5 de noviembre de 2009

“El alma que anda enamorada ni se cansa ni cansa”


UNOS DÍAS DE RETIRO

Como todos los años, el Clero porteño realizó sus ejercicios espirituales del 05 al 09 de octubre en la Casa de Retiros Carialinda – Valencia, teniendo como mediador para un encuentro personal con Cristo a Mons. Oswaldo Azuaje, Obispos auxiliar de la Arquidiócesis de Maracaibo, en el marco del año sacerdotal y así “redescubrir la belleza y la importancia del sacerdocio


Fue la ocasión para un crecimiento espiritual y pastoral; para una oración más prolongada y tranquila; para una vuelta a las raíces de la identidad sacerdotal; para encontrar nuevas motivaciones para la fidelidad y la acción pastoral. Como bien acotó Mons. Azuaje: “es un revivir el don recibido”, mirando nuestra propia historia.


Entre los temas que nos ofreció Mons. Azuaje estaban: la santidad, la oración, la mirada contemplativa del sacerdocio, así como también Jesús, nuestra luz;; La Eucaristía, centro y vida de la Iglesia; el Presbiterio como vida de comunidad; y María, madre de los Sacerdotes. “El alma que anda enamorada ni se cansa ni cansa…” (San Juan de la Cruz). Pero resulta que muchas veces la rutina se nos hace pesada, y es producto de una intensa vida más pastoral que espiritual.


Fue una semana de encuentro con Cristo para mostrarnos despojado de todo aquello que impide tener madurez en nuestra vida espiritual. De allí la necesidad urgente de una intimidad con Dios a través de la oración, que: “es estar a solas con aquel sabemos que nos ama…” (Sta. Teresa), que, como nos recordaron, “No solo somos sacerdotes cuando ejercemos el ministerio, sino cada día y cada momento”. Todo es motivo para la oración. Solo puede orar quien está enamorado de Dios.


Por eso, la contemplación es el culmen de la oración en la vida de nosotros los sacerdotes. Para ello, urge en nosotros cultivar esa mirada. No será posible, si cultivamos el puro hacer, y no recurrimos al ser de la interioridad de cada uno. Debemos complementar coherencia de vida con la Eucaristía. Y se nos cuestionaba ¿Cómo celebramos? ¿Llevamos a los demás al encuentro del Señor en la Eucaristía?


En este año sacerdotal, evento que “debe ser vivido sobre todo como renovación interior en el redescubrimiento jubiloso de la propia identidad, de la fraternidad del propio presbiterio, de la relación sacramental con el propio obispo”, Mons. Azuaje nos interpelaba ¿Cómo podemos ser nosotros animadores de la comunidad sino nos sentimos parte de una comunidad? Eso se preguntaba a colación del tema: “El Presbiterio, como vida en comunidad”. Y se nos insistía en que tenemos que ser hombres de comunión, evitando el mal de la soledad; llevando el modo de vivir de amistad presbiteral a ejemplo de Jesús, sin hipocresía.


Se culminó con el tema: María, el modelo perfecto para la existencia de los sacerdotes, que en palabra de Papa Benedicto XVI: “el 'Sí' de María es la puerta a través de la cual Dios ha podido entrar en el mundo, hacerse hombre. Así María está realmente y profundamente involucrada en el misterio de la Encarnación, de nuestra salvación. Y la Encarnación, el hacerse hombre del Hijo, era desde el inicio lo que realizaba el don de sí; al donarse con mucho amor en la Cruz, para hacerse pan para la vida del mundo. Así este sacrificio, sacerdocio y Encarnación van juntos y María está en el centro de este misterio” (Audiencia del 12 de agosto de 2009).


Que cada uno haya echo su revisión de vida sacando provecho de esta semana especial de lejanía de las actividades parroquiales para un encuentro en el SILENCIO, con Cristo que nos oye en lo secreto, siguiendo un plan de vida espiritual con metas propuestas a lograr. Pido a todos que recen por cada uno de nosotros para que saquemos frutos de los que hicimos en esto días de retiro y lo llevemos a la práctica.

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