27 de junio de 2014

SOLEMNIDAD DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS. JORNADA POR LA SANTIFICACIÓN DE LOS SACERDOTES

SOLEMNIDAD DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
Jornada por la santificación de los sacerdotes




¡Qué acierto ha tenido el Papa Benedicto XVI, poniendo la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús como la Jornada de oración por la santificación de los sacerdotes!
La fiesta del Sagrado Corazón de Jesús es la celebración gozosa de que Dios nos ama en Jesucristo su Hijo y redentor nuestro, volcando su corazón en el amor incondicional hacia nosotros, hasta derramar su última gota de sangre, símbolo de la vida.
Es una muestra de que Jesucristo ha entregado totalmente su vida por nosotros en ofrenda obediente al Padre.
Es punto de referencia para renovar en nosotros, los sacerdotes, el compromiso asumido el día de nuestra ordenación sacerdotal. Entonces prometimos a Dios, ante su Iglesia significada en el Obispo y la Comunidad presidida por él, que nos entregaríamos plenamente al ministerio sacerdotal procurando nuestra santificación y la salvación de las alamas que nos fueran encomendadas.
Nuestra santificación es el cumplimiento de un programa de amor a Dios. Amor que no puede ser parcial. Ha de ser pleno. Pero como nuestra torpeza y nuestra limitación obstaculizan muchas veces la realización de nuestros buenos propósitos, el empeño en llevar a cabo constantemente nuestra conversión ha de renovarse día a día; de modo que, donde no llegan nuestras obras, alcancen nuestros deseos sinceros de amor a Dios sobre todas las cosas. Sabemos muy bien que “quien ama, ha cumplido la ley entera” (Rm 13, 8). San Agustín nos lo dice también con un lenguaje verdaderamente sorprendente: “Ama y haz lo que quieras”. En verdad, quien ama a Dios no puede hacer el mal; y quien ama al prójimo, no puede menos que ofrecerle lo mejor; y lo mejor es el camino de la salvación, cuyo punto de partida es el descubrimiento del rostro de Cristo; cuyo camino es el mismo Cristo; y cuya fuerza para afirmar los pasos es, también, el mismo Jesucristo que se nos da como pan del caminante y alimento de salvación en la Eucaristía.
Nuestro programa de amor a Dios no comienza y termina en cada uno de nosotros como si fuera una obra estrictamente individual. Nuestro programa de amor a Dios ha de originarse en el seno de la Iglesia, y ha de iniciarse con el calor hogareño de la Iglesia como una obra verdaderamente familiar. No podemos olvidar que somos miembros vivos de un cuerpo orgánicamente estructurado, del que Cristo es la cabeza. Por ello, nuestro avance sacerdotal por camino hacia la santidad ha de recorrerse en la plena conciencia de que, sin una plena vinculación de amor y obediencia a la Iglesia, quedaríamos paralizados. Ningún miembro del cuerpo vivo, permanece con vida si se separa de la cabeza y del resto del cuerpo. En consecuencia, nuestro empeño por la propia santificación debe ser coincidente con una clara voluntad de vivir fuertemente enraizados en la Iglesia y radicalmente vinculados a Cristo cabeza y a los demás miembros que son los hermanos en la fe.
Esta condición fundamental y básica para que los sacerdotes alcancemos la santidad, nos lleva a entender que no podemos llegar a ella sin una fuerte vinculación con Cristo, ciertamente; pero tampoco sin una fuerte vinculación con el prójimo que el Señor nos ha confiado, para que, como El, demos la vida por las ovejas.
La santificación del sacerdote tiene sus pasos marcados en la línea de la entrega plena a Dios y al prójimo. Pero esa entrega plena, constante y gozosa no puede lograrse sino como consecuencia de un amor muy grande. Bien podemos concluir, pues, que la Jornada por la santificación de los sacerdotes ha de ser un día de oración al Señor para que todos los que Él ha elegido para ser sus ministros, lleguemos a ser ganados por el amor que Dios nos tiene, y nos pongamos a la obra de la evangelización sin reservas, llevados del amor a las ovejas que nos han sido encomendadas.
La conclusión de estas reflexiones, a alas que nos lleva la palabra de Dios es muy sencilla. La santificación de los sacerdotes es cuestión de amor a Dios y a los hermanos, dándolo todo, como Cristo, en obediencia al Padre en la iglesia, y en la entrega al servicio evangelizador de los hermanos. Por tanto, como hemos destacado al comenzar estas palabras, el Papa Benedicto XVI nos ha regalado esta Jornada con verdadero acierto, poniéndola en el día en que Iglesia celebra la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús.
Por otra parte, la imagen del Corazón ardiente y sangrante de Jesús conecta plenamente con el sentimiento del pueblo fiel, moviéndole a la admiración y a la correspondencia con el deseo de la propia entrega. Día, pues, muy apropiado para que los sacerdotes renovemos el propósito de acercarnos al Señor, como Jesucristo, entregándonos plenamente al servicio de la santificación del prójimo. En esta entrega, debemos tener especialmente presente la preocupación que Jesucristo nos comunicó diciéndonos: “Tengo otras ovejas que no son de este redil. También a ellas las tengo que llamar…” (Jn 10, 16). De este modo, nuestra entrega al servicio ministerial que se nos ha encomendado, se realizaría en un verdadero estilo misionero procurando hacer discípulos de todos los pueblos.
Queridos hermanos, quienes van a  participar de esta gran Solemnidad, o ya han lo han hecho con las primeras vísperas o hayan celebrado ya la fiesta: oren por nosotros los sacerdotes a quienes el señor, pasando por encima de nuestras limitaciones y debilidades, ha constituido ministros de su palabra y de su gracia para la salvación del mundo. Pídanle para los sacerdotes espíritu de oración, devoción profunda y sincera, constancia y humildad en el ejercicio de la propia conversión y esperanza en que el Señor obrará a través nuestro, y a pesar nuestro, lo que corresponde a su plan de salvación universal. Nosotros pediremos para ustedes la gracia de encontrarnos con el Señor, de experimentar su amor infinito, y de gozar de su consuelo en la experiencia de su misericordiosa providencia.
Sabemos que la oración de los fieles es un soporte y un estímulo para nuestra fidelidad y nuestra entrega, recordamos con emoción el gesto del Papa Francisco al dar su primer mensaje a la Iglesia luego de su elección: inclinarse para pedir la oración de los fieles antes de bendecirlos. Todas las comunidades eclesiales se promueva la oración por sus pastores y se reavive la conciencia sobre la santidad de nuestro ministerio que es un don que brota del Corazón de Dios.
Recordemos también aquellas palabras del Santo Padre: “Queridos sacerdotes, que Dios Padre renueve en nosotros el Espíritu de Santidad con que hemos sido ungidos, que lo renueve en nuestro corazón de tal manera que la unción llegue a todos, también a las «periferias», allí donde nuestro pueblo fiel más lo espera y valora. Que nuestra gente nos sienta discípulos del Señor, sienta que estamos revestidos con sus nombres, que no buscamos otra identidad; y pueda recibir a través de nuestras palabras y obras ese óleo de alegría que les vino a traer Jesús, el Ungido. Amén”.
Que la Santísima Virgen, madre del amor hermoso (cfr. Ecclo 24, 24) – a quien celebraremos mañana con una particular memoria alabando a Dios por su Corazón Inmaculado (Lc 2, 41-51)- nos ayude a descubrir las profundidades del amor a Dios y a saborear las delicias del amor que Dios nos tiene. 


25 de junio de 2014

PEREGRINAR PARROQUIAL Y DIOCESANA

PEREGRINAR PARROQUIAL Y DIOCESANA
AL SANTO CRISTO DE LA SALUD
13 DE SEPTIEMBRE DE 2014

La peregrinación, experiencia religiosa universal, es una expresión característica de la piedad popular, estrechamente vinculada al santuario, de cuya vida constituye un elemento indispensable: “el peregrino necesita un santuario y el santuario requiere peregrinos”. 
El peregrino es un símbolo viviente. El peregrinar es un rito común a la inmensa mayoría de las religiones, aunque la concreción del rito dependa de la concepción de Dios, del hombre y del mundo que tiene cada credo religioso.
Si nos centramos en la tradición religiosa de la que fluye el cristianismo, estamos en grado de afirmar que la Biblia (cf. Ex 40, 34-35; 1 Re 8, 10-13) es el testimonio escrito de una peregrinación que marca el camino del hombre hacia la felicidad: destino para el que Dios le ha creado. Abraham es un peregrino errante a la búsqueda del destino que Dios le ha anunciado (cf. Rm 4; Ga 3, 6-9; Hb 11, 8-19). Peregrina Jacob, el gran patriarca. El pueblo de Israel se libera de la esclavitud del Faraón, y se forja como pueblo, peregrinando. Los Apóstoles anuncian la Buena Noticia de Jesús, liberación definitiva de los obstáculos – insalvables para el hombre – que le impiden ser feliz, peregrinando por todo el mundo entonces conocido.
¿Para qué peregrinaron ellos y por qué lo hacemos nosotros? Tres cosas importante:
1.    Para comprometerse con su fe y ser más coherentes con ella. Queremos también nosotros comprometernos más a través de nuestra conducta y nuestras palabras.

2.    Para manifestar a todos públicamente la herencia recibida de los Apóstoles y de la Tradición, que no es otra que cumplir el encargo de Jesús de Nazaret: anunciar a todos que el hombre ya puede ser feliz.

3.    Para convertir su corazón de los valores derivados del orgullo y el egoísmo, a los del amor, e invitar a los demás a hacer lo mismo.

Así creamos una ruta en la que continuamente queda de manifiesto el amor y solidaridad de una sociedad con la que el peregrino se encuentra al hacer el camino. Ésta influye en el peregrino y éste en ella. Así caminando, hacemos el camino al santuario.

CÓMO SURGE
No voy a mencionar cómo nació la peregrinación al Santuario desde sus realidades remotas, solo voy a mencionar el fenómeno de formación del camino próximo al Santo Cristo que surgió en el año 2011, desde las Colinas de Mara en el Municipio Juan José Mora, con un pequeño grupo de 38 personas que se aventuraron a esta apasionante obra de fe y que aceptaron la invitación.
Al inicio parecía una obra descabellada, lo que suponía caminar, no sólo durante la noche, sino la misma distancia de unos 30 a 33 km hasta el Santuario Santo Cristo de la Salud en Borburata. Pero lo que se apuntaron, son los que dieron luego testimonio de que valió la pena peregrinar, caminar durante la noche, el abrazar al Santo Cristo plasmando así los primeros pasos para otros se animen a peregrinar con fe, que en los siguiente años ha dado sus frutos. Lógico, no por nosotros, sino el mismo SEÑOR quien llama e invita.
El segundo año, aumentó el número de los que quisieron peregrinar durante la noche, un total de 43 personas de diversas edades, que te motivan a un más a caminar. En esta ocasión se anexaron en el camino a la altura del Palito feligreses de la Parroquia San Pío X junto con su párroco Tulio Méndez, y feligreses de la Parroquia el Carmen junto a su párroco Wolfgang González, haciendo con ello toda una fiesta de fe, con una meta común.
El año pasado, en su tercera ocasión, salimos como peregrinos 62 personas, quisieron hacer esta bella ruta jóvenes de la parroquia Santa Rosa de Lima, que se trasladaron hasta la parroquia Cristo Rey para hacer y luego contar su experiencia.
En todos los años nos han acompañado también los cuerpos de Seguridad, a quienes estamos grandemente agradecidos: Policía Municipal, Policía de Carabobo, SEMAPRE, Bomberos, Ambulancias, tanto del Municipio Juan José Mora, como de Puerto Cabello. Toda una fiesta hacia la tierra prometida, en este caso, al Santuario Santo Cristo.

RUTA
¿Por qué hacer la ruta del peregrino? En toda peregrinación hay que tener en cuenta, sobre todo, los siguientes elementos: a) la motivación; b), el Camino y c) la Meta.
Distintas pueden ser las motivaciones que lleven a peregrinar: Promesas, peticiones, condenas, aventuras, ruegos, esperanzas. Tratándose de peregrinar al santuario, es dirigirse al Calvario, subir donde está Cristo Esta bella experiencia, peregrinar hasta nuestro Santuario Diocesano, para nosotros, los cristianos, representa el punto geográfico de la unión de Dios con los hombres, de la eternidad y la historia”; queriendo tener una relación personal y en contacto con Él, como los Apóstoles: que de Él aprendieron el Mensaje de Salvación, convivieron  durante tres años por lo caminos de Palestina con las circunstancias de vivir en el tiempo y en el contexto de su inserción terrena. Los apóstoles son los responsables de la transmisión de la fe original recibida de Jesucristo.
Es la motivación lo que hace a uno ser o no ser peregrino. Ojala, todos mis hermanos sacerdotes, particularmente los que hacemos vida en el municipio Juan José Mora, hagamos de esto una noble causa de fe, siendo los primeros que van por delante guiando a las ovejas y llevarlos a pastos abundantes.  
La peregrinación, unos lo hacen con profundo sentido religioso y de penitencia para llegarse a las raíces apostólicas de la fe, otros en búsqueda de un encuentro con la fe, tal vez por primera vez, o acaso para recuperar, después de un tiempo de abandono, la fe perdida.... Las diferentes actitudes pueden tener el mismo fondo en la intención. Y es la intención la que constituye a uno en peregrino.
El peregrino suele recibir la bendición de Dios para hacer este difícil camino antes de partir. Así la expresa el Codex Calixtinus del siglo XII, refiriéndose al Camino de Santiago, y que nos sirve de expresión para el camino al Santuario:
“En nombre de nuestro Señor Jesucristo, recibe este morral hábito de tu peregrinación, para que castigado y enmendado te apresures en llegar a los pies de Santiago (Santuario), a donde ansías llegar, y para que después de haber hecho el viaje, vuelvas al lado nuestro con gozo, con la ayuda de Dios, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amen.”
“Recibe este báculo que sea como sustento de la marcha y del trabajo, para el camino de tu peregrinación, para que puedas vencer las catervas del enemigo y llegar seguro a los pies de Santiago (Santuario), y después de hecho el viaje, volver junto a nos con alegría, con la anuencia del mismo Dios, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amen.”

EL CAMINO: se sale desde la plaza al frente de la Iglesia Cristo Rey, tomando la vía que pasa por el centro de Morón, en la encrucijada, hasta salir a la carretera Morón el Palito y de allí hasta Borburata. Se hace unas paradas mínimas para hidratar el cuerpo, haciendo una parada más larga en la Parroquia Nuestra Sra. del Valle en Cumboto II donde nos reunimos con la feligresía que sale de allí caminando hasta el Santuario junto a su párroco. Ya en la ruta hacia los muelles nos encontramos con todos los feligreses de San Esteban, La Coromoto – en este grupo va el Sr. Obispo como pastor junto a las ovejas – La Caridad, Catedral, entre cantos, oraciones, alegría y gozo. En la zona de los dos caminos, ofrecen a todos los feligreses también refrigerio, y desde donde se comienza el Via Crucis hasta el santuario.
Es una fiesta diocesana: niños, jóvenes, adultos, obispo, sacerdotes, religiosos, religiosas, todos queriendo vivir “hacia una diócesis más unida a Cristo”; y en esta fiesta anual se muestra el valor que tiene para nosotros la fe que debe hacerse diariamente.
Toda Peregrinación es una ocasión para volver a las fuentes de nuestra fe, para consolidar nuestro amor a Cristo y a la Iglesia, y para entregarnos con mayor empeño a la misión que Jesús nos ha confiado.
La meta final de nuestro peregrinar terreno es la Jerusalén del Cielo, pero queremos, viviendo con fidelidad cada día, tener parte con pequeños pedacitos de ese cielo viviéndolo aquí en la tierra.
El gozo de la peregrinación cristiana es prolongación de la alegría del peregrino piadoso de Israel: “Qué alegría cuando me dijeron: Vamos a la casa del Señor” (Sal 122,1); es alivio por la ruptura de la monotonía diaria, desde la perspectiva de algo diverso; es aligeramiento del peso de la vida que para muchos, sobre todo para los pobres, es un fardo pesado; es ocasión para expresar la fraternidad cristiana, para dar lugar a momentos de convivencia y de amistad, para mostrar la espontaneidad, que con frecuencia está reprimida.
Ir en peregrinación significa caminar hacia una meta. Eso confiere también al camino y a su fatiga una belleza propia.
“El impulso hacia la fe cristiana, el comienzo de la Iglesia de Jesucristo, fue posible porque existían en Israel personas que no se contentaban con lo acostumbrado, sino que miraban lejos buscando algo más grande y ya que su corazón esperaba, pudieron reconocer en Jesús a aquel enviado por Dios” (Benedicto XVI).
Necesitamos este corazón inquieto y abierto. Es el núcleo de la peregrinación. Tampoco hoy nos basta ser y pensar como hacen los demás. El proyecto de nuestra vida va más allá. Nos hace falta ese Dios que nos ha mostrado su rostro y ha abierto su corazón: Jesucristo. Efectivamente hay grandes personalidades en la historia que han tenido experiencias bellas y conmovedoras de Dios. Son, sin embargo, experiencias humanas, con sus humanas limitaciones. Sólo El es Dios y por eso sólo Él es el puente, que pone en contacto inmediato a Dios con el ser humano.
Por eso, a tan solo un poco más de dos mes de tan gran y bello acontecimiento, vayamos calentando los motores del cuerpo y del alma, para ir de peregrinos, a disponernos a caminar hasta nuestro Santuario Diocesano Santo Cristo de la Salud. Hoy existe una gran crisis de Fe, por lo que se necesita buscar espacios para formar en esta Fe. Peregrinar, hasta el santo Cristo de la Salud, puede ayudarnos alcanzar este objetivo.
El peregrino que acude al santuario está en comunión de fe y de caridad, no sólo con los compañeros con quienes realiza el “santo viaje” (cfr. Sal 84,6), sino con el mismo Señor, que camina con él, como caminó al lado de los discípulos de Emaús (cfr. Lc 24,13-35); con su comunidad de origen, y a través de ella, con la Iglesia que habita en el cielo y peregrina en la tierra; con los fieles que, a lo largo de los siglos, han rezado en el santuario; con la naturaleza que rodea el santuario, cuya belleza admira y que siente movido a respetar; con la humanidad, cuyo sufrimiento y esperanza aparecen en el santuario de diversas maneras, y cuyo ingenio y arte han dejado en él numerosas huellas.
Por eso, invito nos Sólo a mis feligreses Cristo rey sino a TODA NUESTRA DIÓCESIS: Obispo, sacerdotes, religiosos, religiosas, a todos los laicos, a NUESTROS JÓVENES que están viviendo su jubileo venezolano, ellos que son el campo de la fe, los atletas de Cristo, constructores de una Iglesia más hermosa, sea esta también la ocasión para profundizar en su compromiso de animarse a un mayor compromiso con Jesucristo; a nuestro niños – particularmente nuestro niños de infancia misionera- que están en su 50 aniversario a nivel nacional, que sigan luchando por Cristo como apremia su himno;  a todas las FAMILIAS que no tengan miedo de mirar hacia lo alto, hacia las alturas de Dios; no tengamos miedo de que Dios nos pida demasiado, sino dejémonos guiar por su Palabra en todas las acciones cotidianas, aunque nos sintamos pobres, inadecuados, pecadores: Él será quien nos transforme según su amor; que todos nos animemos a realizar este camino de ORACIÓN, y que animemos a otros en nuestras Parroquias y grupos de amigos y familiares a ponerse en camino.
Vamos todos a nuestro Santuario Diocesano. El Señor allí siempre nos espera con los brazos abiertos en Cruz.

Pbro. Williams R. Campos.
Párroco de Cristo Rey.
Secretario – Canciller de la Diócesis.


Pueden ver en: http://pbrowilliams2006.blogspot.com





CONSEJOS PARA PEREGRINAR...

PARA PEREGRINAR:

-         Una mochila o morral; no lleves mucho peso.

-         Ropa cómoda para caminar, si es deportiva mejor.

-         Lleva una toalla pequeña, otra franela, medias, gorra para cambiarte al llegar al Santuario.

-         Zapatos usados, ya adaptados al pie. No uses zapatos nuevos puede producirte ampollas.

-         Pequeño botiquín: colirios para la vista, Imprescindible el Betadine (para curar pequeñas heridas y ampollas), alguna gasa, amoniaco (para los picotazos), repelente de insectos y protector solar. Toallitas húmedas.

-         Si padeces de hipertensión o eres alérgico, u otro tipo de padecimiento, lleva tus medicinas. Sé prudente.

-         Cuando te anotes en la lista de la parroquia para peregrinar, no olvides colocar de que sufres o padeces, servirá a los de la ambulancia cuando te auxilien.

-         Un bastón o báculo, sirve de mucho en el camino.


Muy importante, entrenar con todo lo que vayamos a llevar, sobre todo con las botas o zapatos y la mochila cargada, como si ya estuviéramos haciendo el Camino, recuerda que tienes menos de tres meses para la peregrinación. Tendremos la ayuda de algunos carros para guardar las cosas, pero por si no los tuviéramos, sirve de ejercicio.

A POCO MÁS DE DOS MESES...COMIENZA A EJERCITARTE...



DIÓCESIS DE PUERTO CABELLO
PARROQUIA CRISTO REY
¡Qué alegría cuando me dijeron: Vamos a la casa del Señor! (Ps. 122)

INVITA A:

Gran Peregrinación
al Santuario Diocesano Santo Cristo de Salud –
Borburata

Día: 13 de septiembre de 2014.
h.: 11:00 pm.
Salida desde: Iglesia de Cristo Rey – Colinas De Mara.

Si deseas hacer esta bella experiencia, comunícate con nosotros.


INFORMACIÓN:
-        P. Williams Campos: 0412:5009831(Párroco)
-        Sra. Victoria Encinoza de Naranjo: 04124237504 (Encargada de la Infancia Misionera)

Puedes mirar en: pbrowilliams2006.blogspot.com:





Esta bella experiencia, peregrinar hasta nuestro Santuario Diocesano, para nosotros, los cristianos, representa el punto geográfico de la unión de Dios con los hombres, de la eternidad y la historia”.
Para hacer una peregrinación a al Santuario Santo Cristo de la Salud hay que ponerse en camino y hacer del viaje físico un “camino del alma”; y caminar sobre esta tierra con el corazón, el alma y la mente en escucha para llegar a un encuentro: de conversión, de devoción, de escucha, con la Eucaristía y con Cristo en los hermanos.