MENSAJE
DE LA II ASAMBLEA NACIONAL DE PASTORAL
“Una
Parroquia misionera en salida para los nuevos tiempos”
1.-
Nosotros, miembros de la II Asamblea Nacional de Pastoral, reunidos de modo
virtual y presencial del 8 al 10 de julio de 2022 como Iglesia (obispos,
presbíteros, diáconos, miembros de la vida consagrada, laicas y laicos), que
camina en comunión en Venezuela, convocados por Jesús, hemos querido escuchar
la voz del Espíritu Santo, en el ejercicio de la escucha mutua, para soñar la
Parroquia que queremos, y discernir la voluntad de Dios, en comunión con el
Magisterio del Papa Francisco.
2.- Hemos
podido constatar que desde hace mucho tiempo caminamos juntos, en sinodalidad,
práctica impulsada con el Concilio Plenario de Venezuela; el camino
preparatorio de esta asamblea, nos ha conducido por distintas etapas que nos
invitaron a escuchar, dialogar, discernir y fructificar, ahora seguimos
caminando con el compromiso de hacer realidad las mociones que el Espíritu
Santo nos ha dado.
3.- Es necesario
seguir atendiendo el llamado de Jesús a la conversión, que entre nosotros debe
tocar lo personal, lo eclesial, lo pastoral, y lo social. La conversión
dinamizará nuestros procesos de evangelización como Iglesia y hará que nuestras
Parroquias, rostro más cercano y concreto de la Iglesia, sean auténticamente
misioneras y en salida para los nuevos tiempos.
4.- Como
Pueblo de Dios que peregrina en Venezuela vivimos y compartimos los gozos y
esperanzas, las angustias y tristezas de cada uno de los hombres y mujeres de
nuestras comunidades. Vemos con preocupación el dolor y el sufrimiento de
nuestro pueblo. Estamos convencidos que podemos tener una mejor Venezuela, más
fraterna, más humana, donde haya justicia y paz. Por ello, desde cada una desde
nuestras Parroquias queremos ser constructores de un país, con un tejido social
más justo y fraterno, queremos asumir el llamado a ser testigos del amor y la
ternura de Dios y avivar la esperanza desde la opción misionera.
5.- Por
ello la Parroquia, en donde peregrina una porción del Pueblo de Dios, está
llamada a la conversión pastoral, responder con creatividad, bajo la guía del
Espíritu Santo, a los desafíos del tiempo actual, ser comunidades fraternas,
donde todos se sientan amados y acogidos y salgan a las periferias humanas y
existenciales a anunciar a Jesucristo Resucitado, celebrando la fe y viviendo
la caridad.
6.- La
Iglesia es sinodal, y debe estar siempre en salida, de modo que todos nos
sintamos involucrados en la misión que el Señor Jesús nos ha confiado, para
llevar adelante, con decisión y valentía, nuestros compromisos bautismales.
Renovemos nuestras estructuras pastorales, cambiemos aquellas que se han hecho
caducas, “rememos mar adentro”, en las aguas profundas de estos nuevos tiempos,
pero con un nuevo ardor, expresiones y métodos pastorales.
7.- La
Parroquia que soñamos está llamada a evangelizar y ser evangelizada, a ser
comunidad de comunidades sostenida por la espiritualidad de comunión, a
celebrar los misterios de la fe como fuente de comunión y misión, solidaria y
comprometida con todos, especialmente con los más necesitados, realizando obras
de caridad, atendiendo a los cambios culturales, animando la promoción humana y
el desarrollo integral, incidiendo en la transformación de las estructuras
excluyentes y depredadoras de la Casa Común.
8.- Es
urgente asumir como compromiso que en todas nuestras Parroquias se constituyan
los Consejos Pastorales y Económicos, como estructuras que dinamizan la acción
evangelizadora, siempre en apertura al Espíritu Santo que irá inspirando nuevas
estructuras que impulsen la sinodalidad y misión, así como nuevos ministerios
orientados a la evangelización y no solo a lo litúrgico sacramental. Así mismo
asumimos el compromiso de que nuestras Parroquias sean entornos seguros, donde
se salvaguarde y proteja a las personas vulnerables, desde una consecuente
cultura del buen trato.
9.- La
Parroquia que es casa y escuela de comunión, también es espacio privilegiado
para la reconstrucción del Pacto Educativo Global, porque comprendiendo su
dimensión profundamente educadora, reconoce en su acción evangelizadora y
pastoral la misión de reconstruir el tejido social desde la educación.
10.- Todo
el Pueblo de Dios es sujeto de la misión, entre los cuales los laicos tienen
una gran responsabilidad desde su inserción en las realidades temporales,
privilegiando la acción política, económica, científica, siendo fermento del
Evangelio en ellas.
11.-
¡Vayamos al encuentro del hermano! caminemos juntos en la escucha, en el
diálogo, en el discernimiento, en la misión, creando una nueva cultura del
consenso, donde todos estén involucrados como Iglesia Pueblo de Dios.
12.-
Vivamos con los demás, oremos con los demás, obremos con los demás, con todos,
buscando el bien común, la fraternidad de los hijos e hijas de Dios y la
amistad social, siempre con criterios de Evangelio.
13.- Si
así lo hacemos, podremos decir que el ejercicio asiduo de la sinodalidad es un
gran aporte de los cristianos católicos a la vida civil y pública. En nuestro
contexto global, donde todo está conectado, la política sufre un gran
desprestigio, la sinodalidad, es un estímulo más para fortalecer el compromiso
con la gestación de una nueva sociedad, con base en los principios de la
Doctrina Social de la Iglesia.
14.- El Dios
de la Vida, manifestado en Jesús, con la fuerza del Espíritu, nos conceda estar
en permanente conversión para realizar los sueños que hemos discernido en
nuestra Asamblea. Nos impulse a salir al encuentro de los hombres y mujeres de
nuestras comunidades, comunicándoles con el testimonio de nuestra vida la
alegría del Evangelio.
15.- Que
María de Coromoto siga caminado con nosotros, pueblo de Venezuela, como lo ha
hecho desde los inicios de la evangelización, y nos anime siempre al encuentro
profundo, personal y comunitario con Jesús.
16.- Por
ello, vayamos y hagamos de todos discípulos de Jesucristo (Cf. Mateo 28,19)
Caracas,
10 de julio de 2022
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