EL
ADULTERIO, OFENSA GRAVE A LA DIGNIDAD DEL AMOR MATRIMONIAL: “NO COMETERÁS
ADULTERIO” (EX. 20, 14)
"Jesús,
absolviendo a la mujer de su pecado, la introduce en una nueva vida, orientada
al bien: "Tampoco yo te condeno; vete y en adelante no peques
más"
«Él le dice: - Anda, llama a tu marido y vuelve. La
mujer le contesta: - No tengo marido. Jesús le dice: - Tienes razón, que no
tienes marido: has tenido ya cinco, y el de ahora no es tu marido. En eso has
dicho la verdad» (Jn. 4, 16-18)
Una de las formas de infidelidad
conyugal es el adulterio. Se suele definir como la relación sexual entre un hombre
y una mujer, uno de los cuales – al menos – está casado. Constituye una de las
AMENAZAS más grave contra el matrimonio.
El adulterio aparece condenado abiertamente
en la Escritura. En el AT se advierte la malicia y la gravedad de desear la
mujer del prójimo. Y en el NT, confirma y proclama la gravedad de este pecado. El
Señor lo condena y lo enumera entre los pecados que manchan al hombre (Mt. 15,
19; Mc. 7, 21 ss). “Habéis oído que fue dicho: no adulterarás. Pero yo os digo
que todo el que mira a una mujer deseándola, ya adulteró en su corazón” (Mt. 5,
27-28).
LA MAGNITUD DEL
PECADO DEL ADULTERIO.
Muchas veces podrías confundir la
gravedad de este pecado según el tamaño del escándalo si te descubren o no. Y
creer que con sólo que nadie se dé cuenta no estás hiriendo a nadie más que a
ti mismo. En realidad, este pecado tiene que ver con algo mucho más profundo,
que es el romper tu alianza con
Dios y por supuesto con tu esposa - esposo.
Dios te ha limpiado (Ezequiel 16,
5-14), te ha curado, te ha prestado su Nombre Santo. En pocas palabras, te ha
dado DIGNIDAD. Una dignidad que no es tuya sino que proviene de Él, y te la ha
dado para que puedas hacerte uno con Él en la Santa Eucaristía y que puedas ser
depositario del Espíritu Santo. Al
romper tu alianza con Él – Ella (Ezequiel 16,15-22) y unirte a otra persona en total pecado
destruyes todo lo bueno que Dios te ha dado, a ti mismo, destruyes en tu
esposa - esposo lo mas intimo y sensible de su ser, expones a tus hijos a
terribles consecuencias por tu pecado. Dios te ha ido pausadamente convirtiendo
el corazón de piedra por un corazón de carne (Ezequiel 11,19-20), capaz de
amar, de tener consciencia de tus propios actos, si te mantienes en contacto
con el pecado ese proceso se revierte y te vuelves incapaz de sentir, de que te
importe alguien más que tú mismo y en ese momento es cuando te conviertes en un
ser completamente egoísta y como que te hubiesen apagado el cerebro.
Por lo tanto, rompe con eso YA,
de una vez. Al engangrenado no le dan tiempo de espera, le cortan el miembro
podrido antes de que muera. Recuerda
esto: EL ADULTERIO NO SOLO TE MATA A TI, SINO QUE TE LLEVAS MUCHA GENTE
CONTIGO.
El adulterio, como nos recuerda
nuestra fe, es incompatible con la fidelidad reclamada por el amor conyugal. Es
la RUPTURA misma de ese amor (Constitución
Pastoral Gaudium et Spes, n. 49). Es un pecado grave contra la castidad y la
justicia.
El adulterio entraña la PÉRDIDA
DEL SIGNIFICADO ESPONSÁLICO DEL CUERPO.
Podemos concluir diciendo que: “por una aventura amorosa
extramatrimonial se puede hundir la felicidad de la familia”.
Pero cuestionémonos: ¿Por qué ocurre
esto? ¿Cómo se llega sin saber poner límites? Diremos más adelante otras cosas.
Pero una primera cuestión es: por bobalicones, por ponerse y exponerse al
peligro. No
se llega ordinariamente al adulterio de golpe, sino después de una serie de
ligerezas, de imprudencias y de concesiones. Al principio se resiste, y se ve
con horror avecinarse la tragedia. Pero si se empieza a hacer concesiones
pequeñas está todo perdido. Cada vez se cederá más. Siempre menos de lo que la
tentación pide, pero las concesiones irán en aumento. La tragedia será casi
irremediable.
Por eso deben tomarse toda clase de
precauciones antes de que sea demasiado tarde. Los esposos deben ayudarse en
este punto evitando las ocasiones. Pero también deben evitar el no menos grave
peligro de celos infundados que son la ruina de la paz conyugal.
Dice el Catecismo, hablando de la
malicia moral del adulterio: “que es una
INJUSTICIA. El que los comete falta a sus COMPROMISOS. LESIONA el signo de la
Alianza que es el vínculo matrimonial. QUEBRANTA el derecho del otro cónyuge
y ATENTA contra la institución del
matrimonio, violando el contrato que le da origen. COMPROMETE el bien de la
generación humana y de los hijos, que necesitan de la unión estable de los
padres” (CEC. n. 2381)
PASOS, QUE SE
DAN PARA EL ADULTERIO
Siguiendo al Padre J. Loring, que decía: Un marido absorbido por su trabajo.
-
Su mujer se siente sola.
-
Ella se encuentra casualmente con un hombre que resulta amable y
atento.
-
Se deja llevar con la imaginación lo que sería un matrimonio con
este segundo hombre.
-
Una circunstancia ocasional y un beso furtivo con este segundo
hombre.
-
Necesidad de repetir este momento.
-
Después, el adulterio, una familia deshecha, y, puede ser, que
la condenación eterna.
Es un
proceso lento pero seguro, si no se corta al principio radicalmente (ojo con: ligerezas,
imprudencias y concesiones)
El sentimentalismo suele
ser una de las causas por las que una persona buena puede llegar también al
adulterio:
-
Se encuentra con otra que atraviesa una situación difícil.
-
Su buen corazón le inclina a ayudarla, no viendo ningún peligro
en ello.
-
Nace el afecto entre los dos.
-
Ella se siente agradecida y comprometida a complacerle en todo,
etc.
EN UNA RELACIÓN ADULTERA (O DE PECADO) NO HAY AMOR.
EN UNA RELACIÓN ADULTERA (O DE PECADO) NO HAY AMOR.
La amante del hombre puede ser una
profesional que va buscando hombres casados para vaciarles la cartera. Es una
mujer de cuatro letras, que en lugar de trabajar en la calle lo hace en lugares
lujosos: es una profesional del vicio. Otras veces puede ser una mujer ingenua
que insensiblemente se enreda en un amor prohibido. Aunque ingenua no deja de
ser culpable pues sabe que aquel corazón ya tiene dueño.
Dios es
EL AMOR, dice San Juan (1 Juan 4, 8), por eso el amor solo puede estar
realmente en relaciones bendecidas por Él, cuya pureza permita que Su Espíritu
resida en ambos (por eso es tan importante tener el sacramento del matrimonio).
Es por eso que los novios que caen en fornicación terminan mal, porque el amor
se va de allí y deja su espacio para el pecado. Sabiendo eso, no vengas con el cuento de que “amas” a la
otra – al otro, llámale enamoramiento enfermizo, sexo, vicio lo que
quieras pero AMOR NO HAY ALLÍ.
No
salgas con falsas lastimas para no cortar por lo sano: “pobrecita ella (la otra – el otro) la (lo)
voy a hacer sufrir”. ¡Pobrecito tú! que te estás condenando y condenándola,
pobrecita tu familia que sin merecerlo va a tener que pasar por un infierno
hasta que tú salgas de ese estado. Esa relación está destinada al anatema, a
que no quede piedra sobre piedra. No te tengas ni le tengas lastima o no
saldrás de allí. Recuerda: no intentes mezclar el pecado con lo sagrado.
SIN RAZONES. NINGÚN PECADO
TIENE JUSTIFICACIÓN.
Carece de valor las razones con las que se
quiera JUSTIFICAR las relaciones extra matrimoniales. En el fondo, por no
valorar adecuadamente la corporeidad humana, no se percibe que la sexualidad
posee una significación intrínseca e inmanente a sí misma, que no depende de la
que quiera conferirle la voluntad humana. Por eso hay actos intrínsecamente malos.
Y el fin nunca puede justificar los medios, menos en el adulterio.
Si realmente quieres salir de
allí no intentes buscar “empate técnico”.
Es decir no quieras justificarte
con el estado de cómo estaba tu matrimonio, o que tu cónyuge hizo lo
mismo, o que tu esposa (o) es muy ________________, ponle el adjetivo que
quieras poner en ese espacio (“enojada (o)”, “gritona – gritón”, “poco cariñosa
cariñoso”, LO QUE QUIERAS). No importa qué. Eso no justifica que tú hayas caído
en semejante hoyo. No quieras embadurnar a tu esposa – esposo, o a tu familia
con tu pecado. Tú y nadie más que tú DECIDISTE en un momento caer en eso.
Tampoco le eches la culpa a la
“mala mujer” que te engaño, porque esas historias del esposo inmaculado al que
la mujer mala engaña solo suceden en las novelas. Y tú y yo sabemos que es así.
Detrás del pecado siempre hay toneladas de malicia, el pecado no es espontáneo,
siempre es planeado, para caer pasas por todo un proceso de caída en el que
podías haber dicho basta y regresar a Dios y a la dignidad que Él te dio. Recuerda: la completa responsabilidad de lo
que ha pasado es tuya.
¿CÓMO SALIR?
El primer
paso es LA CONFESIÓN. Y nada de buscar un padrecito perdido en no sé qué
pueblo a no sé cuántos kilómetros de tu casa (eso es malicia). Busca uno que te
conozca, que conozca tu esposa y, a ser posible, que conozca tu historia, para
que te hable con propiedad.
¿Quieres salir verdad? Pues
tienes que hacer el siguiente paso
después de confesarte: la temida confesión conyugal. Te lo puedo
escribir en piedra: si no hablas con tu esposa no sales aunque te vayas a
confesar a diario por lo mismo. De entrada te lo digo, no le vas a decir a tu
esposa que se ha ganado la lotería, así que no te hagas el fresco, sin
cuestionamientos, sin querer buscar el empate, ni nada. Lo que te diga es poco
para lo que te mereces, sobre todo no lo hagas con tus hijos cerca, ella tiene
todo el derecho del mundo de decirte todo lo quiera, le has herido donde duele
y a lo único que puedes apelar es a que te tenga misericordia. Así como es la
enfermedad es la medicina, dicen.
Rompe de tajo con LA RELACIÓN
ADULTERA y ¡no intentes por ningún motivo querer llevar a la par de tu
reconciliación la relación adultera! ¡Entrega el timón hermano! ¡Entrégalo! Mírate a ti mismo como a un drogadicto:
TE HAS ENVICIADO EN EL PECADO,
necesitas que te cuiden de ti mismo mientras aprendes a cuidarte un poco tú
solo. Recuerda: del adulterio no puedes salir de pie. ¡SE SALE DE RODILLAS Y DE LA MANO DE TU ESPOSA! Si no te pones de
rodillas, no pasas por la pequeña puerta de salida y, si tu esposa no te lleva,
no encuentras la salida.
Recuerda que EL AMOR DE DIOS ES MÁS
GRANDE QUE TU PECADO, agárrate de Él. Pase lo que pase no sueltes la Iglesia.
Tú, sin la Palabra de Dios, eres hombre muerto. Hermano, hermana, si tienes
recta intención de salir, prepárate
para ver qué poderoso es el brazo del Señor y que Él puede devolver la dignidad
a tu vida.
Estamos en Cuaresma, tiempo de
conversión, de cambio. La Iglesia, al hacernos meditar estos pasajes de la vida de Cristo, nos recuerda que, en el tiempo de Cuaresma, en el que nos reconocemos pecadores, llenos de miserias, necesitados de purificación. Te puede servir estas palabras del Papa Francisco: “Se
ha dicho que la única verdadera tristeza es no ser santos; podríamos decir
también que hay una única
verdadera miseria: no vivir como hijos de Dios y hermanos de Cristo”.
En este tiempo de Salvación el Papa nos
invita a salir de: La miseria moral, que consiste en
convertirse en esclavos del vicio y del pecado”
En la confesión de nuestros pecados
nos dejamos abrazar por Dios Padre en su infinita misericordia.
Pbro. Williams R. Campos