22 de julio de 2008

VIVIR DE AMOR

En la última noche, la noche del amor, hablando claramente y sin parábolas, Jesús decía así: «Si alguno quiere amarme, que guarde mi palabra (1), que la guarde fielmente. Mi Padre le amará, y vendremos a él, moraremos en él, será para nosotros una morada viva, será nuestro palacio. Pero también queremos que more él en nosotros, lleno de paz, que more en nuestro amor

¡Vivir de amor quiere decir guardarte a ti, Verbo increado, Palabra de mi Dios! Lo sabes, Jesús mío, yo te amo, me abrasa con su fuego (2) tu Espíritu de Amor.
Amándote yo a ti, atraigo al Padre, mi débil corazón se entrega a él sin reserva. ¡Oh augusta Trinidad, eres la prisionera, la santa prisionera (3) de mi amor!

Vivir de amor vivir es de tu vida, glorioso Rey, delicia de los cielos. Por mí vives oculto en una hostia, por ti también, Jesús, vivir quiero escondida. Soledad necesitan los amantes (4), que hablen sus corazones noche y día. Me hace feliz tan sólo tu mirada, ¡vivo de amor!

Vivir de amor no es en la cima del Tabor su tienda plantar el peregrino de la vida. Es subir al Calvario a zaga de las huellas de Jesús, y valorar la cruz como un tesoro (5)... En el cielo, mi vida será el gozo, y el dolor será ido para siempre. Mas aquí desterrada, quiero, en el sufrimiento, ¡vivir de amor!

Vivir de amor es darse sin medida (6), sin reclamar salario aquí en la tierra. ¡Ah, yo me doy sin cuento, bien segura de que en amor el cálculo no entre! Lo he dado todo al corazón divino, que rebosa ternura. Nada me queda ya... Corro ligera (7). Ya mi única riqueza es, y será por siempre ¡vivir de amor!

Vivir de amor es disipar el miedo, aventar el recuerdo de pasadas caídas. De aquellos mis pecados no veo ya la huella, junto al fuego divino se han quemado (8)... ¡Oh dulcísima hoguera, sacratísima llama, en tu centro yo fijo mi mansión. Y allí, Jesús, yo canto confiada y alegre: ¡vivo de amor!

Vivir de amor guardar es, en sí misma, en un vaso mortal, un inmenso tesoro. Mi flaqueza es extrema, Amado mío, disto mucho de ser un ángel de los cielos. Mas si es verdad que caigo a cada paso, lo es también que tú vienes en mi ayuda (9) y me levantas y tu gracia me das. ¡Vivo de amor!

Vivir de amor es navegar (10) sin tregua en las almas sembrado paz y gozo. ¡Oh mi Piloto amado!, la caridad me urge, Pues te veo en las almas, mis hermanos (11). La caridad me guía, ella es mi estrella, bogo siempre a su luz, en mi vela yo llevo grabada mi divisa: ¡Vivir de amor!

Vivir de amor es mientras Jesús duerme permanecer en calma en medio de la mar aborrascada. No temas, ¡oh Señor!, que te despierte, espero en paz (12) la orilla de los cielos... Pronto la fe desgarrará su velo y habrá sido mi espera sólo un día. La caridad me empuja, ella hinche mi vela, ¡vivo de amor!

Vivir de amor, Maestro amado mío, es pedir que derrames tu luz y tu calor del sacerdote (13) en el alma santa, en su alma elegida. ¡Pueda ser él más puro que un serafín del cielo! Y protege también a tu Iglesia inmortal (14), no cierres tus oídos, Jesús, a mi clamor. Hija suya soy yo, por mi Madre me inmolo, ¡vivo de amor!

Vivir de amor es enjugar tu rostro (15), es a los pecadores (16) alcanzar el perdón. ¡Oh Dios de amor!, que vuelvan a tu gracia, que bendigan tu nombre eternamente. Hasta el alma me llega la blasfemia (17), para borrarla yo canto cada día: ¡Oh nombre de mi Dios, te adoro y amo, vivo de amor!

Vivir de amor es imitar, Jesús, la hazaña de María cuando bañó de lágrimas y perfumes preciosos tus fatigados y divinos pies y los besó arrobada, enjugándolos luego con sus largos cabellos... Y alzándose del suelo, rompió el frasco y tu cabeza María perfumó. ¡Oh Jesús, el perfume (18) que yo doy a tu rostro es y será mi amor!

«¡Vivir de amor, oh qué locura extraña -me dice el mundo-, cese ya tu canto! ¡No pierdas tus perfumes, no derroches tu vida, aprende a utilizarlos con ganancia!» ¡Jesús, amarte es pérdida fecunda! Tuyos son mis perfumes para siempre. Al salir de este mundo cantar quiero: ¡muero de amor!

¡Morir de amor (19), dulcísimo martirio, y es el martirio que sufrir quisiera! Acordad, querubines, vuestras liras, siento que mi destierro va a acabar... Llama de amor (20), consúmeme sin tregua. ¡Oh vida de un momento, muy pesada tu carga se me hace! ¡Oh divino Jesús!, haz realidad mi sueño: ¡morir de amor!

Morir de amor, es ésta mi esperanza, cuando vea romperse mis cadenas. Mi Dios será mi recompensa grande (21), otros bienes no quiero poseer. Quiero ser abrasada por su amor, quiero verle (22) y unirme a él para siempre. Este será mi cielo y mi destino: ¡¡¡Vivir de amor...!!!


Notas:
(1) Cf Cta 142, y sobre todo la larga paráfrasis de Cta 165.
(2) Primera de las imágenes del fuego, que darán vida al poema (estr. 6, 10, 14, 15). Cf infra, nota 8. La palabra fuego aparece diez y siete veces en las Poesías.
(3) Probable reminiscencia de san Juan de la Cruz (Cántico Espiritual, declaración a la canción 32). Cf P 20,5,2.
(4) Posible alusión al Cántico Espiritual, declaración a la canción 36.
(5) Cf P 30,5 y PN 50,5.
(6) El amor gratuito, generoso, es un tema que encontramos con frecuencia en Teresa; cf, por ejemplo, Cta 142; Or 6; CSG, p. 62; CA 9.5.3; 6.8.4; 6.8.7; etc.
(7) Cf el comentario de san Juan de la Cruz en el Cántico Espiritual, canción 25: «Las jóvenes discurren al camino», que Teresa retomará (poco más tarde) en el Ms A 47vº/48rº. Piénsese también en el salmo 118,32 (cf Ms C 16rº). Recordemos finalmente Imitación III, 5: «El que ama corre, vuela, es alegre, es libre..., todo lo entrega», etc., que preanuncia directamente al Ms A 80vº.
(8) La estrofa del fuego; cf Ms A 84vº. Otros textos completan e ilustran más esta estrofa del «purgatorio»: Ms A 84rº/vº; P 14,8; Cta 226; CA 8.7.15 y 30.7.3; Ultimas Conversaciones (Burgos, Monte Carmelo, 1973) p. 615; VT nº 99, pp. 185, 187.
(9) Cf P 29,4.
(10) Sobre el vocabulario de la navegación en Teresa puede verse un repertorio en VT nº. 61, enero 1976, p. 80.
(11) Cf Ms C 30rº.
(12) Sobre la espera serena del cielo en 1895, cf también P 13,3; 15,32; PN 22,11.
(13) Cf Cta 94+.
(14) Cf Acto de Ofrenda, Or 6.
(15) La imagen de la Verónica «enjugando el rostro de Jesús»: símbolo del amor que «borra» las blasfemias, y que da un bello ritmo a la estrofa; cf RP 2,4rº; Ms A 66vº; Or 12.
(16) Cf P 13,1. Primera mención de los pecadores en las Poesías.
(17) Cf RP 2,8rº; Ms A 52rº; P 15,29. En 1885, siendo todavía una niña, Teresa fue inscrita en la Archicofradía reparadora de las blasfemias y de la profanación del domingo. Ya de carmelita, pudo volver a encontrar en la Vie de soeur Marie de Saint-Pièrre la invitación constante a la reparación de las blasfemias. Pero en sus escritos sólo aquí encontramos un eco de ello.
(18) Cf P 23,E1+.
(19) Es ésta la primera vez que en sus escritos se manifiesta este impulso hacia la «muerte de amor». Lo volveremos a encontrar enseguida en P 11,52; Or 6; P 15,26; 20,6; Cta 242; Ms C 7vº y 8rº; Cta 255, y más tarde en las Ultimas Conversaciones. María de la Eucaristía cantará esta estrofa
en la enfermería el 16.7.1897 después de la comunión de Teresa: cf Cta 255. El martirio de amor aparece evocado de nuevo en Or 6; PN 29,12; P 20,última estr.; 22,4; Cta 182 y 224.
(20) Clara alusión a la Llama de amor viva, cuya operación consumante y transformadora canta san Juan de la Cruz. (cf Cta 197).
(21) Cf Cta 182+, nota 15.
(22) Cf Cta 56+, nota 2.

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