11 de marzo de 2015
AGENDA PARROQUIAL: ABRIL 2015
ABRIL
Información del
mes:
Ø A Nivel Diocesano:
· Disponerse
a participar la Misa Crismal en la Catedral San José-Puerto Cabello.
Ø A nivel Parroquial, para
la Vigilia Pascual llevar:
· Recipientes
pequeños y de plásticos para la bendición del agua.
· Una
vela.
-
MIÉRCOLES 01: MIÉRCOLES SANTO. DIA DEL NAZARENO.
· 4:00
pm: Santa Misa del nazareno en San Vicente.
· 5:30
pm: Santa Misa del nazareno en Cristo Rey-Procesión.
· Responsables
de adornar el Nazareno: Legión de María.
· Recorrido
que inicia en la Iglesia, pasando por el Fátima camino banco obrero viejo,
saliendo hacia el dique para tomar hacia el estadio y regresar por el frente de
la Iglesia.
-
JUEVES 02: JUEVES SANTO
· 10:00
pm: Santa Misa Crismal-Catedral
INICIO DEL TRIDUO
· 4:00
pm: Misa In coena Dómini en San Vicente.
· 5:30
pm: Misa In coena Dómini en Cristo Rey.
· Monumento
–Adoración.
VIERNES 03: VIERNES SANTO.
· 7:00
am: Apertura del Templo para que cada uno haga su oración.
· 12:00
m: Vía Crucis viviente, escenificado por los Niños.
· 3:00 pm:
Oficios en Cristo Rey.
· 5:00
pm: Escenificación de las sietes Palabras.
· Procesión.
-
Sábado 04: Silencio y
Oración
·
8:00 am: Limpieza y ornamentación del
Templo.
GRAN VIGILIA PASCUAL
·
8:00 pm:
En Cristo Rey.
-
DOMINGO 05: RESURRECCIÓN
·
6:00 am: Bendición del Mar en Puerto Cabello. Habrá confesiones alrededor del Malecón.
·
8:00 am: Santa Misa en Cristo Rey
·
11:00 am: Santa Misa en San Vicente
Ferrer.
-
Del lunes 06 al viernes 10 Convivencia
en San Antonio de los Altos. No habrá celebración ni atención al público en
Cristo Rey.
-
SÁBADO 11: FIESTA DE SAN VICENTE FERRER-ALPAGATÓN
·
10:00 am: Santa Misa en San Vicente
Ferrer.
-
DOMINGO 12: II DE PASCUA. DIVINA MISERICORDIA.
·
7:00 am: Rezo (Cantado) de la Coronilla.
·
8:00 am: Santa Misa en Cristo Rey
·
11:00 am: Santa Misa en San Vicente
Ferrer.
-
Lunes 13:
·
3:30 pm: Confesiones
·
5:00 pm Santa Misa – Cristo Rey
-
Martes 14:
·
5:00 pm Santa Misa – San Vicente Ferrer.
-
Miércoles 15: Formación Parroquial.
·
3:30 pm: Formación.
·
5:00 pm Santa Misa – Cristo Rey
-
Jueves 16:
·
4:00 pm: Exposición – Confesiones
·
5:00 pm Santa Misa – Cristo Rey
-
Sábado 18
·
7:30 am: Santa Misa
·
9:00 am: Catequesis.
·
9.00 am: A nivel Diocesano: Reunión
Ministros extraordinarios.
-
DOMINGO 19: III DE PASCUA
·
7:00 am: Hora Santa.
·
8:00 am: Santa Misa en Cristo Rey
·
11:00 am: Santa Misa en San Vicente
Ferrer.
-
Lunes 20
·
5:00 pm Santa Misa en Cristo Rey.
-
Martes 21
·
5:00 pm Santa Misa – San Vicente Ferrer.
-
Miércoles 22: PASCUA
SACERDOTAL
-
Jueves 23: INICIO DE
LAS 40 HORAS VOCACIONALES SACERDOTALES EN LA IGLESIA EL ROSARIO.
·
4:00 pm: Hora Santa.
·
5:00 pm Santa Misa – Cristo Rey.
-
Sábado 25: VISITA A HOGARES CREA – SAN ESTEBAN PUEBLO.
·
8:00
am: Salida a Hogares Crea.
A
nivel Diocesano
·
9:00 am: Reunión de
Catequistas en Santa Rosa de Lima.
-
DOMINGO 26: BUEN
PASTOR. JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN POR LAS VOCACIONES.
·
7:00 am: Hora Santa
·
8:00 am: Santa Misa en Cristo Rey
·
11:00 am: Santa Misa en San Vicente
Ferrer.
8 de marzo de 2015
24 HORAS PARA EL SEÑOR
Pasos para una buena confesión
La Iglesia nos propone cinco pasos a
seguir para hacer una buena confesión y aprovechar así al máximo las gracias de
este maravilloso sacramento.
Estos pasos expresan simplemente un
camino hacia la conversión, que va desde el análisis de nuestros actos, hasta
la acción que demuestra el cambio que se ha realizado en nosotros.
1. Examen de Conciencia.
Ponernos ante Dios que nos ama y quiere
ayudarnos. Analizar nuestra vida y abrir nuestro corazón sin engaños.
2. Arrepentimiento. Sentir un dolor verdadero de haber
pecado porque hemos lastimado al que más nos quiere: Dios.
3. Propósito de no volver a pecar. Si verdaderamente amo, no puedo
seguir lastimando al amado. De nada sirve confesarnos si no queremos mejorar.
Podemos caer de nuevo por debilidad, pero lo importante es la lucha, no la
caída.
4. Decir los pecados al confesor. El Sacerdote es un instrumento de
Dios. Hagamos a un lado la “vergüenza” o el “orgullo” y abramos nuestra alma,
seguros de que es Dios quien nos escucha.
5. Recibir la absolución y cumplir la
penitencia. Es el
momento más hermoso, pues recibimos el perdón de Dios. La penitencia es un acto
sencillo que representa nuestra reparación por la falta que cometimos.
Los sacerdotes que estemos disponibles
para confesar
“La fiel y generosa
disponibilidad de los sacerdotes a escuchar confesiones, siguiendo el ejemplo
de los grandes santos de la historia, desde San Juan María Vianney hasta San
Juan Bosco, desde San Josemaría Escrivá hasta San Pío de
Pietrelcina, de San Giuseppe Cafasso a San Leopoldo Mandic, demuestra que el
confesonario es un “lugar” real de santificación” (Benedicto XVI)
Cada confesión es una
lección de humildad y de fe para nosotros los sacerdote pues no somos nosotros los
que perdonamos sino Dios. Como también nos lo recordada el Papa Francisco (a
los participantes en el curso anual del foro interno de la Penitenciaría
Apostólica, 20-03-2014):
“En primer lugar el
protagonista del ministerio de la reconciliación es el Espíritu Santo. El
perdón que el sacramento confiere es la vida nueva
transmitida por el Señor Resucitado a través de su Espíritu… Por lo tanto,
están llamados a ser siempre ‘hombres del Espíritu Santo, testigos y
anunciadores, alegres y fuertes, de la resurrección del Señor”.
…ha invitado a acoger a
los penitentes “no con la actitud de un juez y tampoco con la de un simple
amigo, sino con la caridad de Dios... El corazón del sacerdote es un corazón
que se conmueve...Si es verdad que la tradición indica el papel doble de médico
y de juez de los confesores, no hay que olvidar que cómo médico está llamado a
curar y como juez a absolver”.
“Si la Reconciliación
transmite la vida nueva del Resucitado y renueva la gracia bautismal -ha
explicado el Papa - vuestra tarea es entonces la de darla generosamente a los
fieles. Un sacerdote que no se dedica a
esta parte de su ministerio... es como un pastor que no se preocupa por las
ovejas que se han perdido”.
Concluía el Papa
Francisco: “es muy importante que en todas las diócesis y comunidades
parroquiales se preste mucha atención a la celebración de este sacramento de
perdón y salvación. Es importante que en todas las parroquias los fieles sepan
cuándo pueden encontrar disponibles a los sacerdotes: cuando hay fidelidad, se
ven los frutos”.
Catequesis del Papa Francisco
Les dejo una catequesis
del Papa Francisco sobre el sacramento de la Confesión, audiencia
general del miércoles 19 de febrero de 2014:
¿Cuándo fue mi última
confesión? No pierdas otro día más...
Queridos hermanos y
hermanas, ¡Buenos días!: A través de los Sacramentos de la iniciación
cristiana, el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, el hombre recibe la
vida nueva en Cristo. Ahora, todos lo sabemos, esta vida, nosotros la llevamos en
vasos de barro (2 Cor 4,7), estamos todavía sometidos a la tentación, al
sufrimiento, a la muerte y, a causa del pecado, podemos incluso perder la nueva
vida. Por esto, el Señor Jesús, ha querido que la Iglesia continúe su obra de
salvación también hacia sus propios miembros, en particular, con el Sacramento
de la Reconciliación y el de la Unción de los enfermos, que pueden estar unidos
bajo el nombre de Sacramentos de sanación.
El sacramento de la
reconciliación es un sacramento de sanación. Cuando yo voy a confesarme, es
para sanarme: sanarme el alma, sanarme el corazón por algo que hice no está
bien. El ícono bíblico que los representa mejor, en su profundo vínculo, es el
episodio del perdón y de la curación del paralítico, donde el Señor Jesús se
revela al mismo tiempo médico de las almas y de los cuerpos (Mc 2,1-12 / Mt
9,1-8; Lc 5,17-26).
1- El Sacramento de la
Penitencia y de la Reconciliación nosotros lo llamamos también de la Confesión brota
directamente del misterio pascual. En efecto, la misma tarde de Pascua el Señor
se apareció a los discípulos, encerrados en el cenáculo, y luego de haberles
dirigido el saludo ¡Paz a ustedes!, sopló sobre ellos y les dijo: Los pecados
serán perdonados a los que ustedes se los perdonen (Jn. 20,21-23). Este pasaje
nos revela la dinámica más profunda que está contenida en este Sacramento.
Sobre todo, el hecho que el perdón de nuestros pecados no es algo que podemos
darnos nosotros mismos: yo no puedo decir: Yo me perdono los pecados; el perdón
se pide, se pide a otro, y en la Confesión pedimos perdón a Jesús.
El perdón no es fruto
de nuestros esfuerzos, sino es un regalo, es don del Espíritu Santo, que nos
colma de la abundancia de la misericordia y la gracia que brota incesantemente
del corazón abierto del Cristo crucificado y resucitado. En segundo lugar, nos
recuerda que sólo si nos dejamos reconciliar en el Señor Jesús con el Padre y
con los hermanos podemos estar verdaderamente en paz. Y ésto lo hemos sentido
todos, en el corazón, cuando vamos a confesarnos, con un peso en el alma, un
poco de tristeza. Y cuando sentimos el perdón de Jesús, ¡estamos en paz! Con
aquella paz del alma tan bella, que sólo Jesús puede dar, ¡sólo Él!
2- En el tiempo, la
celebración de este Sacramento ha pasado de una forma pública porque al inicio se hacía públicamente ha
pasado de esta forma pública a aquella personal, a aquella forma reservada de
la Confesión. Pero esto no debe hacer perder la matriz eclesial, que constituye
el contexto vital. En efecto, es la comunidad cristiana el lugar en el cual se
hace presente el Espíritu, el cual renueva los corazones en el amor de Dios y
hace de todos los hermanos una sola cosa, en Cristo Jesús. He aquí por qué no
basta pedir perdón al Señor en la propia mente y en el propio corazón, sino que
es necesario confesar humildemente y confiadamente los propios pecados al
ministro de la Iglesia.
En la celebración de
este Sacramento, el sacerdote no representa solamente a Dios, sino a toda la
comunidad, que se reconoce en la fragilidad de cada uno de sus miembros, que
escucha conmovida su arrepentimiento, que se reconcilia con Él, que lo alienta
y lo acompaña en el camino de conversión y de maduración humana y cristiana.
Alguno puede decir: Yo me confieso solamente con Dios. Sí, tú puedes decir a
Dios: Perdóname, y decirle tus pecados. Pero nuestros pecados son también
contra nuestros hermanos, contra la Iglesia y por ello es necesario pedir
perdón a la Iglesia y a los hermanos, en la persona del sacerdote. Pero, padre,
¡me da vergüenza!. También la vergüenza es buena, es salud tener un poco de
vergüenza. Porque cuando una persona no tiene vergüenza, en mi País decimos que
es un senza vergogna un sinvergüenza. La vergüenza también nos hace bien, nos
hace más humildes. Y el sacerdote recibe con amor y con ternura esta confesión,
y en nombre de Dios, perdona. También desde el punto de vista humano, para
desahogarse, es bueno hablar con el hermano y decirle al sacerdote estas cosas,
que pesan tanto en mi corazón: uno siente que se desahoga ante Dios, con la
Iglesia y con el hermano. Por eso, no tengan miedo de la Confesión. Uno, cuando
está en la fila para confesarse siente todas estas cosas también la vergüenza pero
luego, cuando termina la confesión sale libre, grande, bello, perdonado,
blanco, feliz. Y esto es lo hermoso de la Confesión.
Quisiera preguntarles,
pero no respondan en voz alta ¿eh?, cada uno se responda en su corazón: ¿cuándo
ha sido la última vez que te has confesado? Cada uno piense. ¿Dos días, dos
semanas, dos años, veinte años, cuarenta años? Cada uno haga la cuenta, y cada
uno se diga a sí mismo: ¿cuándo ha sido la última vez que yo me he confesado? Y
si ha pasado mucho tiempo, ¡no pierdas ni un día más! Ve hacia delante, que el
sacerdote será bueno. Está Jesús, allí, ¿eh? Y Jesús es más bueno que los
curas, y Jesús te recibe. Te recibe con tanto amor. Sé valiente, y adelante con
la Confesión.
Queridos amigos,
celebrar el Sacramento de la Reconciliación significa estar envueltos en un
abrazo afectuoso: es el abrazo de la infinita misericordia del Padre.
Recordemos aquella bella, bella Parábola del hijo que se fue de casa con el
dinero de su herencia, despilfarró todo el dinero y luego, cuando ya no tenía
nada, decidió regresar a casa, pero no como hijo, sino como siervo. Tanta culpa
había en su corazón, y tanta vergüenza. Y la sorpresa fue que cuando comenzó a
hablar y a pedir perdón, el Padre no lo dejó hablar: ¡lo abrazó, lo besó e hizo
una fiesta! Y yo les digo, ¿eh? ¡Cada vez que nos confesamos, Dios nos abraza,
Dios hace fiesta! Vayamos adelante por este camino. Que el Señor los bendiga.
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