CAMINA PUEBLO.
Tradicionalmente,
las motivaciones para realizar una peregrinación podían agruparse en tres:
1. Por propia voluntad,
2. Para cumplir un voto y
3. Para hacer penitencia.
La motivación cultural, y la motivación cristiana, que en sí
pueden separarse, habitualmente se complementan: el motivo religioso, preferente, encierra la dimensión
cultural y hacer el Camino al Santo Cristo (que es en sí una huella religiosa) por
dimensión cultural, puede
llevar a lo religioso.
En la actualidad, las motivaciones por las que se hace el camino hasta el Santo Cristo son muy variadas, sobre todo al comienzo del mismo:
En la actualidad, las motivaciones por las que se hace el camino hasta el Santo Cristo son muy variadas, sobre todo al comienzo del mismo:
· Contacto con otros peregrinos de las
diversas parroquias.
· Acrecentar aún más el significado de ser
peregrinos por este mundo.
· Dejar huellas para que otras personas se
animen a caminar.
· Los recuerdos y anécdotas de otros
peregrinos.
· Renovar la fe.
· Dar sentido de pertenencia en la vida, o
de oración, súplica y ofrecimiento por necesidades diversas.
La intención o verdadera motivación es la
que confiere la condición de peregrino; según las reflexiones de San Agustín:
"Es la intención la que da valor a las acciones humanas".
Preparación en grupo.
Quizás son un grupo de amigos que se han propuesto hacer la
peregrinación juntos. Leer libros
espirituales, artículos, compartir experiencia de fe para emprender el caminar.
Preparación Espiritual.
Es recomendable prepararse con la reflexión y la oración días
antes de la peregrinación. Comentar y hacer partícipes a amigos y religiosos/as
de nuestro intento y objetivos.
La peregrinación que vamos a emprender, nos da la ocasión de hacer
un alto en nuestra vida ordinaria y abrir nuestra puerta interior para que
surjan en un nuevo contexto, otros aspectos de la riqueza oculta en nuestro
interior. Esto surgirá, sin duda, si superamos la dimensión simplemente
turística y deportiva, y nos situamos, sobre todo, en la dimensión de la fe que
profesaron la fe en Jesús y tantos que le siguieron durante siglos.
En nuestro "equipaje espiritual" deberíamos incluir:
·
Fe en
nosotros mismos y en cuanto nos rodea.
·
Esperanza
en que todos los comportamientos son susceptibles de cambio.
·
Amor
hacia nosotros, hacia los demás y hacia la naturaleza.
·
Estar
fuertemente motivado hacia la realización de una verdadera peregrinación.
· Estar
dispuesto a desmontar nuestros prejuicios y mecanismos de defensa y abrirnos a
los demás.
·
Estar
dispuesto a entrar en nosotros mismos y reflexionar en el silencio del Camino
Preparación física.
El camino, por la distancia unos 30 a 33 km, suele ser duro (no tanto) por lo que
necesitamos prepararnos también físicamente a pesar de que se camina de noche.
Es bueno pensar en ella con una antelación. La edad y las
condiciones físicas personales aconsejarán más o menos tiempo.
El éxito de una buena preparación física está en ir cubriendo cada día distancias más largas hasta conseguir, sin grandes fatigas, recorrer media o una hora diaria o un poco más pensando en nuestra peregrinación. Nuestras metas deben ser realistas, comenzando con distancias cortas y no muy ambiciosas, o caeremos en el desánimo.
El éxito de una buena preparación física está en ir cubriendo cada día distancias más largas hasta conseguir, sin grandes fatigas, recorrer media o una hora diaria o un poco más pensando en nuestra peregrinación. Nuestras metas deben ser realistas, comenzando con distancias cortas y no muy ambiciosas, o caeremos en el desánimo.
Tener zapatos ya amoldados al pie, que no sean tan nuevos pues se
corre el riesgo de que salgan ampollas. Buenas medias. Es fundamental
ejercitarse diariamente un poco para que llegado el día, estemos bien
dispuestos.
El gozo de la peregrinación
cristiana es prolongación de la alegría del peregrino piadoso de Israel: "Qué
alegría cuando me dijeron: Vamos a la casa del Señor" (Sal 122,1); es
alivio por la ruptura de la monotonía diaria, desde la perspectiva de algo
diverso; es aligeramiento del peso de la vida que para muchos, sobre todo para
los pobres, es un fardo pesado; es ocasión para expresar la fraternidad
cristiana, para dar lugar a momentos de convivencia y de amistad, para mostrar
la espontaneidad, que con frecuencia está reprimida.´
La peregrinación, “camino hacia
el santuario”, es momento y parábola del camino hacia el Reino; la
peregrinación ayuda a tomar conciencia de la perspectiva escatológica en la que
se mueve el cristiano, homo viator: entre la oscuridad de la fe y la sed de la
visión, entre el tiempo angosto y la aspiración a la vida sin fin, entre la
fatiga del camino y la esperanza del reposo, entre el llanto del destierro y el
anhelo del gozo de la patria, entre el afán de la actividad y el deseo de la
contemplación serena.
ANIMO A TODOS LO QUE SE APUNTE A ESTA AVENTURA DE FE.