20 de agosto de 2015

Permite que entre el dolor en tu matrimonio


Cuando me casé nunca paso por mi mente la idea de que en la relación no existiría nada que no fuera alegría, contento y felicidad. Fui al matrimonio con mucha ilusión, ganas de ser esposa y pensando que me había casado con el hombre ideal. Estaba en el umbral de mi luna de miel cuando el sufrimiento apareció con muchísima fuerza. Entonces comprendí que mi matrimonio era el trabajo que Dios me encomendaba para perfeccionarme en el amor como mujer y esposa.

El sufrimiento es nuestra identidad cristiana y el ingrediente principal para nuestra alegría. Nuestros sufrimientos son esas experiencias que nos llenan de oscuridad, tristeza, enojo, incomprensión sobre lo que nos pasa, inclusive, muchos optamos alejarnos y pelearnos con Dios aunque la verdad es que con ellos Dios nos llama a conocerle o a volver a Él, nos invita a purificarnos de todo egoísmo y para hacernos reconocer que no somos nosotros los que controlamos nuestras vidas, sino que es Dios quien tiene el control, “y podemos confiar plenamente en Él explicaba la Beata Teresa de Calculta . No todos comprendemos el sufrimiento en nuestra vida conyugal. Este, es esencial para el aprendiz del amor, sirve para purificar nuestras intenciones de mente y corazón, pues en el matrimonio la tarea es amar al otro, entregarse al otro, olvidarse de sí. Cuando esto no se tiene presente, el sufrimiento puede llegar a verse como un castigo o llevarnos a pensar que Dios nos ha abandonado. Esto no es cierto. Me tomo muchos años comprenderlo.

Recuerdo que lo comprendí luego de ver la película “Hope Springs” que protagoniza Meryl Streep y Toni Lee Jones en cuyo guión Dios está ausente.  La protagonista Kate, vive en un matrimonio que ha perdido la conexión romántica, en el que se diluyo la amistad y dejo que la rutina tomara la batuta. Han cumplido 31 años de casados y se da cuenta de que no es feliz. 
Ella consciente de esto toma la decisión de hacer algo (contrata una terapia de pareja) , le comunica a su marido su plan, lo invita y este le pregunta, ¿quieres ir a una terapia intensa de parejas en Main? Con un tono de voz en el que claramente se comprende que no sea algo que a él le interese. Ella responde: “estaré en ese avión” y lo hace con servidumbre, sin lágrimas y reclamos, como alguien que sabe que es lo que quiere para su vida. “Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento” escribe Víctor Frankl. Él es Psiquiatra y creador de la Logoterapia. Sobrevivió al genocidio nazi en Alemania tras haber estado preso en los campos de concentración.

Cuando una mujer o un matrimonio busca ayuda lo hacen porque quieren mejorar su matrimonio, salvar su amor, perdonar una infidelidad o superar los conflictos entre algunas razones. Quieren superar lo que está provocando sufrimiento. Muchas de estas personas están impulsadas por la fuerza de su fe cristiana, ya que desde lo más profundo creen en la unión de hasta que la muerte nos separe, “lo que Dios ha unido no lo separe el hombre” Marcos 10:2-16 , pero cuando llega la prueba no saben cómo afrontarla. Es aquí cuando tenemos la oportunidad de profundizar en el verdadero sentido de la vida conyugal. Hay personas que lo hacen como lo hizo Kate, buscan ayuda profesional y se toman el tiempo para trabajar en el rescate del amor. Pero si además de buscar la psicoterapia, abrimos la puerta de la fe invitando al sufrimiento a formar parte de nuestra historia, creceremos en amor, sabiduría y felicidad.

En nuestra fe católica tenemos el modelo perfecto a imitar para que la voluntad por amar y velar por el bien del otro vaya por delante siempre. Así que si tú no tienes un matrimonio ideal y quieres seguir junto a él o ella como protagonista del amor, da un salto de fe (por cierto esto le recomendó el sicoterapeuta a Kate) y mira a la Virgen María que simplemente dijo sí.

Por: SheilaMorataya


EL AMOR MATRIMONIAL


¿Cuál es el mejor consejo que te dieron antes de casarte? ¿Alguien te invitó a no casarte? En mi experiencia trabajando con parejas, he observado la poca o nula consciencia con la cual la mayoría de parejas contraen matrimonio. Hay que cambiar ésta realidad de las parejas.
Pero, ¿qué quiere decir casarse? ¿En qué piensas o pensabas cuando eras novia y preparabas tu fiesta? Y si eras novio, ¿cómo imaginabas que iba a ser o será tu vida? La verdad es que esto es algo en lo que fallamos no sólo los cristianos sino todos: vamos al matrimonio dormidos. Esta experiencia de vida va más allá del compromiso, las clases pre-matrimoniales, la unión por medio del sacramento, la fiesta, los regalos, la puesta de la casa y la luna de miel.
El vestido blanco, el arreglo con flores de la iglesia, lo nuevo y lo prestado, el traje del novio, el Mercedes Benz en el que llega la novia o la procesión por el pueblo, todo esto es ínfimo e inclusive es pura ilusión cuando una vez pasada la exaltación del momento, se empieza a caminar desierto adentro. Y digo desierto, porque si hay algo que han visto mis ojos y me ha impactado, es el desierto en Israel. Esto es el matrimonio. De la ciudad (que representan los preparativos, la ilusión, la fiesta, la luna de miel y el primer mes de convivencia) llegamos al umbral de lo desierto y si no se tiene una total claridad de por dónde se quiere caminar, los caminantes mueren. Lo mismo ocurre, si el cansancio arrasa y el tiempo corre, está el peligro de quedarse sin agua y alimentos y también morir. El desierto es impresionante, agobiante, maravilloso y misterioso, todo al mismo tiempo.
Así es como veo el matrimonio no sólo desde mi experiencia personal sino también desde la experiencia que me dado el asesorar a todo tipo de parejas. El matrimonio es el llamado hacia el perfeccionamiento de mí ser, la experiencia de posibilidad de ser que hay en mí, la propuesta de Dios exclusiva para los humanos: ser santo. Y, ¿quién es el santo? Es aquel o aquella que ha vivido o vive a un grado heroico las virtudes humanas. No busca placer, por lo que el sufrimiento estará presente en su vida y está empeñado en manifestar el amor con toda su luminosidad y fuerza. El amor y su práctica es lo que nos hace profundamente humanos y el matrimonio es el ejercicio de esa práctica.
El llamado a la santidad está siendo fuertemente enfatizado por nuestro actual Santo Padre Francisco, que ha asegurado que «hay que tener en cuenta que la santidad no es algo que nos proporcionamos a nosotros mismos, que obtenemos con nuestras cualidades y nuestras habilidades -ha dicho- La santidad es un don, es el regalo que nos hace el Señor Jesús, cuando nos lleva con Él, nos cubre de Él y nos hace como Él… La santidad es el rostro más bello de la Iglesia: es descubrirse en comunión con Dios, en la plenitud de su vida y su amor… no es la prerrogativa de unos pocos: la santidad es un don que se ofrece a todos, sin excepción, por eso es el carácter distintivo de cada cristiano».
Tú y yo no somos ángeles, por lo que estaremos enfrentado a todo tipo de propuestas psicológicas, choque entre personalidades, pruebas de madurez y caprichos. Como casados, este tipo de obstáculos psicológicos para nuestra felicidad han sido estudiados por el brillante Doctor John Gottman de la Universidad de Washington, experto en parejas, creador del método “La casa de una relación sana” y de quién esta servidora es educadora certificada y nivel 3 clínico en dicho método. El Doctor John Gottman ha llamado a los enemigos de la relación “Los cuatro jinetes del apocalipsis” pues son los que predicen una separación o divorcio inminente. Estos son: la crítica, la actitud defensiva, el desprecio y el atrincheramiento.  Afortunadamente se combaten con un antídoto para cada uno: señalar suavemente los errores o faltas del otro; asumir la responsabilidad por nuestros errores y acciones; apreciar al otro por ser quién es y no permitir que las emociones nos inunden al momento de tener una discusión. Próximamente, en otro artículo, profundizaré en éstas cuatro figuras.
Por último, los casados deberán estar abiertos a la procreación pues es el principio de Dios para que los humanos sigamos habitando la tierra: “La vida es siempre un don inestimable; cada vez que surge, percibimos la potencia de la acción creadora de Dios, que se fía del hombre y, de este modo, lo llama a construir el futuro con la fuerza de la esperanza” ha dicho el Papa Benedicto VXI. Es en este momento, con la llegada de los hijos, cuando la pareja tiene la oportunidad para educar, formar, pulir y entregar una herencia de valores que los dos han decidido, como pareja, crear juntos para sus hijos. Esta etapa es fascinante, pues como padres también vamos descubriendo nuestras carencias, limitaciones y no estaremos exentos de cometer errores. Sin embargo, si desde el principio se ha creado un sentido de auto-trascendencia juntos (el último piso de la casa de la relación sana) los esposos, ahora padres no se habrán detenido ahí en su perfeccionamiento humano, al contrario seguirán de la mano orando juntos y pidiendo a Dios perseverancia, fortaleza y sabiduría para terminar la tarea que El mismo les encomendó cuando unió su vidas como marido y mujer. El matrimonio es en verdad el viaje hacia el centro del ser más maravilloso que experimentaras en tú vida. Después de 20 años de casada lo afirmó!

Por: Sheila Morataya



Obispo de Oruro prohíbe la comunión en la mano en su diócesis...

Decía Benedicto XVI: “Estoy convencido de la urgencia de dar de nuevo la hostia en la boca de los fieles, sin que la toquen y de volver a la genuflexión como signo de respeto”

Recientemente el Obispo de la Diócesis de Oruro, Bolivia, Monseñor Cristóbal Bialasik, en su habitual celebración dominical del Santo Sacrificio de la Misa, este pasado domingo 16 de agosto, ha expresado que en la Iglesia diocesana a él confiada no se continuará administrando el Cuerpo del Señor -la Hostia Consagrada- en la mano a los fieles (es decir a quienes no somos sacerdotes).
El Prelado con justa razón desautoriza la administración de la Eucaristía de esa forma, ya que él mismo señaló, que se ha notado últimamente que hay personas que no consumen la Sagrada Forma al momento de recibirla, y se la quieren llevar fuera del templo con fines desconocidos.
Los sacerdotes celosos, de antaño, querían tener la seguridad de que quien recibiera la Hostia, fuera un feligrés conocido, a fin de evitar irreverencias, ya que habían judíos y miembros de otros grupos e ideologías que concurrían a las Misas para recibir el Cuerpo de Jesús, para luego profanarlo, arrojándolo al piso, escupiéndolo y pisoteándolo.
Como nos lo recuerda Mons. Athanasius Schneider, la práctica que hoy conocemos de la comunión en la mano nació en el siglo XVII entre los calvinistas, que no creían en la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía. “Ni Lutero lo habría hecho”, dijo el obispo: “De hecho, hasta hace relativamente poco los luteranos comulgaban de rodillas y en la boca, y todavía hoy algunos lo hacen así en los países escandinavos”.
Santo Tomás de Aquino, en su gran Summa Teológica, así lo confirma y explica:
«La administración del Cuerpo de Cristo corresponde al sacerdote por tres razones.
«Primera, porque él consagra en la persona de Cristo. Pero como Cristo consagró Su Cuerpo en la (Ultima) Cena, así también Él lo dio a otros para ser compartido con ellos. En consecuencia, como la consagración del Cuerpo de Cristo corresponde al sacerdote, igualmente su distribución corresponde a él.
«Segunda, porque el sacerdote es el intermediario designado entre Dios y el pueblo, por lo tanto corresponde a él ofrecer los dones del pueblo a Dios. Así, corresponde a él distribuir al pueblo los dones consagrados.
«Tercera, porque por reverencia a este Sacramento, nada lo toca sino lo que está consagrado, ya que el corporal y el cáliz están consagrados, e igualmente las manos del sacerdote para tocar este Sacramento. Por lo tanto, no es lícito para nadie más tocarlo, excepto por necesidad, por ejemplo si hubiera caído en tierra o también el algún otro caso de urgencia».1
A causa de la pérdida del sentido de pecado, advertida por el Papa Pío XII, hoy en día muchos fieles han perdido la fe en la Eucaristía, en la que Jesús se hace presente con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, así, de la manera en que los comulgantes reciben la Santa Comunión y asisten a la Misa, se ve claramente cuál es el grado de fe en la Presencia Verdadera.
Las profanaciones más graves se dan por la administración o recepción de los Sacramentos, o en el caso de la Santa Eucaristía, por la celebración indigna, es decir en pecado mortal, de ahí que la irreverencia deliberada y notable hacia la Santísima Eucaristía es el peor de los sacrilegios.
Recuerdo muy bien, un domingo en Chile, cuando con un colaborador apostólico visitábamos una parroquia rural. Ya en el pueblo, asistimos a la Misa. El párroco -un buen y santo sacerdote- tenía una visible invalidez que ciertamente no le permitía desplazarse. Llegado el momento de la comunión, la religiosa que actuaba de ministra de la comunión sostenía en una mano el copón, mientras que a su vez partía las sagradas formas para administrarlas. En acercarnos a recibir el Cuerpo del Señor, se veía que ésta, partía las hostias, y al hacerlo se veían caer al piso fragmentos no tan pequeños, hecho del cual la religiosa parecía no percatarse. Terminada la Santa Misa, los dos foráneos, sin habernos puesto de acuerdo, rápidamente fuimos a arrodillarnos ante los muchos fragmentos visibles esparcidos, y humedeciendo los dedos los consumimos.
Por hechos similares frecuentemente repetidos, en muchos países han surgido grupos de laicos cuya única responsabilidad es la de recoger fragmentos de las Hostias Consagradas que se han caído después de dar la comunión en la mano. 2
Sería largo mencionar todas las profanaciones en contra de Jesús Eucaristía, peroapuntemos las siguientes:
Recibir la Comunión con pecados graves en el alma, sin haberse confesado antes con un sacerdote.
Delante de Jesús Eucarístico se toma la postura de estar de pie y sentado.
Después de la Comunión eucarística pocos se quedan en íntima adoración con Jesús y casi todos salen inmediatamente terminada la Santa Misa.
Durante la comunión y después los fieles se quedan sentados, y muchas veces conversando.
Los cánticos, la manera de vestir, de hablar y el comportamiento general de la gente, no se diferencia en mucho, de lo que ocurre en otro tipo de reuniones.
Los cánticos y los instrumentos que se usan, el golpear las manos, dan a la Misa, un sentido de carnaval más que el de una función religiosa.
El olvido de Jesús presente en el Sagrario por parte de los fieles y de incluso muchos consagrados es casi total.
El Príncipe de la Teología afirma: «La Comunión la reciben los buenos y los malos pero con suerte muy desigual: de vida o muerte. Es muerte para los que la reciben sacrílegamente, es vida para los que dignamente la reciban».3
Germán Mazuelo-Leytón
(tomado de http://www.adelantelafe.com/)
1  AQUINO, TOMÁS, Summa Teológica, “Tertia Pars, Cuestión 82, Articulo 3”
2  MAZUELO-LEYTÓN, GERMÁN, El diablo no tiene rodillas,http://infocatolica.com/blog/contracorr.php/1304080215-el-diablo-no-tiene-rodillas
3  AQUINO, TOMÁS, Secuencia de la fiesta de Corpus Christi.