“YO SOY CATÓLICO
PERO NO VOY A MISA”
Es sabido que en
los últimos años ha disminuido considerablemente el número de fieles
católicos que participan de la Misa de los domingos.
Buscando razones
¿A qué se debe
este fenómeno? Hay en Internet cientos o miles de artículos mejores que ese
sobre el tema. Es muy difícil dar una respuesta general. Cada caso es distinto,
cada persona es un misterio único e irrepetible, cada historia tiene matices y
acentos particulares.
Pero me atrevo,
desde mi corta experiencia, a señalar dos factores, entre muchos otros que se
podrían dar:
1. Sin duda que
mucho tiene que ver el que vivamos en una cultura marcada por el secularismo.
¿Qué significa esta palabra extraña? Viene de saeculum, siglo, y
con ella se nombra la actitud de vivir como si Dios no existiera,
dejar a Dios de lado, ponerlo al margen de la vida cotidiana. Si nos
dejamos llevar por lo que nos muestra la televisión, por ejemplo, parecería que
Dios es un simple actor de reparto, que puede estar o no, y que incluso
es mejor que no aparezca. El hombre es el único protagonista de su historia y
de la historia en general. Dios sólo aparece cuando hay una necesidad extrema,
cuando nos damos cuenta que… hay cosas que nos superan. Lamentablemente este
Dios, así como aparece, es un Dios bastante distinto del que nos presenta Jesús
en el Evangelio, un Dios Padre Providente en quien confiar, que está presente
en cada momento de nuestra vida. Es un Dios a quien le pedimos o exigimos
cosas, y en última instancia un Dios que tiene que hacernos caso.
Termina siendo casi siempre el culpable de todos los males que nos
ocurren.
2. Y un segundo
factor -permítanme hablar en difícil, por una vez al menos- es el materialismo
hedonista. ¿Qué es esto? Es la actitud de quienes viven
solamente pendientes de las cosas materiales, a espaldas de los bienes y
valores espirituales. La vida por lo tanto, consistirá en todo tipo de
estrategias por “pasarla bien” por obtener el mayor placer
posible con el menor perjuicio. Eso significa hedonismo (de hedoné:
placer): una BÚSQUEDA
DESENFRENADA Y EXCLUSIVA DEL PLACER. Basta, nuevamente, encender el
televisor, o escuchar con atención algunos de los temas musicales de moda, para
darnos cuenta de esto.
Estas dos
actitudes hacen difícil la vida de la fe. Nos envuelven, nos rodean por todos
lados, y si nos descuidamos se “meten” en nuestro corazón y nos roban la
verdadera fe. Y con ella nos roban el deseo de celebrar a Jesús, de
hacerle un lugar a Dios en nuestra semana. Vueltos y seducidos por los bienes
materiales y por el placer sensible, ¡qué difícil se nos hace gozar el amor de
Dios, que es Espíritu, y su presencia en la Eucaristía, que es escondida!
Nos cuesta “sentir” la Misa, y por ello… desertamos.
"Argumentos"
para desertar
Yo creo que las
dos anteriores son las causas generales que explican la deserción de los
católicos del culto eucarístico: secularismo y materialismo.
Pero como somos
personas, dotados de inteligencia, necesitamos otras razones. Y como a nadie la
gusta, en general, aceptar que “perdió la fe” –todos “creen mucho en Dios”- o
que hacen lo que les da placer sensible, se han ido elaborando distintos
argumentos que “demuestran” la no necesidad de ir a Misa.
Yo quisiera
mostrar, muy brevemente, que esos supuestos “argumentos” en realidad son
pretextos, excusas, ni más ni menos. Quisiera dialogar imaginariamente con
quienes tal vez tengan esta visión o experiencia de las cosas.
Evidentemente,
parto de la fe. Si no tenemos fe en la Palabra de Jesús, en lo que nos dice en
la Sagrada Escritura, nada de lo que te diga tendrá sentido.
Pero si
creemos en la Sagrada Escritura, no podemos decir “yo soy católico pero no voy
a Misa”. Porque la Misa está en el centro, porque renunciando a
ella renunciamos a nuestra identidad.
CINCO FALSAS RAZONES PARA NO IR A MISA
1. “NO
TENGO TIEMPO”
Mentira. Uno
se hace tiempo para las cosas que ama. Un novio o una novia enamorados son
capaces de mil sacrificios con tal de encontrarse. Si no encontramos tiempo
para estar con Jesús, es porque en realidad no lo amamos suficientemente. O
porque no creemos en su Palabra, ya que Él nos ordenó “hagan esto
en memoria mía”, y dijo también “El que como mi carne tiene Vida eterna” O
no te interesa ir al Cielo, o no creés del todo en la Palabra de
Jesús.
2. “LAS
PERSONAS QUE VAN SON PEORES QUE YO, ¿PARA QUÉ IR?”
El pecado de los
cristianos es algo terrible, y nosotros deberemos dar cuenta ante Dios si
alguien se alejó de la fe por nuestro mal testimonio
Pero eso nunca
justifica la deserción de un compromiso vital para la fe. Además, ¿no te
acuerdas que Jesús dijo: “no he venido a llamar a los justos, sino a los
pecadores” y dijo también: “el que no tenga pecado, que arroje la primer
piedra”? Alejándote por esta “razón” te pareces bastante a los fariseos a quienes
Jesús condenó… y bastante poco a Jesús que no dudó en compartir la mesa los
pecadores.
Por otro lado, piensa
cuanto peores serían esas personas tan malas que van a Misa… ¡si no fueran!
Piensa también
cuanto mejores serían si en lugar de rechazarlas, te sumaras a la comunidad y
con tu buen ejemplo – que no dudo que des- los ayudaras.
3. “NO ME GUSTA
EL SACERDOTE, CÓMO DA LA MISA, LA CARA QUE TIENE, LA HOMILÍA, ETC…”
Es verdad que
los sacerdotes tenemos obligación de ser santos, y casi nunca lo somos. Y que
deberemos dar cuentas ante Dios si hemos sido malos ejemplos. Es verdad también
que Dios no se fijó en nosotros porque fuéramos lindos –qué ocurrencia,
¿no?-. Y que no todos tenemos facilidad para predicar… Y que a algunos la
Misa les “sale más linda” y a otros no tanto…
Pero en la
Misa Jesús se hace presente independientemente de la santidad o
del pecado del ministro, de sus cualidades o deficiencias. Él mismo viene como
“Pan de Vida”. ¿O tú dejas de ir al médico porque no te gusta la cara de
la secretaria? ¿O dejas de ir a cobrar el sueldo o jubilación porque no te
gusta la voz del empleado del banco o el color y la forma del cajero
electrónico…?
En mi vida
participé de Misas espléndidas y de otras que dejaron mucho que desear…
Muchísimas las celebraron sacerdotes ejemplares, y otras sacerdotes con
defectos de todo tipo… En todas, absolutamente en todas, Jesús “me amó y
se entregó por mí”. Y eso basta.
4. “YO REZO EN
MI CASA, DIOS ME ESCUCHA IGUAL”
Rezar en casa es
algo muy bueno. Jesús nos enseñó a rezar pasando noches enteras en oración.
Pero hay una manera todavía mejor de rezar que hacerlo en nuestra casa, y es
rezar junto a los demás hermanos en la fe. Y la Misa es la mejor
oración. Cuando celebramos la Misa, el mismo Jesús se hace presente y él
recoge nuestras oraciones y las presenta la Padre. Además no basta
con rezar: Jesús dijo que el que no comía su carne no tendría vida en Él. Y nos
dijo también, en la noche de la Institución de la
Eucaristía, en la alegoría de la Vid y los sarmientos –de una fuerte
resonancia eucarística-: “Sin mí, nada pueden hacer”. Para cumplir los
mandamientos, necesitamos la fuerza que sólo nos viene de la Comunión.
5. “NO
ENTIENDO NADA, ME ABURRO”
Aburrirse en la
Misa no es culpa de Dios, ni de Jesús, sino de nuestra habitual
ignorancia. Yo, por ejemplo, me aburriría enormemente si fuera a una exposición
de cuadros antiguos, porque no entiendo nada de pintura. Pero si me pusiera a
estudiar, seguramente llegaría a apasionarme.
Para vivir la
Misa y comprenderla, es necesario tratar de formarnos, de comprender más,
de leer, de aprender. Acércate a algún familiar o amigo que sí la viva bien, y pregúntale
como hace. Acércate al sacerdote y plantéale tus dudas.
Por otra parte,
¿quien dijo que la Misa tenía que ser divertida? Para
divertirnos podemos ir a la cancha, a un salón de fiestas o a un parque. La
Misa es la renovación del sacrificio de Cristo en la Cruz, en la cual
él se da como alimento. A Misa vamos participar y asociarnos a Su sacrificio,
vamos a adorar y a escuchar, vamos a entregarnos a Dios, y para eso debemos
serenarnos y rezar.
Se podrían
añadir: que hace calor; es muy temprano; es muy tarde; que está lloviendo, etc.,
etc.
Podría escribir
horas y horas de las riquezas del Misterio eucarístico… Me alegraría por el
solo hecho de que alguna de estas líneas te hayan ayudado a pensar… Y que
seamos muchos más los que nos reunamos cada semana para revivir el sacrificio
del Cordero, que anticipa el Banquete del Cielo.
Pbro. Leonardo Bonnin
Pbro. Leonardo Bonnin