15 de mayo de 2015

EXAMEN DE CONCIENCIA PARA SACERDOTES

EXAMEN DE CONCIENCIA PARA SACERDOTES

1. Por ellos yo me santifico, para que también ellos sean santificados en la verdad (Jn 17,19).
¿Realmente tomo con seriedad la santidad en mi sacerdocio? ¿Estoy convencido que el éxito de mi sacerdocio ministerial viene de Dios y así, con la gracia del Espíritu Santo, me identifico con Cristo y doy mi vida por la salvación del mundo?

2. Esto es mi cuerpo (Mt 26,26).
¿Es el Santo Sacrificio de la Misa el centro de mi vida espiritual? ¿Me preparo debidamente para celebrar la Misa? ¿Celebro con devoción? ¿Hago un acto de acción de gracias después de la Misa? ¿Es la Misa el centro del día dando gracias y alabando a Dios por sus bendiciones?

3. El celo de tu casa me consume (Jn 2,17)
¿Celebro la Santa Misa de acuerdo a las normas y rúbricas establecidas por la Iglesia? ¿Celebro la Santa Misa con recta intención y de acuerdo con los libros litúrgicos aprobados? ¿Estoy atento a las sagradas formas que se conservan en el Sagrario y cuidadosamente las renuevo periódicamente? ¿Pongo atención a los vasos sagrados y me aseguro de su conservación? ¿Huso de manera digna los ornamentos sagrados prescritos por la Iglesia.

4. Permaneced en mi amor (Jn 15,9)
¿Me gusta estar en la presencia de nuestro Señor en el Santísimo Sacramento, meditando y adoración silenciosa? ¿Soy fiel a la visita diaria al Santísimo Sacramento? ¿Es el Sagrario mi verdadero tesoro?

5. Explícanos la parábola (Mt 13,36).
¿Hago diariamente mi meditación y trato de superar todas las distracciones que me separen de Dios? ¿Busco la verdadera iluminación del Señor a quien sirvo? ¿Medito con asiduidad la Palabra de Dios? ¿Rezo con detenimiento mis oraciones habituales?

6. Es necesario orar siempre y no desfallecer (Lc 18,1).
¿Rezo la Liturgia de las Horas cada día de forma íntegra, digna, atenta y devota? ¿Soy fiel a mi compromiso con Cristo en este importante aspecto de mi ministerio sacerdotal, orando en el nombre de toda la Iglesia?

7. Ven y sígueme (Mt 19,21).
¿Nuestro Señor Jesucristo es el verdadero amor de mi vida? ¿Observo con alegría mi compromiso ante Dios de vivir el celibato’ ¿Imperan en mí pensamientos impuros, deseos o acciones? ¿Tolero conversaciones inapropiadas? ¿Me pongo en ocasiones próximas a pecar contra la castidad? ¿Mantengo la distracción en la mirada? ¿He sido prudente en mis conversaciones con distintas personas? ¿Mi vida representa para los fieles un verdadero testimonio de que la pureza es posible, fecunda y gozosa?

8. Tú quien eres (Jn 1,20).
¿En mi vida diaria soy débil, perezoso o indolente? ¿Se ajustan mis conversaciones al sentido natural o sobrenatural tal como corresponde a un sacerdote? ¿Soy cuidadoso en evitar aspectos de vanidad y superficialidad en mi vida? ¿Todo cuanto hago está en consonancia como mi estado sacerdotal?

9. El hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza (Mt 8,20).
¿Vivo pobremente? ¿Mi corazón pertenece al Señor? ¿Estoy espiritualmente separado de las cosas? ¿Estoy preparado para hacer sacrificios con el fin de servir mejor al Señor? ¿Estoy dispuesto a renunciar a mis comodidades, planes personales y legítimas amistades por Dios? ¿Poseo cosas superfluas? ¿Tengo gastos innecesarios o estoy absorbido por el consumismo? ¿Hago uso de mi tiempo libre para estar más cerca del Señor acordándome que soy siempre sacerdote, incluso en los momentos de descanso o vacaciones?

10. Has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes y las has revelado a los pequeños (Mt 11,25).
¿Soy culpable de pecados de orgullo: dificultades espirituales, susceptibilidad, irritación, falta de voluntad para perdonar, tendencia al desaliento, etc.? ¿Pido al Señor que me de la virtud de la humildad?

11. Y al instante brotó sangre y agua (Jn 19,34).
¿Estoy convencido de que cuando actúo “en la persona de Cristo” estoy involucrado con el mismo Cuerpo de Cristo, la Iglesia? ¿Puedo decir sinceramente que amo a la Iglesia? ¿Puedo decir sinceramente que me esfuerzo con alegría por su crecimiento? ¿Estoy preocupado por sus interese, por los de todos sus miembros y por los de la humanidad?

12. Tú eres Pedro (Mt 16,18).
Nihil sine Episcopo – nada sin el Obispo- dijo San Ignacio de Antioquia. ¿Están estas palabras en la raíz de mi ministerio? ¿Recibo las órdenes, consejos o corrección con docilidad? ¿Rezo con frecuencia por el Santo Padre? ¿Estoy en comunión con sus enseñanzas e intenciones?

13. Amaos unos a otros (Jn 13,34).
¿He tenido caridad en el trato con mis hermanos sacerdotes? ¿Mi egoísmo me deja indiferente ante ellos? ¿Los he criticado? ¿He apoyado a aquellos que están moralmente o físicamente enfermos? ¿He puesto los medios para que ninguno se encuentre solo? ¿Trato a los sacerdotes y a todos los fieles con la caridad y paciencia de Cristo?

14. Yo soy el camino, la verdad y la vida (Jn 14,6).
¿Mi conocimiento de la enseñanza de la Iglesia es tan completa como debería ser? ¿He asimilado y transmitido sus enseñanzas? ¿Soy consciente que enseñar cualquier cosa contraria al Magisterio, solemne u ordinario, es un abuso grave y causa daño en los fieles.

15. Vete y no peques más (Jn 8.11)
La proclamación de la Palabra de Dios induce a los fieles a los Sacramentos. ¿Me confieso con regularidad? ¿Me confieso conforme a mi estado de vida y a las cosas sagradas con las que me relaciono? ¿Celebro generosamente el Sacramento de la
Penitencia? ¿Estoy razonablemente disponible para la dirección espiritual de los fieles dejando asuntos particulares de lado por este propósito? ¿Preparo con detenimiento las catequesis? ¿Hablo con celo y con amor de Dios?

16. Llamó a los que quiso, fueron donde él estaba (Mc 20,28).
¿Tengo interés en alentar vocaciones para el sacerdocio y vida religiosa? ¿Me implico en promover una mayor conciencia de santidad de vida entre los fieles? ¿Animo a los fieles a rezar por las vocaciones y por la santificación del clero?

17. El Hijo del Hombre no ha venido a ser servido, sino a servir (Mt 20,28).
¿He intentado dedicarme a otros y servirles cada día de acuerdo con las exigencias del Evangelio? ¿Doy testimonio de la caridad del Señor con obras buenas? ¿Veo la presencia de Cristo en la Cruz y veo en Él el triunfo del Amor? ¿Está mi actividad diaria marcada por el espíritu de servicio? ¿Considero el ejercicio de autoridad como una forma de servicio?

18. Tengo sed (Jn 19,28).
¿He rezado y generosamente he hecho sacrificios por las almas confiadas por Dios a mi cuidado? ¿Cumplo con mis deberes pastorales? ¿Me preocupan las almas del Purgatorio?

19. Aquí tienes a tu hijo. Aquí tienes a tu madre (Jn 19,26-27).
¿Confío, lleno de esperanza, en la Santísima Virgen, Madre de los sacerdotes, a través del amor y de todo el amor a su hijo Jesucristo? ¿Practico devociones marianas? ¿Rezo el Rosario todos los días? ¿Recurro a su maternal intercesión en mis luchas con el mundo, demonio y carne?

20. Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu (Lc 23,44).
¿Estoy disponible para asistir y administrar los sacramentos a los moribundos? ¿En mi meditación personal, en catequesis y normalmente cuando hablo, tengo en consideración la doctrina de la Iglesia sobre las Postrimerías del hombre? ¿Pido la gracia de la perseverancia? ¿Pido a los fieles que hagan lo mismo? ¿Hago frecuentes y devotos sufragios por los fieles difuntos?

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