GRAN
PEREGRINACIÓN
“CAMINANDO
DESDE LA FE, HASTA EL SANTUARIO SANTO CRISTO DE LA SALUD”
A tan solo un
mes de tan gran y bello acontecimiento, vayamos calentando los motores del
cuerpo y del alma, para ir de peregrinos, a disponernos a caminar hasta nuestro
Santuario Diocesano Santo Cristo de la Salud. Hoy existe una gran crisis de Fe, por lo que se
necesita buscar espacios para formar en esta Fe. Peregrinar, hasta el santo
Cristo de la Salud, puede ayudarnos alcanzar este objetivo.
Estas caminatas, que hacemos anual, son
“un impulso y aliento en la fe” y
momento para “mirar con esperanza el
futuro y fuego de caridad para hermanarnos más entre nosotros”. Ante la
indiferencia de la Fe, que a veces podemos constatar, hemos de dar impulso a todas
estas peregrinaciones. Peregrinar no es cualquier forma de caminar, un peregrino no es un
excursionista, sino que se trata de un verdadero itinerario espiritual.
La peregrinación,
“camino hacia el santuario”, es momento y parábola del camino hacia el Reino;
la peregrinación ayuda a tomar conciencia de la perspectiva escatológica en la
que se mueve el cristiano, homo viator: entre la oscuridad de la fe y la sed de
la visión, entre el tiempo angosto y la aspiración a la vida sin fin, entre la
fatiga del camino y la esperanza del reposo, entre el llanto del destierro y el
anhelo del gozo de la patria, entre el afán de la actividad y el deseo de la
contemplación serena.
El peregrino
sabe que “aquí abajo no tenemos una
ciudad estable” (Heb 13,14), por lo cual, más allá de la meta inmediata del
santuario, avanza a través del desierto de la vida, hacia el Cielo, hacia la
Tierra prometida.
La peregrinación
se configura como un “camino de conversión”: al caminar hacia el santuario, el
peregrino realiza un recorrido que va desde la toma de conciencia de su propio
pecado y de los lazos que le atan a las cosas pasajeras e inútiles, hasta la
consecución de la libertad interior y la comprensión del sentido profundo de la
vida.
Para muchos constituye
una ocasión propicia, con frecuencia buscada, para acercarse al sacramento de
la Penitencia, y la peregrinación misma se ha entendido y propuesto en el
pasado – y también en nuestros días – como una obra de penitencia. Además,
si se realiza de modo auténtico, el fiel vuelve del santuario con el propósito
de “cambiar de vida”, de orientarla hacia Dios más decididamente, de darle una
dimensión más trascendente.
El
gozo de la peregrinación cristiana es prolongación de la alegría del peregrino
piadoso de Israel, como
nos dice el salmista: “¡Qué alegría
cuando me dijeron, vamos a la casa del Señor!” (Sal. 121, 1); es alivio por
la ruptura de la monotonía diaria, desde la perspectiva de algo diverso; es
aligeramiento del peso de la vida que para muchos, sobre todo para los pobres,
es un fardo pesado; es ocasión para expresar la fraternidad cristiana, para dar
lugar a momentos de convivencia y de amistad.
El peregrino
camina hacia el santuario para ir al encuentro con Dios, para estar en su
presencia tributándole el culto de su adoración y para abrirle su
corazón. El que peregrina realiza numerosos actos de culto, su oración
adquiere formas diversas: alabanza y adoración al Señor por su bondad y
santidad; acción de gracias por los dones recibidos; imploración de las gracias
necesarias para la vida; de petición de perdón por los pecados
cometidos. Con mucha frecuencia la oración del peregrino se dirige a la
Virgen María, a los Ángeles y a los Santos, a quienes reconoce como intercesores
válidos ante el Altísimo.
La imagen
sagrada del santuario, particularmente la del Cristo, es un signo santo de la
presencia divina y del amor providente de Dios; es testigo de la oración, que
de generación en generación se ha elevado ante ella como voz suplicante del
necesitado, gemido del afligido, júbilo agradecido de quien ha obtenido gracia
y misericordia.
Jesús y sus
discípulos, recorrían los caminos de Palestina para anunciar el Evangelio de la
salvación. Desde esta óptica, la peregrinación es un anuncio de fe y los
peregrinos se convierten en “heraldos
itinerantes de Cristo”.
El peregrino que
acude al santuario está en comunión de fe y de caridad, no sólo con los
compañeros con quienes realiza el “santo
viaje” (cfr. Sal 84,6), sino con el mismo Señor, que camina con él, como
caminó al lado de los discípulos de Emaús (cfr. Lc 24,13-35); con su comunidad
de origen, y a través de ella, con la Iglesia que habita en el cielo y
peregrina en la tierra; con los fieles que, a lo largo de los siglos, han
rezado en el santuario; con la naturaleza que rodea el santuario, cuya belleza
admira y que siente movido a respetar; con la humanidad, cuyo sufrimiento y
esperanza aparecen en el santuario de diversas maneras, y cuyo ingenio y arte
han dejado en él numerosas huellas.
El recorrido
aproximado desde las Colinas de Mara – Morón hasta Borburata son unos 30 Km. Desde
Santa Ana, Palma Sola, El Carmen, Vista Mar, la Sorpresa, se puede animar
nuestros hermanos a caminar, peregrinar, a ganar gracias especiales. Para algunos,
es una locura, como lo dice San Pablo: “necedad y locura… pero para nosotros es
fuerza y sabiduría de Dios” (Cf.1 Cor 1,18-23), donde parece reinar
sólo el dolor y la debilidad, es donde está todo el poder del Amor infinito de
Dios. La Cruz es el “centro del centro” del misterio cristiano.
Puedo decir sin
temor a equivocarme, como experiencia del año pasado: Salimos 38 personas
caminando desde la Parroquia Cristo Rey con toda la emoción, devoción y
oración, y todos llegaron. Unos con algunas dificultades, otros con menos, pero
todos llegaron a la meta: hasta el santuario.
Por eso, a tan
solo un mes que todos, desde nuestra cabeza Mons. Saúl Figueroa (quien el año
pasado peregrinó), Sacerdotes, grupos de apostolados, Niños, Jóvenes, y adulto,
nos animemos a realizar este camino de ORACIÓN, y que animemos a otros en
nuestras Parroquias y grupos de amigos y familiares a ponerse en camino.
Vamos
todos a nuestro Santuario Diocesano. El Señor allí siempre nos espera con los
brazos abiertos en Cruz.
Párroco de la Parroquia Cristo Rey – Morón
PD: Algunas fotos de los peregrinos del año pasado
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