SALIR DE LA POSTRACIÓN
Las adversidades de la vida nos sitúan ante una
encrucijada en la que tenemos que decidir qué ruta elegir: o nos resignamos y,
en consecuencia, abandonamos las riendas y postrados dejamos que otros decidan
por nosotros o, por el contrario, nos sobreponemos y “tomando el toro por los
cuernos” asumimos nuestro destino, por muy cuesta arriba que sea, y afrontamos
con responsabilidad y dignidad la situación.
Desde nuestra fe, somos pueblo que camina
haciendo historia y Dios nos acompaña con su impulso, iluminando nuestra
conciencia y corazón, para deliberar, elegir y decidir pasar de situaciones
menos humanas a situaciones más humanas. Por ello, la postración ante el poder
que oprime y genera condiciones inhumanas es un signo de enfermedad espiritual
y moral, porque Dios no quiere un pueblo postrado y resignado: “Yahvé
respondió: levántate ¿por qué estás postrado en tierra? (Josué 7,10).
En la reciente encuesta de Datanálisis, el
descontento ante la situación que vivimos se sitúa en 91 %. Este malestar se va
deslizando hacia un reacomodo y resignación, acompañados por un discurso
inconsciente de “¿qué podemos hacer ante tanta destrucción?” prevaleciendo, en
un importante sector de la población, los sentimientos desmovilizadores de frustración,
impotencia, miedo, tristeza, lo que indica que estamos sumergidos en una
depresión social, inducida por la facción dominante con el objetivo de
afianzarse en el poder.
La dinámica del poder, cuando se han perdido los
controles, tiende a imponerse creando los mecanismos para que la sociedad se
postre y rinda pleitesía. Está lógica la denuncia la palabra de Dios en el
libro de Daniel, describiendo y confrontando desde la fe las estrategias del
poderoso Nabucodonosor: “en el momento en que oigan la trompeta…ustedes tendrán
que postrarse y adorar la estatua de oro erigida por el rey Nabucodonosor… los
que no se postren y la adoren serán echados al fuego” (Dn 3,5-6). En nuestro
país, esa estatua de oro, que busca reducir la autonomía y el ejercicio de la
libertad, se expresa de muchas maneras y, muy recientemente, con la decisión
del gobierno de canalizar los salarios del sector universitario y de la
educación católica a través del sistema Patria, una plataforma de Big Data que
permite, por la vía administrativa-tecnológica, un mayor control social y
político de la sociedad. Gracias a Dios, no todos se doblegan ante el poder y
siempre hay personas y grupos que marcan la diferencia y muestran que la
dignidad humana está por encima de todo poder. Ante el poder del rey
Nabucodonosor, los judíos Sidrac, Misac y Abdenágo no se postraron y
antepusieron su fe y dignidad, desafiando el mandato del rey déspota,
ejerciendo su libertad de conciencia y las consecuencias de la misma: “tienes que saber que de todas maneras no
serviremos a tus dioses ni adoraremos tu estatua”. (Dn 3,18)
Hoy, ante tanta postración, necesitamos
apoyarnos y diseñar estrategias para superar la desmovilización social y
política que juega a favor de quienes sustentan el poder. Así lo plantea el documento Rescatemos el
derecho a vivir en democracia: decálogo para la acción, hoja de ruta para la
acción ciudadana que ha presentado la UCAB junto a Provea y Espacio Público
para la defensa del Estado de derecho y la recuperación de las condiciones de
vida, y que desde el Centro Arquidiocesano Monseñor Arias Blanco hemos decidido
impulsar:
“Levantarnos de la postración en la que nos
encontramos es el primer paso. Para ello es fundamental salir de nuestra
tristeza moral y activar la fortaleza de la ciudadanía…Necesitamos recuperar
nuestros sueños colectivos, diseñar un horizonte compartido de país que nos
direccione y movilice en torno al futuro que deseamos y que todavía es posible
construir. Pero, para alcanzar ese sueño, juntos, en libertad, haciendo valer
nuestras capacidades y brindando nuestros aportes, es necesario que recuperemos
y defendamos como nuestra mayor fortaleza el derecho a vivir en democracia”.
Como lo dice el Decálogo, estamos convencidos de
la existencia de una fuerza social contenida, capaz de afrontar dignamente esta
situación y transformarla, porque “la esperanza no ha muerto en Venezuela. Son
muchas las personas, grupos comunitarios, organizaciones de todo tipo, empresas
e instituciones que a nivel local, municipal, estatal y nacional sueñan con un
país alternativo y se comprometen desde sus prácticas con su construcción,
haciéndole frente a la frustración reinante y saliéndole al paso a las
dificultades que imponen las condiciones imperantes”.
Además, insistimos en el derecho a vivir en
democracia, porque como seguidores de Jesús, quien pasó por la vida haciendo el
bien y despertando la esperanza por una vida digna y plena, consideramos que la
democracia es el marco de las conquistas de la humanidad el sistema que mejor garantiza
y posibilita una convivencia digna y justa. Por eso, asumimos como propias las
palabras del documento publicado por la UCAB, según las cuales “vivir en
democracia es la mejor garantía para el ejercicio de las libertades y la
efectividad de los derechos humanos. En nuestra Constitución, la democracia, el
Estado de Derecho y los derechos humanos forman un todo indivisible. La
democracia es la condición de posibilidad para la recuperación de la dignidad
humana y la vigencia de los derechos sociales y económicos. Vivir en democracia
nos habilita para salir de la pobreza y conquistar el desarrollo sostenible.”
En el documento N° 3 del Concilio Plenario
Venezolano, máxima instancia decisoria y vinculante del Episcopado reunida
entre los años 2000 y 2006, la Iglesia asumió como una de sus líneas de
evangelización en nuestro país que “los obispos, sacerdotes y religiosos
orientarán y apoyarán la formación socio-política de los venezolanos en la
línea de la construcción de la paz y la justicia. Insistirán en la
participación política de los seglares como una opción de servicio y compromiso
en la construcción de nuevos modelos de sociedad” (156).
Hoy, cuando la Iglesia es la institución con
mayor credibilidad en el país, según la encuestadora Datanálisis, tenemos la
gran responsabilidad de contribuir y poner los medios necesarios para “salir de
la postración”. Por eso, desde el Centro Arquidiocesano Monseñor Arias Blanco
ofrecemos nuestro servicio de formación e información, con el fin de alentar el
camino para defender nuestro derecho a vivir en democracia. Todos estamos
convocados.
Alfredo Infante s.j.
*Te invitamos a leer y compartir el documento
Rescatemos el derecho a vivir en democracia. Decálogo para la acción, que
puedes descargar haciendo clic en el siguiente enlace:
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