos da el criterio de la madurez.
Al mismo tiempo, nuestra fe incorpora todos los valores nobles que se encuentran en las distintas culturas, y por eso también es útil retomar, purificándolos, los criterios clásicos de madurez humana. Es algo que se ha hecho a lo largo de la historia de la espiritualidad cristiana, en mayor o menor medida, de forma más o menos explícita.
El mundo clásico greco-romano, por ejemplo, que tan sabiamente cristianizaron los Padres de la Iglesia, colocó al centro del ideal de madurez humana especialmente la "sabiduría" y la "prudencia", entendidas con diversos matices. Los filósofos y teólogos cristianos de aquella época enriquecieron esta concepción, señalando la preeminencia de las virtudes teologales, de modo especial la caridad como vínculo de la perfección[8], en palabras de san Pablo, y que da forma a todas las virtudes.
Actualmente, el estudio sobre la madurez humana se ha complementado con las distintas perspectivas que ofrecen las ciencias modernas. Sus conclusiones son útiles en la medida en que parten de una visión del hombre abierta al mensaje cristiano.
Así, algunos suelen distinguir tres campos fundamentales en la madurez: intelectual, emotiva y social. Rasgos significativos de madurez intelectual pueden ser: un adecuado concepto de sí mismo (cercanía entre lo que uno piensa que es y lo que realmente es, en la que influye decisivamente la sinceridad con uno mismo); una filosofía correcta de la vida; establecer personalmente metas y fines claros, pero con horizontes abiertos e ilimitados (en amplitud, profundidad e intensidad); un conjunto armónico de valores; una clara certidumbre ético-moral; un sano realismo ante el mundo propio y ajeno; la capacidad de reflexión y análisis sereno de los problemas; la creatividad y la iniciativa; etc.
Entre los rasgos de madurez emotiva, sin ninguna pretensión de exhaustividad, cabría señalar: el saber reaccionar proporcionalmente ante los sucesos de la vida, sin dejarse abatir por el fracaso ni perder el realismo en el éxito; la capacidad de control flexible y constructivo de sí mismo; el saber amar, ser generosos y donarse a los demás; la seguridad y firmeza en las decisiones y compromisos; la serenidad y capacidad de superación ante los retos y las dificultades; el optimismo, la alegría, la simpatía y el buen humor.
Finalmente, como parte de la madurez social encontramos: el afecto sincero por los demás, el respeto a sus derechos y el deseo de descubrir y aliviar sus necesidades; la comprensión de la diversidad de opiniones, valores o rasgos culturales, sin prejuicios; la capacidad de crítica e independencia frente a la cultura dominante, el entorno y el ambiente, los grupos de presión o las modas; una naturalidad en el comportamiento que lleva a actuar sin convencionalismos; ser capaces de escuchar y comprender; la facilidad para colaborar con otros.

Un camino hacia la madurez
Cabría resumir estos rasgos diciendo que la persona madura es capaz de desarrollar un proyecto elevado, claro y armónico de su vida, y que posee las disposiciones positivas necesarias para realizarlo con facilidad.
En cualquier caso, la madurez viene como un proceso que requiere tiempo, que pasa por distintos momentos y etapas. Suele crecer de una manera gradual, aunque en la historia personal pueda haber sucesos que impulsan a dar grandes saltos: por ejemplo, la venida al mundo del primer hijo para algunos marca un hito, al caer en la cuenta de lo que implica esta nueva responsabilidad; o, después de atravesar serios apuros económicos, una persona puede aprender a reconsiderar cuáles son las cosas verdaderamente importantes en la vida; etc.
En este camino hacia la madurez, la fuerza transformadora de la gracia se hace presente. Basta una mirada de conjunto a las santas y santos más conocidos para detectar en seguida en ellos los ideales elevados, la certidumbre de sus convicciones, la humildad que es el más adecuado concepto de sí mismo, su desbordante creatividad e iniciativa, su capacidad de entrega y amor hecha realidad, su contagioso optimismo, su apertura su afán apostólico, en definitiva eficaz y universal.
Un ejemplo claro lo encontramos en la vida de san Josemaría, que ya desde la juventud notaba que la gracia había obrado en él consolidando una personalidad madura. Apreciaba en sí, en medio de las dificultades, una estabilidad de ánimo fuera de lo usual: Creo que el Señor ha puesto en mi alma otra característica: la paz: tener la paz y dar la paz, según veo en personas que trato o dirijo[9]. Se le podían aplicar, con toda justicia, aquellas palabras del salmo: Super senes intellexi quia mandata tua quaesivi[10]tengo más discernimiento que los ancianos, porque guardo tus mandatos. Lo que no quita que, no pocas veces, la madurez se adquiere con el tiempo, los fracasos y los éxitos, que entran en el horizonte de la Divina Providencia.

Contar con la gracia y el tiempo
Aunque es posible señalar que en cierto momento una persona ha llegado a una etapa de madurez en su vida, la tarea de trabajar sobre el modo de ser de cada uno se proyecta a lo largo de todo nuestro andar terreno.
El autoconocimiento y la aceptación del propio carácter darán paz para no desanimarse en este empeño. Esto no implica ceder al conformismo. Quiere decir, más bien, reconocer que el heroísmo de la santidad no exige poseer ya una personalidad perfecta ni aspirar a un modo de ser idealizado, y que la santidad requiere la lucha paciente de cada día, sabiendo reconocer los errores y pedir perdón.
Las verdaderas biografías de los héroes cristianos son como nuestras vidas: luchaban y ganaban, luchaban y perdían. Y entonces, contritos, volvían a la lucha[11]. El Señor cuenta con el esfuerzo prolongado en el tiempo para pulir el propio modo de ser. Es significativo, por ejemplo, aquello que una persona comentaba a la sierva de Dios Dora del Hoyo hacia el final de su vida: «–Dora: quién te ha visto y quién te ve. ¡Mira que eres otra! Se rió: sabía muy bien de qué hablaba»[12]. Le había hecho ver cómo, con los años, su carácter había alcanzado una ecuanimidad que conseguía moderar las reacciones de genio.
Y es que en esta empresa contamos siempre con la ayuda del Señor y con los cuidados maternos de santa María: «La Virgen hace precisamente esto con nosotros, nos ayuda a crecer humanamente y en la fe, a ser fuertes y a no ceder a la tentación de ser hombres y cristianos de una manera superficial, sino a vivir con responsabilidad, a tender cada vez más hacia lo alto»[13].
En próximos editoriales abordaremos diversos elementos que están implicados en la formación del carácter. Señalaremos ciertos rasgos claves de la madurez cristiana. Contemplaremos el edificio que el Espíritu Santo, con la colaboración activa de cada uno, busca levantar en el interior del alma, y consideraremos las características de los fundamentos, qué hacer para asegurar que la estructura sea firme, cómo remediar la aparición de alguna fisura.
¡Qué desafío tan entusiasmante es forjar una personalidad que refleje claramente la imagen de Jesucristo!

J.Sesé

[1] San Juan Pablo II, Enc. Redemptor Hominis, n. 10.
[2] Ef 4,13.
[3] Amigos de Dios, n. 75.
[4] Forja, n. 468.
[5] Mt 13,8.
[6] Camino, n. 947.
[7] Camino, n. 496.
[8] Col 3,14.
[9] Apuntes íntimos, n. 1095, citado en Andrés Vázquez de Prada, El fundador del Opus Dei, vol. I, Rialp, Madrid 1997, p. 560.
[10] Sal 118 (Vg).
[11] Es Cristo que pasa, n. 76.
[12] Recuerdos de Rosalía López Martínez, Roma 29-IX-2006 (AGP, DHA, T-1058), citado en Javier Medina, Una luz encendida. Dora del Hoyo, Palabra, Madrid 2012, pp. 115.
[13] Francisco, Homilía ante la imagen de Sancta Maria Salus Populi Romani, 6-V-2013.
opusdei.es / enlacumbre2028.blogspot.com


5 de diciembre de 2017

MENSAJE PAPA FRANCISCO: ENCUENTRO DE POLÍTICOS CATÓLICOS Y OBISPOS REUNIDOS EN BOGOTÁ DEL 1 AL 3 DE DICIEMBRE.


¡Buenos días!
Deseo saludar y agradecer, ante todo, a los dirigentes políticos que han aceptado la invitación a participar en un evento que yo mismo he alentado desde su génesis: «el Encuentro de laicos católicos que asumen responsabilidades políticas al servicio de los pueblos de América Latina». Saludo también a los Señores Cardenales y Obispos que los acompañan, con quienes tendrán seguramente un diálogo de mucho provecho para todos.
Desde el Papa Pío XII hasta ahora, los sucesivos pontífices siempre se han referido a la política como «alta forma de la caridad». Podría traducirse también como servicio inestimable de entrega para la consecución del bien común de la sociedad. La política es ante todo servicio; no es sierva de ambiciones individuales, de prepotencia de facciones o de centros de intereses. Como servicio, no es tampoco patrona, que pretende regir todas las dimensiones de la vida de las personas, incluso recayendo en formas de autocracia y totalitarismo. Y cuando hablo de autocracia y totalitarismo no estoy hablando del siglo pasado, estoy hablando de hoy, en el mundo de hoy, y quizás también de algún país de América Latina. Se podría afirmar que el servicio de Jesús —que vino a servir y no a ser servido— y el servicio que el Señor exige de sus apóstoles y discípulos es analógicamente el tipo de servicio que se pide a los políticos. Es un servicio de sacrificio y entrega, al punto tal que a veces se puede considerar a los políticos como “mártires” de causas para el bien común de sus naciones.
La referencia fundamental de este servicio, que requiere constancia, empeño e inteligencia, es el bien común, sin el cual los derechos y las más nobles aspiraciones de las personas, de las familias y de los grupos intermedios en general no podrían realizarse cabalmente, porque faltaría el espacio ordenado y civil en los cuales vivir y operar. Es un poco el bien común concebido como atmósfera de crecimiento de la persona, de la familia, de los grupos intermedios. El bien común. El Concilio Vaticano II definió el bien común, de acuerdo con el patrimonio de la Doctrina Social de la Iglesia, como «el conjunto de aquellas condiciones de vida social con las cuales los hombres, las familias y las asociaciones pueden lograr con mayor plenitud y facilidad su propia perfección» (Gaudium et spes, n. 74). Es claro que no hay que oponer servicio a poder —¡nadie quiere un poder impotente!—, pero el poder tiene que estar ordenado al servicio para no degenerarse. O sea, todo poder que no esté ordenado al servicio se degenera. Por supuesto que me estoy refiriendo a la «buena política», en su más noble acepción de significado, y no a las degeneraciones de lo que llamamos «politiquería». «La mejor manera de llegar a una política auténticamente humana — enseña una vez más el Concilio— es fomentar el sentido interior de la justicia, de la benevolencia y del servicio al bien común y robustecer las convicciones fundamentales en lo que toca a la naturaleza verdadera de la comunidad política y al fin, recto ejercicio y límites de los poderes públicos» (ibíd., n. 73). Tengan todos ustedes la seguridad de que la Iglesia católica «alaba y estima la labor de quienes, al servicio del hombre, se consagran al bien de la cosa pública y aceptan las cargas de este oficio» (ibíd., n. 75).
Al mismo tiempo, también estoy seguro que todos sentimos la necesidad de rehabilitar la dignidad de la política. Si me refiero a América Latina, ¡cómo no observar el descrédito popular que están sufriendo todas las instancias políticas, la crisis de los partidos políticos, la ausencia de debates políticos de altura que apunten a proyectos y estrategias nacionales y latinoamericanas que vayan más allá de las políticas de cabotaje! Además, con frecuencia el diálogo abierto y respetuoso que busca las convergencias posibles con frecuencia se sustituye por esas ráfagas de acusaciones recíprocas y recaídas demagógicas. Falta también la formación y el recambio de nuevas generaciones políticas. Por eso los pueblos miran de lejos y critican a los políticos y los ven como corporación de profesionales que tienen sus propios intereses o los denuncian airados, a veces sin las necesarias distinciones, como teñidos de corrupción. Esto nada tiene que ver con la necesaria y positiva participación de los pueblos, apasionados por su propia vida y destino, que tendría que animar la escena política de las naciones. Lo que es claro es que se necesitan dirigentes políticos que vivan con pasión su servicio a los pueblos, que vibren con las fibras íntimas de su ethos y cultura, solidarios con sus sufrimientos y esperanzas; políticos que antepongan el bien común a sus intereses privados, que no se dejen amedrentar por los grandes poderes financieros y mediáticos, que sean competentes y pacientes ante problemas complejos, que estén abiertos a escuchar y aprender en el diálogo democrático, que combinen la búsqueda de la justicia con la misericordia y la reconciliación. No nos contentemos con la poquedad de la política: necesitamos dirigentes políticos capaces de movilizar vastos sectores populares en pos de grandes objetivos nacionales y latinoamericanos. Conozco personalmente a dirigentes políticos latinoamericanos con distinta orientación política, que se acercan a esta figura ideal.
¡Cuánta necesidad estamos teniendo de una «buena y noble política» y de sus protagonistas hoy en América Latina! ¿Acaso no hay que enfrentar problemas y desafíos de gran magnitud? Ante todo, la custodia del don de la vida en todas sus etapas y manifestaciones. América Latina tiene también necesidad de un crecimiento industrial, tecnológico, auto-sostenido y sustentable, junto con políticas que enfrenten el drama de la pobreza y que apunten a la equidad y a la inclusión, porque no es verdadero desarrollo el que deja a multitudes desamparadas y sigue alimentando una escandalosa desigualdad social. No se puede descuidar una educación integral, que comienza en la familia y se desarrolla en una escolarización para todos y de calidad. Hay que fortalecer el tejido familiar y social. Una cultura del encuentro —y no de los permanentes antagonismos— tiene que fortalecer los vínculos fundamentales de humanidad y sociabilidad y poner cimientos fuertes a una amistad social, que deje atrás las tenazas del individualismo y la masificación, la polarización y la manipulación. Tenemos que encaminarnos hacia democracias maduras, participativas, sin las lacras de la corrupción, o de las colonizaciones ideológicas, o las pretensiones autocráticas y las demagogias baratas. Cuidemos nuestra casa común y sus habitantes más vulnerables evitando todo tipo de indiferencias suicidas y de explotaciones salvajes. Levantemos nuevamente muy en alto y muy concretamente la exigencia de una integración económica, social, cultural y política de pueblos hermanos para ir construyendo nuestro continente, que será todavía más grande cuando incorpore «todas las sangres», completando su mestizaje, y sea paradigma de respeto de los derechos humanos, de paz, de justicia. No podemos resignarnos a la situación deteriorada en que con frecuencia hoy nos debatimos.
Quisiera dar un paso más en esta reflexión. El papa Benedicto XVI señaló con preocupación en su discurso de inauguración de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Aparecida «la notable ausencia en el ámbito político [...] de voces e iniciativas de líderes católicos de fuerte personalidad y de vocación abnegada que sean coherentes con sus convicciones éticas y religiosas». Y los Obispos de todo el continente quisieron incorporar esta observación en las conclusiones de Aparecida, hablando de los «discípulos y misioneros en la vida pública» (n. 502).
En verdad, en un continente con un gran número de bautizados en la Iglesia católica, de sustrato cultural católico, en el que la tradición católica está todavía muy vigente en los pueblos y en el que abundan las grandes manifestaciones de la piedad popular, ¿cómo es posible que los católicos aparezcan más bien irrelevantes en la escena política, incluso asimilados a una lógica mundana? Es cierto que hay testimonios de católicos ejemplares en la escena pública, pero se nota la ausencia de corrientes fuertes que estén abriendo camino al Evangelio en la vida política de las naciones. Y esto no quiere decir hacer proselitismo a través de la política, nada que ver. Hay muchos que se confiesan católicos —y no nos está permitido juzgar sus conciencias, pero sí sus actos—, que muchas veces ponen de manifiesto una escasa coherencia con las convicciones éticas y religiosas propias del magisterio católico. No sabemos lo que pasa en su conciencia, no podemos juzgarla, pero vemos sus actos. Hay otros que viven de modo tan absorbente sus compromisos políticos que su fe va quedando relegada a un segundo plano, empobreciéndose, sin la capacidad de ser criterio rector y de dar su impronta a todas las dimensiones de vida de la persona, incluso a su praxis política. Y no faltan quienes no se sienten reconocidos, alentados, acompañados y sostenidos en la custodia y crecimiento de su fe, por parte de los Pastores y de las comunidades cristianas. Al final, la contribución cristiana en el acontecer político aparece sólo a través de declaraciones de los Episcopados, sin que se advierta la misión peculiar de los laicos católicos de ordenar, gestionar y transformar la sociedad según los criterios evangélicos y el patrimonio de la Doctrina Social de la Iglesia.
Por todo ello, quise escoger como tema de la anterior Asamblea Plenaria de la Pontificia Comisión para América Latina el tema: «El indispensable compromiso de los laicos católicos en la escena pública de los países latinoamericanos» (1-4 marzo 2017). Y el 13 de marzo envié una carta al Presidente de esa Comisión, el Cardenal Marc Ouellet, con la que advertía una vez más sobre el riesgo del clericalismo y planteaba la pregunta: «¿Qué significa para nosotros pastores que los laicos estén trabajando en la vida pública?». «Significa buscar la manera de poder alentar, acompañar y estimular los intentos, esfuerzos que ya hoy se hacen por mantener viva la esperanza y la fe en un mundo de contradicciones especialmente para los más pobres. Significa como pastores comprometernos en medio de nuestro pueblo y con nuestro pueblo sostener la fe y su esperanza.
Abriendo puertas, trabajando con ellos, soñando con ellos, reflexionando y especialmente rezando con ellos. Necesitamos reconocer la ciudad —y por lo tanto todos los espacios donde se desarrolla la vida de nuestra gente— desde una mirada contemplativa, una mirada de fe que descubra al Dios que habita en sus hogares, en sus calles, en sus plazas». Y al contrario, «muchas veces hemos caído en la tentación de pensar que el así llamado “laico comprometido” es aquel que trabaja en las obras de la Iglesia y/o en las cosas de la parroquia o de la diócesis y poco hemos reflexionado cómo acompañar a un bautizado en su vida pública y cotidiana; y cómo se compromete como cristiano en la vida pública. Sin darnos cuenta, hemos generado una élite laical creyendo que son “laicos comprometidos” sólo aquellos que trabajan en cosas “de los curas” y hemos olvidado, descuidado, al creyente que muchas veces quema su esperanza en la lucha cotidiana por vivir su fe. Estas son las situaciones que el clericalismo no puede ver, ya que está muy preocupado por dominar espacios más que por generar procesos. Por eso, debemos reconocer que el laico por su propia realidad, por su propia identidad, por estar inmerso en el corazón de la vida social, pública y política, por estar en medio de nuevas formas culturales que se gestan continuamente tiene exigencias de nuevas formas de organización y de celebración de la fe».
Es necesario que los laicos católicos no queden indiferentes a la cosa pública, ni replegados dentro de los templos, ni que esperen las directivas y consignas eclesiásticas para luchar por la justicia, por formas de vida más humana para todos. «No es nunca el pastor el que le dice al laico lo que tiene que hacer o decir, ellos lo saben mejor que nosotros... No es el pastor el que tiene que determinar lo que tienen que decir en los distintos ámbitos los fieles. Como pastores, unidos a nuestro pueblo, nos hace bien preguntarnos cómo estamos estimulando y promoviendo la caridad y la fraternidad, el deseo del bien, y de la verdad y la justicia. Cómo hacemos para que la corrupción no anide en nuestros corazones». Incluso en nuestros corazones de pastores. Y, a la vez, nos hace bien escuchar con mucha atención la experiencia, reflexiones e inquietudes que pueden compartir con nosotros los laicos que viven su fe en los diversos ámbitos de la vida social y política. 
Vuestro diálogo sincero en este Encuentro es muy importante. Hablen con libertad. Un diálogo que sea entre católicos, prelados y políticos, en el que la comunión entre personas de la misma fe resulte más determinante que las legítimas oposiciones de opciones políticas. Por algo y para algo participamos en la Eucaristía, fuente y culmen de toda comunión. De vuestro diálogo se podrán ir sacando factores iluminantes, factores orientadores para la misión de la Iglesia en la actualidad. 

¡Gracias de nuevo, y buen trabajo!


28 de noviembre de 2017

AGENDA DEL MES DE DICIEMBRE 2017



-         Jueves 07: IX Aniversario de Consagración de la Hna. Yesenia Arellano (Virgen Consagrada).
·       9:00 am Reunión de clero - Casa del obispo.
·       4:00: Exposición del Santísimo – Confesiones – Santo Rosario.
·  5:00 pm: SANTA MISA PRIMERAS VÍSPERAS DE LA SOLEM. DE LA  INMACULADA CONCEPCIÓN EN CRISTO REY.

-        Viernes 08: SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN.
·       4:00: Confesiones – Santo Rosario.
· 5:00 pm: SANTA MISA DE LA SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN EN CRISTO REY.

-         Sábado 09:
·  10:00 am: Ordenación Sacerdotal del Diácono Eder Graterol, Catedral San José – Puerto Cabello.

-         Domingo 10: II DOMINGO DE ADVIENTO.
·       8:00 am: Santa Misa en Cristo Rey.
·       10:00 am: Primera Misa del Pbro. Eder Graterol en Santa Ana, Morón.


Mensaje de Navidad
La navidad no se trata solo de algo emotivo, sentimental; nos conmueve porque dice la realidad de lo que somos: somos un pueblo en camino, y a nuestro alrededor – y también dentro de nosotros – hay tinieblas y luces. Y esta noche, cuando el espíritu de las tinieblas cubre el mundo, se renueva el acontecimiento que siempre nos asombra y sorprende: el pueblo en camino ve una gran luz. Una luz que nos invita a reflexionar en este misterio; misterio de caminar y de ver (Papa Francisco, 24.12.2013).
La Navidad nos hace conmemorar el prodigio increíble del nacimiento del Hijo unigénito de Dios de la Virgen María en la cueva de Belén. Dios se ha hecho ser humano, sin abandonar su condición divina, para enseñarnos el camino del amor, de la justicia y de la paz que tanto anhelamos. Esa vía no es una lección abstracta de ética, sino que la encontramos en la vida y el mensaje de Jesús de Nazaret. Solamente cuando las enseñanzas de Jesucristo se toman en cuenta para organizar la vida social y la existencia personal advienen la armonía y la alegría verdaderas.
Como comunidad parroquial que queremos vivir el Evangelio debemos tomar una distancia crítica frente a la corriente cultural actual ¿Cómo debe vivir la Navidad un creyente? ¿Cómo debe nuestra comunidad prepararse para Navidad, partiendo del Evangelio? El reto que nos toca afrontar es en definitiva recuperar el sentido Cristiano de la Navidad, reaccionando firme y valientemente ante una postura y comportamiento que más bien huelen a paganismo. Sin Jesús, simplemente es un 25 de Diciembre, con la única variante de que uno amanece espiritualmente ‘crudo’ al día siguiente.
Si no se reconoce que Dios se hizo hombre, ¿qué sentido tiene festejar la Navidad? La celebración se vacía. Y esto es tristemente lo que encontramos en bastantes ambientes, en muchos corazones, incluso en tu corazón y en mi corazón: una fiesta navideña hueca, llena de mercantilismo, de celebraciones sin referencia directa al compromiso de un cambio personal.
El sentido cristiano de la Navidad es: Recibir el gran regalo que Dios Padre en su amor inmenso hacia nosotros nos hace al enviarnos y darnos a Jesús, su Hijo nacido de una mujer, la Virgen María, como el Salvador del mundo, de nuestras familias, de nuestra vida. En este sentido, sólo hay Navidad si acogemos a Jesús el Salvador como regalo de Dios. En síntesis, JESÚS ES LA NAVIDAD.
La celebración de la novena de preparación a la Navidad, nos debe ayudar a descubrir la necesidad que tenemos de Jesús como Salvador de nuestra propia vida, mediante un examen de conciencia profundo, para determinar en qué lo necesitamos a El, para cambiar y renovarnos, acudiendo al sacramento de la confesión.
Vayamos, pues, hermanos. Apresurémonos como los pastores en la noche de Belén. Dios ha venido a nuestro encuentro y nos ha mostrado su rostro, rico de gracia y de misericordia. Busquemos a Jesús, dejémonos atraer por su luz que disipa toda tristeza y el miedo del corazón del hombre: acerquémonos con confianza, postrémonos con humildad para adorarlo.
Les deseo una auténtica Navidad. Que los deseos de bondad y de amor que nos intercambiamos en estos días lleguen a todos los ambientes de nuestra vida cotidiana. Que la paz esté en nuestros corazones, para que se abran a la acción de la gracia de Dios. Que la paz reine en las familias, para que pasen la Navidad unidas ante el belén y el árbol lleno de luces.
Feliz Navidad a todos y que el Niño Dios les colme de gracia y bendición.

NOVENA DE NAVIDA
MISAS DE AGUINALDOS



-         SÁBADO 16: PRIMER  DÍA DE NOVENA. CUMPLEAÑOS DE DORIS MORGADO
·       5:00 am: Santa Misa de Aguinaldo en Cristo Rey.
·       Responsable: FAMILIAS RODRÍGUEZ – LAMPE, BAUZA – MAVO, BRAND – RODRÍGUEZ, YANCE – GONZÁLEZ, RAMONES – DI GIUSEPPE, PÉREZ – MIRENA.
·       6:15 am: Santa Misa de Aguinaldo en San Vicente Ferrer.
·       9:00 am: Bautizos.
·       10:00 am: Catequesis festiva y Parrandón.

-         Domingo 17: SEGUNDO DÍA DE NOVENA. III DOMINGO DE ADVIENTO. COLECTA IMPERADA DE FRATERNIDAD SACERDOTAL.
·       5:00 am: Santa Misa de Aguinaldo en Cristo Rey.
· Responsable: LEGIÓN DE MARÍA, ANIMACIÓN BÍBLICA; FAMILIAS: GUZMÁN – GUZMÁN, GRATEROL – LÓPEZ; LUGO, RODRÍGUEZ – BLANCO, LARTEZ.
·       6:15 am: Santa Misa de Aguinaldo en San Vicente Ferrer.
·       8:00 am: Santa Misa del III Domingo de Adviento en Cristo Rey.

-         LUNES 18: TERCER DÍA DE NOVENA. CUMPLEAÑOS DE MINTA PÉREZ.
·       5:00 am: Santa Misa de Aguinaldo en Cristo Rey.
· Responsable: FAMILIAS MARTÍNEZ – CASIANNI, GARCÍA – FUENTES, PELAYO – FUENTES, MEZA – RODRÍGUEZ, PARRA,
·       6:15 am: Santa Misa de Aguinaldo en San Vicente Ferrer.
-         MARTES 19: CUARTO DÍA DE NOVENA
·       5:00 am: Santa Misa de Aguinaldo en Cristo Rey.
·       Responsable: FAMILIA MEDINA – LEÓN, BARRADAS – MEDINA, MILLÁN ARENS, MARTÍNEZ – SÁNCHEZ, MILANO, COLINA – ZAMBRANO.
·       6:15 am: Santa Misa de Aguinaldo en San Vicente Ferrer.

-         MIÉRCOLES 20: QUINTO DÍA DE NOVENA
·       5:00 am: Santa Misa de Aguinaldo en Cristo Rey.
·    Responsable: APOSTOLADO DE LA COROMOTO Y APOSTOLADO MUNDIAL DE FÁTIMA. FAMILIAS PRIETO, DIÁZ - CASTAÑEDA, ROBLES – ROSAS, NIETO, LUGO, SUMOZA,
·       6:15 am: Santa Misa de Aguinaldo En San Vicente Ferrer.


-         JUEVES 21: SEXTO DÍA DE NOVENA
·       5:00 am: Santa Misa de Aguinaldo en Cristo Rey.
·       Responsable: FAMILIAS COLINA – DABOIN, GONZÁLEZ – RIERA, VELAZQUEZ – BARIOS, PALMIERI – VELAZQUEZ, GUARDIOLA – SILVA.
·       6:15 am: Santa Misa de Aguinaldo En San Vicente Ferrer.

-         VIERNES  22: SÉPTIMO DÍA DE NOVENA
·       5:00 am: Santa Misa de Aguinaldo en Cristo Rey.
·  Responsable: FAMILIA CRUZ –MILLAN, BOSQUEZ – CHAVEZ, BRAVO – DURAN, ORTÍZ, VAZQUEZ, CAMPOS – COLINA, FLORES – RAMONES.
·       6:15 am: Santa Misa de Aguinaldo En San Vicente Ferrer.

-         SÁBADO  23: OCTAVO DÍA DE NOVENA. CUMPLEAÑOS DE VICTORIA DE ENCINOZA.
·       5:00 am: Santa Misa de Aguinaldo en Cristo Rey.
· Responsable: INFANCIA MISIONERA; FAMILIAS ROJAS – HERNÁNDEZ; FARIAS; ENCINOZA – FIGUEROA, MEDINA – GARCIA, PINEDA, ROMPAPAS – BRITO, SARMIENTO – MENA.
·       6:15 am: Santa Misa de Aguinaldo En San Vicente Ferrer.

-         DOMINGO 24: NOVENO DÍA. IV DOMINGO DE ADVIENTO CUMPLEAÑOS DE LUISA ALVARADO DE REYES
·       5:00 am: Santa Misa de Aguinaldo en Cristo Rey.
· Responsable: CARITAS PARROQUIAL, FAMILIAS REYES – ALVARADO; GÓMEZ MARTÍ, GUTIÉRREZ – CORNIER, TORRES, MORA, POLANCO, SALAS, GONZALEZ – GARCIA.
·       8:00 am: Santa Misa del IV Domingo de Adviento en Cristo Rey
·       9:30 am: Limpieza del Templo.

SOLEMNIDAD  DE NAVIDAD

·      5:00 pm: Santa Misa Vespertina de la Natividad del Señor en San Vicente Ferrer.
·       7:00 pm: Santa Misa de la Solemnidad de Navidad del Señor.


-         LUNES 25: SOLEMNIDAD DE LA NAVIDAD DEL SEÑOR
·       10:00 am: Santa Misa en Cristo Rey.

“¡Hoy celebramos el nacimiento de nuestra Salvación! ¡Hoy hemos nacidos todos los
salvados!...Tiende su mirada más allá de la Iglesia, y felicita al mundo entero. Hoy,
en  Cristo, oh Dios, haces renacer a todo el mundo” (San Ambrosio de Milán).


-         MARTES 26: FIESTA DE SAN ESTEBAN, MÁRTIR.

- MIÉRCOLES 27: FIESTA DE SAN JUAN APÓSTOL Y EVANGELISTA. CUMPLEAÑOS DE JUANITA PARRA, FABIANA PALMIERI.
·       5:00 pm: Santa Misa en Cristo Rey.

-         JUEVES 28: FIESTA DE LOS SANTOS INOCENTES
·       5:00 pm: Santa Misa en Cristo Rey.

-   SÁBADO 30: OCTAVA DE NAVIDAD. CUMPLEAÑOS DE ATAIS DABOIN.
·       9:00 am: Santa Misa en Cristo Rey.

-    DOMINGO 31: FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA.  FIN DE AÑO.
·       7:30 am: Exposición del Santísimo.
·       8:30 am: Santa Misa en Cristo Rey.
·   10:00 am: Santa Misa en San Vicente Ferrer.



FELIZ FIN DE AÑO 2017 Y PROSPERO AÑO 2018 LLENO DE BENDICIONES


ENERO 2018

-         LUNES 01: OCTAVA DE NAVIDAD. SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA MADRE DE DIOS. JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ. PRIMER DIA DEL AÑO
·       10:00 am: Exposición del Santísimo
·       11:00 am: Santa Misa en Cristo Rey.



-         VIERNES 05: CUMPLEAÑOS DE YOLANDA HERNÁNDEZ.

-         SÁBADO 06: SOLEMNIDAD DE LA EPIFANIA DEL SEÑOR. Cumpleaños de Libia Duran
·       10:00 am: Santa Misa  de la Solemnidad en Cristo Rey.


-         Domingo 07: II DOMINGO DE NAVIDAD. BAUTISMO DEL SEÑOR.
·        8:00 am: Santa Misa en Cristo Rey.

·        10:00 am: Santa Misa en San Vicente Ferrer.