7 de noviembre de 2020

AGENDA NOVIEMBRE 2020


HORARIO DE DESPACHO PARROQUIAL

9:00 am a 11:30 am 


Semana flexible:

Martes y Jueves 


Semana radical:
Miércoles 

Para solicitar:
Documentos parroquiales: Fe de Bautismo,  Constancia de Confirmación  etc.
Inscripción de bautizos.
Anotar intenciones.
Recibir donaciones para Ollas solidarias y Comedor Parroquial.


Quienes vengan al Templo: bien vestidos y con su respectiva mascarilla para ser atendidos .



Desde el 03 de noviembre hasta el 02 de diciembre, estaré celebrando la Santa Misa a las 8:00 am (puede que sea más temprano o un poco más tarde; no se anotan intenciones) y a las 5:00 pm (se puede anotar intenciones). La asistencia menor al 30 % en la semana.

Sobre las normas o protocolo se pueden ver en: https://pbrowilliams2006.blogspot.com/2020/11/protocolo-de-flexibilizacion-noviembre.html?m=1 

Aquí verán algunas de las actividades que se tendrán estos días poniendo nuestro mayor cuidado y empeño por vivir las orientaciones en este tiempo de pandemia. 

La novena en honor a Cristo Rey inicia el día 13, a las 4:00 pm.

La “Jornada Mundial de los Pobres” el día 15 de noviembre (quienes deseen y puedan colaborar con el arepazo que se va a tener este día para los más desfavorecidos y necesitados, se ponen en contacto conmigo o José González).

Si alguno desea realizar “una mañana de Retiro” en su casa o en el Templo, puedo facilitarle un material que le sirva de guía. En este mes noviembre la Iglesia nos propone reflexionar sobre las realidades últimas –los novísimos–: muerte, juicio, infierno y cielo. Para el cristiano la muerte no es más que la puerta a la Vida. 

Cualquier cambio que surja se los hago saber. 


NOVIEMBRE 2020

Domingo 08: XXII del Tiempo Ordinario. Día del Abrazo en Familia: “El hogar, un lugar seguro para la familia”

• 8:00 am: Santa Misa desde la Radio Morón Stereo 90.7 FM.

• 9:00 am: Encuentro Catequizando.

• 10:00 am: Santa Misa en el Templo Parroquial (intenciones). 

• 11:30 am: Santa Misa en Templo Parroquial  (no se anotan intenciones).


Martes 10: Memoria de San León Magno.

• 8:00 am: Santa Misa.

• 9:00 am: Inauguración del Banco de Medicamentos “San Giuseppe Moscati”.

• 5:00 pm: Santa Misa.


Miércoles 11: Memoria de San Martín de Tours.

• 8:00 am: Santa Misa en Rancho Grande – Alpargatón.

• 9:00 am: Jornada de captación y pesquisas.. SAMAN.

• 5:00 pm: Santa Misa en Cristo Rey.


Jueves 12: Memoria de San Josafat

• 7:00 am: Santa Misa.

• 9:00 am: Jornada de encuentro de los sacerdotes de la Diócesis como preparación al encuentro Virtual conjunto de obispos y sacerdotes a nivel nacional.

• 5:00 pm: Santa Misa.


Viernes 13: Nuestra Sra. del Socorro

• 9:00 am: Santa Misa.

• 11:30 am: Comedor Parroquial.

• 4:00 pm: Inicio de Novena y Santo Rosario en Honor a Cristo Rey.

• 5:00 pm: Santa Misa.


Sábado 14. Memoria de Santa María en Sábado 

• 8:00 am: Santa Misa.

• 9:00 a 11:00 am: Encuentro Catequizando.

• 4:00 pm: Segundo día de Novena y Santo Rosario

• 5:00 pm: Santa Misa.


Domingo 15: XXXIII del Tiempo Ordinario. 

Jornada Mundial de los Pobres.

• 8:00 am: Santa Misa desde la Radio Morón Stereo 90.7 FM.

• 8:30 am: Arepazo en  el Templo Parroquial.

• 9:00 am: Tercer día de Novena y Santo Rosario.

• 10:00 am: Santa Misa en el Templo Parroquial (intenciones). 

• 11:30 am: Santa Misa en Templo Parroquial  (no se anotan intenciones)


Lunes 16:Memoria de Santa Gertrudis.

• 8:00 am: Santa Misa.

• 11:30 am: Comedor Parroquial.

• 3:00 pm: Confesiones. 

• 4:00 pm: Cuarto día de Novena y Santo Rosario

• 5:00 pm: Santa Misa.


Martes 17: Memoria de Santa Isabel de Hungría.

• 8:00 am: Santa Misa.

• 3:00 pm: Confesiones. 

• 4:00 pm: Quinto día de Novena y Santo Rosario

• 5:00 pm: Santa Misa.


Miércoles 18:.

• 8:00 am: Santa Misa en San Vicente Ferrer.

• 3:00 pm: Confesiones. 

• 4:00 pm: Sexto día de Novena y Santo Rosario

• 5:00 pm: Santa Misa.


Jueves 19:.

• 7:30 am: Santa Misa.

• 3:00 pm: Confesiones. 

• 4:00 pm: Séptimo día de Novena y Santo Rosario

• 5:00 pm: Santa Misa.


Viernes 20:

• 8:00 am: Santa Misa.

• 11:30 am: comedor Parroquial.

• 4:00 pm: Octavo día de Novena y Santo Rosario

• 5:00 pm: Santa Misa.


Sábado 21: Memoria de la Presentación de la Santísima Virgen María 

• 7:30 am: Santa Misa.

• 8:30 Limpieza.

• 4:00 pm: Noveno día de Novena y Santo Rosario

• 5:00 pm: Santa Misa.


Domingo 22: SOLEMNIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO.

• 7:00 am Repique de Campana y ambiente musical. Ornamentación .

• 8:00 am: Santa Misa en Templo Parroquial  (no hay intenciones).

•  10:00 am: Santa Misa en el Pórtico, plaza y estacionamiento presidida por nuestro obispo Mons. Saúl Figueroa,  Confirmaciones (intenciones).


Domingo 29: I DOMINGO DE ADVIENTO 

• 8:00 am: Santa Misa desde la Radio Morón Stereo 90.7 FM.

• 9:30 am: Santa Misa  en San Vicente Ferrer.

• 11:00 am: Santa Misa en Cristo Rey.


El tiempo de Adviento tiene una doble índole: es el tiempo de preparación para las solemnidades de Navidad, en las que se conmemora la primera venida del Hijo de Dios a los hombres, y es a la vez el tiempo en el que por este recuerdo se dirigen las mentes hacia la expectación de la segunda venida de Cristo al fin de los tiempos. Por estas dos razones el Adviento se nos manifiesta como tiempo de una expectación piadosa y alegre. (NUALC, 39)



Lunes 30: Fiesta de San Andrés 

• 8:00 am: Santa Misa.

11:30 am: Comedor Parroquial.

5:00 pm: Santa Misa.


5 de noviembre de 2020

PROTOCOLO DE FLEXIBILIZACIÓN, NOVIEMBRE 2020.

  

PROTOCOLO DE FLEXIBILIZACION DE  LA DIOCESIS DE PUERTO CABELLO  PARA LA ATENCION DEL PUEBLO  DE DIOS ANTE LA PANDEMIA DE COVID19,   

5 DE NOVIEMBRE DE 2020  


I- INTRODUCCION

1. Estamos viviendo un momento de desolación por la pandemia de covid 19,  que ha dejado en evidencia las limitaciones de nuestro sistema  sanitario.  Es una  pandemia agresiva que ha dado al traste con nuestros planes porque debemos someternos  necesariamente  a un confinamiento social.


2. Sin embargo, a pesar de esta dura realidad,  nos hemos reunido  en varias ocasiones con el  Consejo Presbiteral para proponer, algunas líneas de acción pastoral. Con este fin hemos emitido una carta pastoral el 28 de abril titulada: “No está aquí ha resucitado”. De igual manera, hemos tomado en consideración el protocolo eclesial para la flexibilización publicado por la Conferencia Episcopal Venezolana el 2 de junio de2020. Y recientemente contamos con las indicaciones de la Comisión  Permanente de la CEV  del 29 de octubre y con el Instructivo del Ministerio de Interior y Justicia del 28 de octubre.  Tomando en cuenta  todo esto,  emitimos a continuación  un nuevo protocolo para la evangelización en nuestra Diócesis de Puerto Cabello para esta nueva etapa de flexibilización  


II- REAPERTURA DELOS TEMPLOS


3. A partir del domingo 1 de noviembre se permite la apertura de los templos para la celebración                     de todos los sacramentos y demás oficios cultuales con un aforo de un 30%.


4. En los templos se deben tomar las siguientes medidas sanitarias: 


a. Usar  gel desinfectante o alcohol para  los fieles que ingresen al templo.

b. Medir la temperatura a los feligreses antes de entrar al templo.

c. Utilización de alfombras sanitarias para desinfectar el calzado de los que ingresen.

d. El uso  de mascarillas para los feligreses.

e. No deben ingresar personas resfriadas o con gripe.

f. Los feligreses deben estar separados por una distancia de un metro y medio.

g. Utilizar espacios abiertos cuando se prevea una afluencia numerosa de fieles.

h. Cada templo debe tener un equipo de laicos para vigilar  y mantener el  orden a la entrada y salida de las celebraciones.

i. En la entrada de los templos deberán haber  carteles con las indicaciones anteriores. 

j. Los templos deben ser cuidadosamente desinfectados antes y después de cada celebración.

k. Los aires acondicionados deben estar apagados, procurando la ventilación natural con  las puertas y ventanas abiertas.

l. Los micrófonos deben ser desinfectados.



III-   EN CUANTO A LA CELEBRACIÓN DE LOS SACRAMENTOS


5. En general pueden administrarse todos los sacramentos en los templos: Misas, bautizos, confirmaciones, matrimonios, confesiones, unción de los enfermos; utilizando el aforo aprobado y con las normas sanitarias mencionadas; el celebrante   debe cumplir también con las medidas  sanitarias y si es menester debe usar guantes.


6. Celebración de la Misa.


a. En la Misa Dominical  se permite un aforo del 30%; se pueden hacer dos celebraciones y entre ellas  debe haber un tiempo  para la desinfección.

b. En la Misa diaria se puede emplear un aforo menor. 

c. Se debe emplear el menor número posible de lectores y  monaguillos. 

d. La paz sólo debe hacerse solo con  un gesto entre los feligreses cercanos. No un abrazo.

e. La distribución de la sagrada eucaristía debe ser en la mano, manteniendo la distancia de dos metros entre los comulgante en la fila.

f. No se  deben efectuar misas en las casas particulares.

g. La comunión a los enfermos en sus casas debe hacer con mucho cuidado. Usar mascarilla, mascara de plástico y guantes. Es preferible que esto lo haga el sacerdote no los ministros extraordinarios de la comunión.

h. Mantener las celebraciones eucarísticas por las emisoras de radio y por las redes sociales. Es un espacio ganado que debe perderse. 


7. En los Bautizos se  debe guardar la distancia entre  los padres y padrinos. Se omitirá la signación en la frente y el Effetá. Uso de agua bendita por cada bautizado y finalizado el sacramento echar el agua bendita en los arboles. La charla pre-bautismal se puede dar antes del sacramento. Si hay varios bautizos hacer varios horarios a discreción de los párrocos.


8. Para las Confirmaciones no  hacer tandas numerosas, cada confirmando debe tener un solo padrino. Se pueden utilizar espacios abiertos. Los Párrocos deben coordinar con el Sr. Obispo.


9. Para el sacramento de la confesión, cada párroco elegirá los días para que los feligreses puedan acudir al sacramento, manteniendo la debida distancia y uso de mascarillas y guantes. Se debe explicar el Decreto de la Penitenciaria Apostólica sobre la indulgencia plenaria y absolución colectiva y  la confesión en ausencia de sacerdote (CIC. 1451 y 1452).


Recordar también el decreto de la Penitenciaría Apostólica del 23 de octubre.  “Por  causa de la pandemia,  se concede  indulgencia plenaria  a los que visiten un cementerio y recen por los fieles difuntos el padre nuestro y el credo y se hayan confesado previamente”. Decreto valido  hasta el 30 de noviembre.


10. Sobre el sacramento del Matrimonio, se deben seguir las normas canónicas y los trámites necesarios ante la Curia. Flexibilidad en la preparación y efectuarla en cada parroquia.


11. En la Unción de los enfermos, mantener la prudencia y la distancia preventiva. Ser muy cuidadosos para no ser factor de propagación del virus. Se deben emplear: mascarillas, guantes, algodón, alcohol o gel antibacterial. Y desinfectar  antes y después del sacramento.


12. La celebración de las exequias, en las casas o en las funerarias, queda  a discreción del párroco.  Se deben mantener las medidas sanitarias correspondientes.


IV. CATEQUESIS


13. Utilizar los medios disponibles: email y las redes sociales  para mantener cercanía con los catequizandos. El material que se elabore debe ser supervisado por el párroco y los catequistas. 


14. Revalorizar la familia como primera escuela de catequesis.  Dar un itinerario formativo espiritual que  fortalezca  el hogar y la responsabilidad de los padres. 


15.   Los catequistas deben estar pendientes de sus catequizandos siguiendo el temario programado,  y exigirle a los niños  un cuaderno que el catequista debe revisar  periódicamente.


16. Las primeras comuniones y las confirmaciones se pueden celebrar  en grupos pequeños. Cuando los participantes sean muy numerosos,  se deben  utilizar espacios abiertos y observar  las medidas sanitarias respectivas. 


IV- PASTORAL SALUD, SOCIAL – CÁRITAS


17. Los comedores parroquiales deben cocinar en casa y  los representantes de los niños deben llevar  envases  para retirar los alimentos y observar  las normas sanitarias indicadas.


18. Las Parroquias centinelas con el proyecto SAMAN atenderán a los niños vulnerables y a las embarazadas con el protocolo indicado,  en sus casas (con guantes y tapabocas) entregando el tratamiento para un mes.


19. Respecto a las ollas comunitarias, se sugiere hacer las comidas en las casas y  repartidas en las viviendas de los más vulnerables


20. Para obtener los remedios  del Banco de Medicamentos de la Diócesis,   por favor dirigirse a los respectivos párrocos con récipes e informes, ellos tramitaran la solicitud ante el banco. Así mismo La Parroquia de Cristo Rey de Morón posee ya  un banco de medicamentos parroquial. Exhortamos a las demás parroquias y zonas pastorales  para ir organizando su banco respectivo.


21. Reactivar la Vicaria de los Derechos Humanos ante las constantes violaciones de los derechos de las personas.


22. Exhortamos  a los Parroquias que tienen Centros con privados de libertad, atenderlos y asistirlos y ayudarlos con  alimentos e insumos.


23. En la visita de hospitales, cuando lo requieran los familiares o enfermos, mantener las medidas recomendadas por ser lugar de riesgo de contagios.



VI - ATENCIÓN PARROQUIAL


24. Los párrocos deben elaborar  horarios para la  atención a los feligreses para los sacramentos o documentos parroquiales.


25. Los párrocos deben  dar a conocer a los feligreses las medidas civiles y eclesiales durante el confinamiento.


26. Deben también colocar carteleras informativas sobre las medidas sanitarias en los templos.


27. Los párrocos  deben atender, al menos, a los coordinadores de los grupos apostólicos y servicios pastorales.


VII -  FRATERNIDAD SACERDOTAL


28. Los sacerdotes deben fomentar más la amistad sacerdotal y aprovechar  las reuniones de las zonas pastorales para estar más unidos  Los sacerdotes deben  para rezar con más calma, repasar, leer teología u otra materia y rendir más el tiempo. Hacer un día de retiro.


29. Exhortamos también a los feligreses a apoyar a los sacerdotes en sus comunidades. Ellos, como todos, están sufriendo las penurias y escasez. No perciben ninguna  ayuda del Estado, dependen exclusivamente de sus comunidades. 

Apreciados hermanos en las actuales circunstancias el Señor no nos abandonará. Sólo nos queda confiar en Él. Animo yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo (Mt 28,20). Que nuestra Señora del Valle, San José y Santa Ana intercedan por todos nosotros para que estemos a la altura de las actuales circunstancias. Dios les bendiga.


Mons. Saúl Figueroa Albornoz

Obispo de Puerto Cabello


Dado en Puerto Cabello a los 5 días del mes de noviembre de 2020

4 de noviembre de 2020

Libres para amar

 

Rafael Lacorte Tierz y José Manuel Mañú Noain

El esfuerzo de llevar una vida sobria ve su recompensa en tener más facilidad para orientar su energía hacia el bien

La primera víctima de la destemplanza
es la propia libertad 
(Séneca)

La templanza es un término desvirtuado en el uso coloquial. El placer a cualquier precio es su alternativa. La pugna entre estoicos y epicúreos duró siglos. El cristianismo rompió esa dicotomía al valorar el placer legítimo. Chesterton, explicando los motivos por los que se hizo católico, daba dos: uno era que en la confesión tenía la certeza de haber recibido el perdón de sus pecados y el otro que ser católico es compatible con tomarse una cerveza. Sin duda eran más, pero el puritanismo no representa al cristiano, ni estoicismo equivale a templanza. La palabra a la que hay que asociar ese término es moderación. Se define así: “virtud que modera la atracción de los placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes”.

El exceso en el uso de bienes, como la comida o la bebida, es perjudicial. La pregunta que algunos se hacen es ¿por qué moderar lo agradable? Un niño, sin la mirada de sus padres, se tomaría todas las golosinas a su alcance. En unos temas se entiende mejor que en otros, pero no olvidemos el fin que buscamos, ser dueños de nuestros actos para hacer un uso libre de nuestros actos. Algunas personas están atadas a la ludopatía, al alcohol, etc. Alguno piensa que él no; bastaría pedirles abstenerse un mes de esa actividad y quizá descubran que les cuesta más de lo que pensaban. Todo drogadicto ha pasado por una fase en la que repite: tranquilo, que controlo.

Llevar una vida sobria pudiendo llevarla de otra forma no siempre es fácil de asimilar. Vivimos en una sociedad hedonista en la que el placer es la meta de algunas vidas; el límite que se acepta es la salud, lo que ha servido en campañas para dejar el uso del tabaco o no iniciarse en él. Pero no siempre la sociedad pone tantos medios, o valora de igual unas u otras dependencias.

Todos hemos visto situaciones en las que se aprecia el resultado de la falta de moderación; algunas fiestas son tristemente famosas porque en esos días la calle es un gran carnaval; su postura es que con tal de no agredir hagas lo que quieras. Son frecuentes las quejas de vecinos en zonas donde los festejos duran día y noche. Lo deseable sería participar de actividades festivas en un entorno amable, sin salidas de tono, etc. Irse fuera durante las fiestas es triste, pero es una respuesta si no se pueden modificar las cosas y está en juego el bien de los hijos. Es perder el derecho a disfrutar de las fiestas y que sea compatible con pasear con niños por la ciudad, etc. Si hubiera que elegir, es preferible perderse unas fiestas que correr el riesgo de perder a un hijo.

Sentido positivo de la templanza

Las metas valiosas suponen esfuerzo, a veces arduo. Es más fácil renunciar que ser constantes para conseguir una meta. La motivación y la preparación previa en el dominio de sí, son una ayuda para algunos retos, como subir montes de cinco mil metros. Se precisa intentar una y otra vez llegar a pasos intermedios que facilitan llegar a la cumbre. Pero es en la vida diaria en donde debemos aplicar lo aquí dicho; ser heroico una vez no es difícil, lo es serlo de forma habitual, aunque sea sin brillo. Elevar el nivel de frustración evita hundirse ante dificultades poco relevantes. Evitar a toda costa que los hijos vivan dificultades ordinarias, lleva a algunos padres a suplirles en tareas que debieran afrontar ellos; es tenerlos en una burbuja. Al salir al aire libre, no tendrán la capacidad de respuesta necesaria para vivir.

La libertad interior y la capacidad de amar

Dice el Dr. Trigo que la templanza modera la inclinación al placer sensible. Si la voluntad está gobernada por la razón es posible que no sea esclava del placer; si lo logra, podrá amar libremente actuando con libertad interior. Las tendencias que la templanza debe dominar están en la naturaleza, son fuertes y capaces de perturbar. La pasión puede hacer ver rectos los caminos torcidos dada la debilidad del ser humano; más si se tienen conductas que alimentan las pasiones menos nobles del ser humano.

La templanza, con el gobierno inteligente de la fuerza interna, suaviza la tensión interior entre el apetito y lo señalado por la razón. Esta armonía hace posible el dominio de sí y con él ganar en libertad para actuar mejor. Afirma el Dr. Trigo: las energías de la persona se encauzan, potencian y secundan la acción libre dirigida por la razón, comprometiendo en ella a la persona entera, en cuerpo y alma. Las fuerzas de la pasión se ponen, entonces, al servicio del amor, de la propia perfección y de la construcción de la sociedad.

Las pasiones en sí mismas no son ni buenas ni malas. Son impulsos exentos en su raíz de bondad o malicia. Solo reciben calificación moral en la medida en que dependen de la razón y de la voluntad. Por eso cuando nos hemos referido en un contexto negativo a ellas, cuando se desbocan y hacen difícil realizar el bien.

Manifestaciones de la falta de templanza

Todos podemos volvernos esclavos de las pasiones. Sólo la persona que es dueña de sí y domina sus pasiones puede darse a los otros. Quien no lo es, tiende a usar a los demás; las faltas de señorío que acaban en actos externos suelen ser injustas. En el caso de la castidad, se aprecia en los abusos sexuales, adulterios, o el uso para el placer de personas que viven en situación de semi-esclavitud. Una sociedad que fomenta el hedonismo, por tener deteriorada la escala de valores, o estar inmersa en el hedonismo, verá cómo las conductas desbordan el cauce de la convivencia y generan problemas. No es lógico alimentar el hedonismo y pedir el uso responsable de las pasiones; como mínimo, es desconocer la naturaleza.

El esfuerzo de llevar una vida sobria ve su recompensa en tener más facilidad para orientar su energía hacia el bien. Decía san Josemaría que: la templanza cría al alma sobria, modesta, comprensiva; le facilita un natural recato que es siempre atractivo, porque se nota en la conducta el señorío de la inteligencia. La templanza no supone limitación, sino grandeza. Hay mucha más privación en la destemplanza, en la que el corazón abdica de sí mismo, para servir al primero que le presente el pobre sonido de unos cencerros de lata.

Para que los jóvenes entiendan este estilo de vida necesitan verlo en sus padres y educadores. Intentar ahorrarse esfuerzos es lógico, pero es mejor no dejarse engañar por aparentes atajos que no conducen a la meta. Es probable que hayas leído este relato, pero vale la pena hacerlo de nuevo: un rey recibió como obsequio dos pichones de halcón y los entregó a su cetrero para que los entrenara. Pasados unos meses, éste le dijo que un halcón ya estaba entrenado, pero el otro no; no sabía que le pasaba, pero no se había movido de la rama desde que llegó. Desde la ventana de su habitación el rey veía al pájaro inmóvil. Pidió a las personas del palacio ayuda para resolver esta cuestión; al día siguiente vio a ese halcón volar. Hizo llamar a quien lo había logrado y le dijo: ¿Cómo hiciste volar al halcón? El campesino dijo: corté la rama en la que estaba y el pájaro empezó a volar.

A los adultos nos tiembla la mano al cortar la rama si debemos hacerlo. Si pensamos que hemos puesto los medios, que está en condiciones de hacerlo él, etc., es posible que se debamos hacerlo para que el interesado se esfuerce en lograr las metas. Hay medios publicitarios que ofrecen logros sin esfuerzo, como si bastara el deseo para obtenerlos sin poner los medios. La técnica facilita las tareas, pero no siempre evita el esfuerzo; a veces será el requerido para el sustento diario.

Es importante no dejarse engañar por reclamos que presentan una vida fácil y sin esfuerzo. Hay padres y madres que se tienen que hacer violencia a sí mismos para exigir, pero lo hacen por sus hijos. Hay tres frases que se citan como proverbios chinos; sean o no así, son aplicables a cualquiera. Dicen: si te caes siete veces, levántate ocho. Otro: las grandes almas tienen voluntades; las débiles tan solo deseos. Piensa esta frase: el corazón es un niño: espera lo que desea. Entre desear y proponerse hay gran diferencia. Lo importante requiere ambas cosas.

Algunas consecuencias

Hay ambientes hedonistas; no es raro que se respire esa atmósfera en lugares de estudio, colegios, institutos, etc., con protestas de que se les hace estudiar mucho, etc. Como es lógico, las quejas razonables se deben atender y evitar las causas que las provocan. La templanza no sólo facilita hacer cosas valiosas, sino ser valioso, que es mejor. Al controlar la atracción de lo apetecible, permite valorar lo más elevado del hombre; que la razón y la voluntad gobiernen su vida. Si algo ata la voluntad, este es menos dueño de sus actos.

Es preciso convencerse, y hacerlo ver a los hijos o alumnos, que el ser humano depende de los hábitos que adquiere. Los hábitos buenos facilitan conductas nobles, los vicios le perjudican. Pero los hábitos se ganan y se pierden, de ahí que no es razonable ni acomodarse ni perder la esperanza. Un alumno puede pensar que no necesita estudiar porque los exámenes quedan lejos; cuando llegue el momento, piensa, estudiaré; al llegar, la realidad es que no lo hace, porque ha perdido la capacidad para concentrarse en el estudio.

Se ve en el deporte; sin entrenamiento no se rinde; el jugador que no entrena por pereza pierde la forma física. Si alguien piensa que el deportista entrena porque disfruta, se dará cuenta del esfuerzo que supone correr un día de lluvia y frío. Hay otro aspecto que conviene añadir; hace referencia a los demás. La templanza abre el corazón a la generosidad, facilita la amistad; el amor auténtico es un don de sí, no un sentimiento de agrado, aunque éste acompañe en ocasiones.

Cultivar la generosidad

Para vivir la generosidad hay que dominar el capricho; de lo contrario, solo ayudaremos si nos apetece, o si lo pasemos bien al hacerlo. Un joven encerrado en su habitación, rodeado de aparatos y aislado de los demás −familia, amigos−, es una muestra de la soledad a la que se puede llegar por anteponer el capricho, las cosas, a las personas. No podemos pretender que los demás salgan cuando nosotros queremos, que estén disponibles cuando lo digamos. La amistad y el trato social, exigen el esfuerzo de pensar en los demás; no se puede querer a otros sin privarse de algunos gustos.

Los hijos valoran la amistad, sobre todo en la adolescencia y juventud; ese campo es una referencia para mostrar el valor de la templanza. Tener amigos significa renunciar a alguna apetencia: cuesta salir si llueve, prestar cosas, etc. Quien se empeña en que se haga siempre lo que él quiere, perderá los amigos. Parte del malhumor de algunos jóvenes es consecuencia de verse con poca voluntad, aunque lo oculten bajo un enfado, que es reflejo de su malestar interior y que deriva una baja autoestima.

Por el contrario, el dominio de sí alegra la vida, da seguridad en uno mismo y va unido a una meta educativa valiosa: hacer amable la virtud. La alegría es fruto de hacer el bien y del aprecio noble de los demás. De ahí que la virtud sea siempre alegre. Aunque cuesta, el resultado es grato. La tristeza es fruto de egoísmo y la alegría de la generosidad. Julio de la Vegadedicó un libro a la templanza. Supone ir contracorriente, dice, pero se necesita para lograr otras virtudes. Quien no está dispuesto a renuncias, pierde capacidad para actuar y llega a la parálisis para el bien por faltarle fuerza para metas valiosas.

El atractivo del desprendimiento

Un relato que muestra ese atractivo. Dice así: un peregrino encontró una joya y la guardó en su zurrón. Un día, coincidió con otro viajero y al abrir su bolso para compartir las provisiones, este al ver la joya se la pidió; el peregrino se la dio. El viajero le dio las gracias y marchó gozoso con aquel regalo inesperado. Sin embargo, unos días después volvió en busca del peregrino; al encontrarlo, le devolvió la joya y le dijo: te pido que me enseñes algo más valioso, lo que te permitió dármela. Parece ingenuo el relato, pero el desprendimiento de los bienes materiales tiene atractivo.

Basta recordar, por contraste, la sorpresa de los indígenas de América al ver el empeño de los españoles por conseguir joyas. Da pena leer el relato de la noche triste, cuando los soldados de Hernán Cortés abandonaron México, aunque luego la reconquisten. Para salir por la laguna que rodeaba la ciudad, tenían que ir por pasillos estrechos de madera. Era de noche y varios soldados cargaron con joyas que guardaban; algunos al caerse del pasillo al agua se hundían por el peso de las joyas. Que alguno se ahogara por llevar armadura entra dentro de lo esperado, pero morir por avaricia es triste.

Consecuencias positivas

Hemos visto varias y todos somos conscientes de haber roto algún hilo que nos ataba a algo que nos impedía volar; puede ser dejar el tabaco, o reconocer que no éramos capaces de prescindir de un programa de televisión o de un videojuego, etc. La casuística es amplia y grave si nos referimos a adicciones severas, como el consumo de drogas, el alcoholismo o la ludopatía. No es motivo de orgullo, y menos de alardear, haber roto algún hilo o cadena.

Una idea facilita la humildad: saberse vulnerables. Quien es consciente de que si retoma el hábito que le ató en el pasado, volvería a estar sujeto a esa cadena, es cauto y se sitúa lejos de la línea roja que indica el peligro. Solo una vez es engañarse y ponerse en riesgo. Nunca más es la forma de evitar recaer; dentro de las tendencias generales, cada uno conoce sus puntos débiles. El amor a otras personas ayuda para luchar; no defraudar a quienes nos quieren o las que debemos atención por justicia, es una razón para esforzarse. Más de un padre ha dejado el tabaco porque se lo ha pedido un hijo. En la película aconsejada se aprecia la privación que asume la población para salvaguardar la libertad. Unas preguntas personales nos pueden ayudar a concretar:

Piensa y contesta:

  1. ¿Hay algún capricho del que no puedo prescindir?                Sí / No
  2. ¿Estoy luchando por ganar en libertad interior?                     Sí / No
  3. ¿Tengo claros cuales son mis puntos vulnerables?               Sí /  No
  4. ¿Saberme débil me lleva a tomar precauciones?                  Sí /  No
  5. ¿Me ayuda a luchar saber que así amo más y mejor?          Sí /  No

Se aconsejan un libro y una película para percibir mejor la realidad de lo dicho en los dos capítulos dedicados a la templanza como ayuda para la libertad.

Para leer:

Burggraf, JuttaEducar en la sobriedad en nuestra sociedad consumista.

Para ver:

Dunkerque. 2017. Dirigida por Chistopher Nolan.

Rafael Lacorte Tierz y José Manuel Mañú Noain

Conocerle y conocerte (X): ​Jesús está muy cerca


 «Cada día veo más claro lo cerca que está Jesús de mí en todos los momentos, le contaría detalles pequeñitos pero constantes, que ya ni me asombran, sino que se los agradezco y los espero constantemente»[1]. La carta de la beata Guadalupe a la que pertenece el anterior fragmento, en su sencillez, debió de suponer una gran alegría para su destinatario, san Josemaría. Aunque Guadalupe llevaba apenas seis años en el Opus Dei, aquellas líneas son un testimonio de cómo la vida de piedad que había emprendido miraba precisamente a facilitar una continua presencia de Dios, para «hacer de nuestra vida corriente una continua oración»[2].

La doctrina es evangélica. Jesús habló a sus discípulos en distintos modos sobre «la necesidad de orar siempre y no desfallecer» (Lc 18,1). En muchas ocasiones le vemos dirigirse a su Padre a lo largo del día, como ante la tumba de Lázaro (cfr. Jn 11,41-42) o cuando los apóstoles regresaron de su primera misión llenos de alegría (cfr. Mt 11,25-26). Ya resucitado, el Señor se acerca a sus discípulos en muy variadas circunstancias: cuando se alejan llenos de tristeza, camino de Emaús; cuando están llenos de miedo, en el Cenáculo; cuando vuelven al trabajo, en el mar de Galilea… E incluso durante los instantes antes de volver junto a su Padre, Jesús les aseguró: «Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,20).

Los primeros cristianos eran muy conscientes de esa cercanía. Aprendieron a hacerlo todo para la gloria de Dios, como escribía san Pablo a los romanos: «Si vivimos, vivimos para el Señor; y si morimos, morimos para el Señor; porque vivamos o muramos, somos del Señor» (Rm 14,8-10; cfr. 1Co 10,31). ¿Y nosotros? En un mundo tan acelerado como el nuestro, tan lleno de cosas por hacer, de fechas de entrega, de tráfico y de ruido, ¿es posible mantener constantemente nuestra «conversación en los cielos»[3]?

Por el motivo adecuado

Hay conversaciones silenciosas, como la de los amigos que caminan juntos, o la de los enamorados que se miran a los ojos. No necesitan palabras para compartir lo que llevan en el corazón. Sin embargo, no existe conversación sin atención a la persona que tenemos delante. Los teléfonos móviles han introducido en nuestra vida el extraño fenómeno de estar hablando con alguien y, a pesar de eso, pensar que quizá está más pendiente de otras conversaciones

El diálogo con Dios al que estamos llamados tiene que ver precisamente con esa atención. Una atención que no es excluyente, en cuanto podemos descubrir a Dios en muchas circunstancias y actividades que, aparentemente, tienen poco que ver con él. Algo similar hacían aquellos canteros que veían, tras las piedras que picaban, cosas tan distintas como la servidumbre del trabajo manual, el alimento de su familia o el esplendor de una catedral. Por eso, san Josemaría hablaba de la necesidad de «ejercitar las virtudes teologales y cardinales en el mundo, y llegar de esta manera a ser almas contemplativas»[4]. No se trata solamente de obrar de modo correcto, sino también de obrar por el motivo adecuado, que en este caso es buscar, amar y servir a Dios. Precisamente eso hace posible la presencia del Espíritu Santo en nuestras almas, vivificándola con las virtudes teologales. Así, en las mil y una elecciones de cada día podemos permanecer atentos a Dios y mantener viva nuestra conversación con él.

Al ir a trabajar por la mañana o al despertarnos para ir a clase; al llevar a los hijos al colegio o al atender a un cliente podemos preguntarnos: ¿Qué estoy haciendo? ¿Qué me mueve a hacerlo bien? La respuesta que brotará enseguida será más o menos profunda, pero en todo caso puede ser una buena ocasión para añadir: Gracias, Señor, por contar conmigo. Quisiera servirte con esta actividad, y hacer presente en este mundo tu luz y tu alegría. Entonces, verdaderamente, nuestro trabajo nacerá del amor, manifestará el amor y se ordenará al amor[5].

Mirar con los ojos de Dios

«Se podrían enumerar muchos problemas que existen en la actualidad y que es preciso resolver, pero todos ellos solo se pueden resolver si se pone a Dios en el centro, si Dios resulta de nuevo visible en el mundo, si llega a ser decisivo en nuestra vida y si entra también en el mundo de un modo decisivo a través de nosotros»[6]. Ser contemplativos en medio del mundo significa que Dios ocupe el centro de nuestra existencia, en torno al cual gire todo lo demás. En otras palabras, que él sea el tesoro en que esté siempre fijo nuestro corazón, porque todo lo demás nos interesa solamente si nos une a él (cfr. Mt 6,21).

De este modo, nuestro trabajo será oración, porque sabremos ver en él la tarea que Dios nos ha confiado para cuidar y embellecer su creación, y para servir a los demás. Nuestra vida familiar será oración, porque veremos en nuestro cónyuge y en nuestros hijos (o en nuestros padres) un don que el mismo Dios nos ha hecho para que nos entreguemos a ellos, recordándoles siempre su valor infinito y ayudándoles a crecer. A fin de cuentas, eso mismo es lo que haría Jesús en Nazaret. ¿Con qué ojos vería su trabajo diario en el taller de José? ¿Qué sentido ocultaría para él esa labor cotidiana? ¿Y las mil pequeñas ocupaciones de la vida doméstica? ¿Y todo lo que hacía en común con sus vecinos?

Mirar las cosas con los ojos de la fe, descubrir el amor de Dios en nuestra vida, no quiere decir que dejen de afectarnos las contrariedades: el cansancio, los contratiempos, un dolor de cabeza, las malas jugadas que puedan ocasionarnos otras personas… No es que todo eso vaya a desaparecer. Lo que sucede es que, si vivimos centrados en Dios, sabremos unir todas esas realidades a la cruz de Cristo, donde encuentran su sentido al servicio de la redención. Una humillación puede ser oración si nos sirve para unirnos a Jesús y se convierte así en una ocasión de purificación. Lo mismo se puede decir de una enfermedad o de un fracaso profesional. En todo podemos encontrar a Dios, que es Señor de la historia, y en todo podemos abrazar la seguridad de que Dios abre siempre posibilidades de futuro, porque «todas las cosas cooperan para el bien de los que aman a Dios» (Rm 8,28). Incluso un pequeño contratiempo como un atasco de tráfico de vuelta a casa puede ser oración, si lo convertimos en ocasión para poner en manos de Dios nuestro tiempo… y para interceder ante él por quienes comparten nuestra suerte.

Para alcanzar la contemplación en la vida corriente no debemos esperar lo extraordinario. «Muchas veces tenemos la tentación de pensar que la santidad está reservada solo a quienes tienen la posibilidad de tomar distancia de las ocupaciones ordinarias, para dedicar mucho tiempo a la oración. No es así. Todos estamos llamados a ser santos viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones de cada día, allí donde cada uno se encuentra»[7]. La mirada de la fe hace posible y convierte, por la caridad, nuestra vida entera en una continua conversación con Dios. Una mirada que nos permite vivir con un hondo realismo, pues nos descubre esa cuarta dimensión que es la del quid divinum –el algo divino– que existe en todo lo real.

La caldera y la conexión

«Cuando el hombre está completamente ocupado con su mundo, con las cosas materiales, con lo que puede hacer, con todo lo que es factible y le lleva al éxito, (…) entonces su capacidad de percibir a Dios se debilita, el órgano para ver a Dios se atrofia, resulta incapaz de percibir y se vuelve insensible. Ya no percibe lo divino, porque el órgano correspondiente se ha atrofiado en él, no se ha desarrollado»[8]. También es verdad lo contrario: la capacidad de mirar la realidad con los ojos de la fe se puede cultivar. Lo hacemos, en primer lugar, cuando pedimos esa luz, como los apóstoles: «¡Auméntanos la fe!» (Lc 17,5). Y lo hacemos también cuando nos detenemos, a lo largo de la jornada, a poner nuestra vida ante el Señor. Así pues, aunque deba ocupar el día entero, «la vida de oración ha de fundamentarse además en algunos ratos diarios, dedicados exclusivamente al trato con Dios»[9]. En definitiva, para tener nuestra atención habitualmente fija en Dios, necesitamos dedicar unos ratos a atender exclusivamente a él.

En una ocasión, san Josemaría explicó esta necesidad con el ejemplo de la calefacción de una casa: «Si tenemos un radiador, quiere decir que habrá calefacción. Pero sólo se caldeará el ambiente si está encendida la caldera... Luego necesitamos el radiador en cada momento, y además la caldera bien encendida. ¿De acuerdo? Los ratos de oración, bien hechos: son la caldera. Y además, el radiador en cada instante, en cada habitación, en cada lugar, en cada trabajo: la presencia de Dios»[10]. Tan importante es la caldera como los radiadores. Para que el calor de Dios llene nuestro día entero, necesitamos dedicar unos tiempos a encender y alimentar el fuego de su amor en nuestro corazón.

Otra imagen que puede servirnos es la de la conexión a internet. A menudo habremos contemplado los esfuerzos que hacen muchos por buscar cobertura cuando van de excursión o cuando están pasando un fin de semana en el campo. Igualmente, nos preocupamos de que esté activado el wifi en el teléfono móvil, con la esperanza de que se conecte tan pronto como detecte una red conocida. Ahora bien, que el teléfono esté abierto a recibir la señal no quiere decir que automáticamente la tenga, o que reciba todo tipo de mensajes. La señal llega a lo largo del día, cuando nos acercamos a esta red o a aquella, y los mensajes entran cuando alguien los envía. Nosotros ponemos lo que está de nuestra parte activando nuestro teléfono y luego esperamos que lleguen los mensajes.

De modo análogo, en los ratos de oración activamos el wifi de nuestra alma; le decimos a Dios: «Habla, Señor, que tu siervo escucha» (1S 3,9). A veces nos hablará en esos ratos; otras veces reconoceremos su voz en mil detalles de nuestra jornada. En todo caso, esos tiempos de oración son una buena ocasión para poner en sus manos todo lo que hemos hecho o lo que vamos a hacer, aunque tal vez en el instante mismo de ponerlo por obra no hayamos levantado los ojos a Dios. Además, haber dedicado un tiempo exclusivo a Dios es la mejor muestra de que, efectivamente, tenemos el deseo de escucharle.

Ahora bien, a diferencia de lo que sucede con el teléfono, abrir el corazón no es algo que se puede dar por supuesto, que se hace una vez y queda así para siempre: es preciso disponerse a diario a escuchar a Dios, porque «lo encontramos en el presente, ni ayer ni mañana, sino hoy: “¡Ojalá oyerais hoy su voz!: No endurezcáis vuestro corazón” (Sal 95,7-8)»[11]. Si mantenemos este empeño cotidiano, Dios puede concedernos una maravillosa facilidad para vivir nuestro día a día en su presencia. Otras veces se nos hará más difícil. Pero, en cualquier caso, de aquellos momentos sacaremos fuerza y esperanza abundantes para proseguir con alegría nuestra lucha cotidiana, nuestro diario esfuerzo por encender el fuego, por abrir la conexión.

En todo lo que nos sucede

Son conocidas las palabras de san Josemaría en la homilía del campus: «Hijos míos, allí donde están vuestras aspiraciones, vuestro trabajo, vuestros amores, allí está el sitio de vuestro encuentro cotidiano con Cristo. Es, en medio de las cosas más materiales de la tierra donde debemos santificarnos, sirviendo a Dios y a todos los hombres»[12]. Y enseguida añadía: «En un laboratorio, en el quirófano de un hospital, en el cuartel, en la cátedra universitaria, en la fábrica, en el taller, en el campo, en el hogar de familia y en todo el inmenso panorama del trabajo, Dios nos espera cada día»[13]. En las mil actividades que llenan nuestra jornada nos espera Dios, para mantener con nosotros una conversación encantadora y para llevar a cabo su misión en el mundo. Pero, ¿cómo se puede entender eso?, ¿Cómo se vive?

Dios nos espera cada día para conversar tranquilamente sobre lo que llena nuestra vida, al igual que un padre o una madre que escucha las largas peroratas de su hijo de pocos años. Un niño pequeño cuenta lo que les ha sucedido en el colegio prácticamente a tiempo real. Parece que quisiera exprimir al máximo la maravillosa capacidad de recordar y expresar lo que ha vivido, contando los sucesos más nimios con todo lujo de detalles. Y sus padres le escuchan, y le preguntan cómo sucedió esto o aquello, qué dijo aquel otro niño…

De modo análogo, a Dios le interesa todo lo que nos sucede, con la peculiaridad de que, a diferencia de los padres de la tierra, él nunca se cansa de escucharnos, nunca se acostumbra a que le hablemos. Más bien somos nosotros los que a veces nos cansamos de dirigirnos a él, de buscar su presencia. Sin embargo, si mantenemos vivo ese deseo, «todo –personas, cosas, tareas– nos ofrece la ocasión y el tema para una continua conversación con el Señor»[14]. Todo puede convertirse en tema de conversación para hablar con Dios. Todo, absolutamente todo, podemos compartirlo con él.

Por otra parte, Dios nos espera en nuestro trabajo para seguir realizando en el mundo la obra de la redención, esto es, para seguir atrayendo el mundo hacia él. No se trata de yuxtaponer actividades piadosas a nuestro quehacer diario, sino de procurar conducir hacia Dios todos los ambientes de nuestro mundo: la familia, la política, la cultura, el deporte… todo. Para hacerlo necesitamos, en primer lugar, descubrir su presencia en todos esos lugares. Se trata, en definitiva, de ver nuestro trabajo como un don de Dios, como el modo concreto en que ponemos por obra su mandato de cuidar, de cultivar el mundo y de anunciar la buena nueva de que Dios nos quiere y nos ofrece su amor. Desde ese descubrimiento, procuraremos que todas nuestras acciones se conviertan en un servicio a los demás, en un amor como el que Jesús nos muestra y nos entrega cada día en la santa Misa. Al vivir de este modo, uniendo todas nuestras acciones al sacrificio de Cristo, realizamos plenamente la misión que el Señor quiso comunicarnos antes de volver junto al Padre (cfr. Jn 20,21).

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En una entrevista, poco antes de la beatificación de Guadalupe Ortiz de Landázuri, preguntaron al Padre cuál era la fórmula de la santidad de aquella mujer. Lo resumió en pocas líneas: «La santidad no es llegar al final de la vida siendo perfectos, como ángeles, sino alcanzar la plenitud del amor. Como san Josemaría decía, se trataba de la lucha por transformar el trabajo, la vida ordinaria, en un encuentro con Jesucristo y en un servicio a los demás»[15]. La fórmula de la santidad se condensa, pues, en que todo responda a una misma motivación, en que todo tenga una misma meta: vivir con Cristo en medio del mundo llevando, con él, el mundo al Padre. Y eso es posible porque Jesús está muy cerca.

Lucas Buch // Photo: Gaelle Marcel - Unsplash


[1] Guadalupe Ortiz de Landázuri, Carta a san Josemaría, 1-IV-1946.

[2] San Josemaría, Carta 24-III-1930

[3] San Josemaría, Amigos de Dios, n. 300.

[4] San Josemaría, Carta 8-XII-1949, n. 26.

[5] Cfr. san Josemaría, Es Cristo que Pasa, n. 48.

[6] Benedicto XVI, Homilía, 7-XI-2006.

[7] Francisco, ex. ap. Gaudete et Exsultate, n. 14.

[8] Benedicto XVI, Homilía, 7-XI-2006. En el texto, el Papa retoma un texto de san Gregorio Magno.

[9] San Josemaría, Es Cristo que pasa, n. 119.

[10] San Josemaría, Apuntes de la predicación, 28-IX-1973.

[11] Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2659.

[12] San Josemaría, Conversaciones, n. 113.

[13] Ibid., n. 114.

[14] San Josemaría, Carta 11-III-1940, n. 15.

[15] Mons. Fernando Ocáriz, entrevista 13-V-2019.



Tomado de: 

https://opusdei.org/es/document/conocerle-y-conocerte-x-jesus-esta-muy-cerca/


CARACTERÍSTICAS DE LA ORACIÓN. CATEQUESIS PAPA FRANCISCO 04/11

 Queridos hermanos y hermanas:

(...) Durante su vida pública, Jesús recurre constantemente a la fuerza de la oración. Los Evangelios nos lo muestran cuando se retira a lugares apartados a rezar. Se trata de observaciones sobrias y discretas, que dejan solo imaginar esos diálogos orantes.

Estos testimonian claramente que, también en los momentos de mayor dedicación a los pobres y a los enfermos, Jesús no descuidaba nunca su diálogo íntimo con el Padre. Cuanto más inmerso estaba en las necesidades de la gente, más sentía la necesidad de reposar en la Comunión trinitaria, de volver con el Padre y el Espíritu.

En la vida de Jesús hay, por tanto, un secreto, escondido a los ojos humanos, que representa el núcleo de todo. La oración de Jesús es una realidad misteriosa, de la que intuimos solo algo, pero que permite leer en la justa perspectiva toda su misión. En esas horas solitarias -antes del alba o en la noche-, Jesús se sumerge en su intimidad con el Padre, es decir en el Amor del que toda alma tiene sed. Es lo que emerge desde los primeros días de su ministerio público.

Un sábado, por ejemplo, la pequeña ciudad de Cafarnaún se transforma en un “hospital de campaña”: después del atardecer llevan a Jesús a todos los enfermos, y Él les sana. Pero, antes del alba, Jesús desaparece: se retira a un lugar solitario y reza. Simón y los otros le buscan y cuando le encuentran, le dicen: “¡Todos te buscan!”. ¿Qué responde Jesús?: “Vayamos a otra parte, a los pueblos vecinos, para que también allí predique; pues para eso he salido” (cfr Mc 1, 35-38). Jesús siempre está más allá, más allá en la oración con el Padre y más allá, en otros pueblos, otros horizontes para ir a predicar, otros pueblos.

La oración es el timón que guía la ruta de Jesús. Las etapas de su misión no son dictadas por los éxitos, ni el consenso, ni esa frase seductora “todos te buscan”. La vía menos cómoda es la que traza el camino de Jesús, pero que obedece a la inspiración del Padre, que Jesús escucha y acoge en su oración solitaria.

Características de la oración cristiana

El Catecismo afirma: «Con su oración, Jesús nos enseña a orar» (n. 2607). Por eso, del ejemplo de Jesús podemos extraer algunas características de la oración cristiana.

Ante todo posee una primacía: es el primer deseo del día, algo que se practica al alba, antes de que el mundo se despierte. Restituye un alma a lo que de otra manera se quedaría sin aliento.

Un día vivido sin oración corre el riesgo de transformarse en una experiencia molesta, o aburrida: todo lo que nos sucede podría convertirse para nosotros en un destino mal soportado y ciego. Jesús sin embargo educa en la obediencia a la realidad y por tanto a la escucha.

La oración es sobre todo escucha y encuentro con Dios. Los problemas de todos los días, entonces, no se convierten en obstáculos, sino en llamamientos de Dios mismo a escuchar y encontrar a quien está de frente. Las pruebas de la vida cambian así en ocasiones para crecer en la fe y en la caridad. El camino cotidiano, incluidas las fatigas, adquiere la perspectiva de una “vocación”.

La oración tiene el poder de transformar en bien lo que en la vida de otro modo sería una condena; la oración tiene el poder de abrir un horizonte grande a la mente y de agrandar el corazón.

En segundo lugar, la oración es un arte para practicar con insistencia. Jesús mismo nos dice: llamad, llamad, llamad. Todos somos capaces de oraciones episódicas, que nacen de la emoción de un momento; pero Jesús nos educa en otro tipo de oración: la que conoce una disciplina, un ejercicio y se asume dentro de una regla de vida. Una oración perseverante produce una transformación progresiva, hace fuertes en los períodos de tribulación, dona la gracia de ser sostenidos por Aquel que nos ama y nos protege siempre.

Otra característica de la oración de Jesús es la soledad. Quien reza no se evade del mundo, sino que prefiere los lugares desiertos. Allí, en el silencio, pueden emerger muchas voces que escondemos en la intimidad: los deseos más reprimidos, las verdades que persistimos en sofocar, etc. Y sobre todo, en el silencio habla Dios.

Toda persona necesita de un espacio para sí misma, donde cultivar la propia vida interior, donde las acciones encuentran un sentido. Sin vida interior nos convertimos en superficiales, inquietos, ansiosos - ¡qué mal nos hace la ansiedad! Por esto tenemos que ir a la oración; sin vida interior huimos de la realidad, y también huimos de nosotros mismos, somos hombres y mujeres siempre en fuga.

Finalmente, la oración de Jesús es el lugar donde se percibe que todo viene de Dios y Él vuelve. A veces nosotros los seres humanos nos creemos dueños de todo, o al contrario perdemos toda estima por nosotros mismos, vamos de un lado para otro. La oración nos ayuda a encontrar la dimensión adecuada, en la relación con Dios, nuestro Padre, y con toda la creación.

Y la oración de Jesús finalmente es abandonarse en las manos del Padre, como Jesús en el huerto de los olivos, en esa angustia: “Padre si es posible…, pero que se haga tu voluntad”. El abandono en las manos del Padre. Es bonito cuando nosotros estamos inquietos, un poco preocupados y el Espíritu Santo nos transforma desde dentro y nos lleva a este abandono en las manos del Padre: “Padre, que se haga tu voluntad”.

Queridos hermanos y hermanas, redescubramos, en el Evangelio, Jesucristo como maestro de oración, y sigamos su ejemplo. Os aseguro que encontraremos la alegría y la paz.

Saludos

Saludo cordialmente a los fieles de lengua española que siguen esta catequesis a través de los medios de comunicación. Pidamos a Jesús que nos ayude a redescubrirlo —a través de la lectura orante y cotidiana del Evangelio— como maestro de oración, y dispongámonos a aprender en su escuela. Así encontraremos la alegría y la paz, que solamente Él nos puede dar. Que Dios los bendiga.